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Las críticas llegan justo con el Cambio ¡Qué Paradoja!

"Había empleados que cobraban hasta $200 a la semana (teniendo que pagar $33 por el transporte); hoy, el sueldo mínimo de cada padre de familia que le sirve al Estado desde la oficina consular es de $600 semanales".
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Para el dominicano promedio que vive en el exterior, los consulados nuestros han sido una especie de “patente de corso” que se concede a ciertos dirigentes en pago de la ayuda que han prestado para llevar el Presidente al poder. Yo, aunque nunca he tenido una lectura tan extrema del asunto, si reconozco que puede haber algo de cierto en el planteamiento que, a manera de crítica, se ha erigido en consigna contra el Estado.

Sin embargo, mis quisquillas con los cónsules de Nueva York, no han sido porque el puesto los puede convertir en millonario en tan solo un año ejerciendo el cargo, ni tampoco por la apatía que han mostrado tradicionalmente por el futuro y desarrollo de la comunidad de nacionales nuestros que reside en esta maravillosa ciudad.

Lo que me ha molestado desde siempre es la indolencia que muestran ante los cientos de miles de dominicanos que trabajando con honestidad, levantan sus familias y logran que sus muchachos lleguen hasta la universidad y se gradúen, en el mejor caso, o que aún sin educación superior, consiguen insertarse -como gente de trabajo- en esta sociedad tan competitiva.

Esta perorata viene la emito a manera de descarga emocional, hoy que está en la mesa de debate -especialmente en la prensa local dominicana- algunas de las quejas que yo, de manera personal y sistemática, he venido manifestando a lo largo de mis casi cuatro décadas de residencia en esta ciudad.

De verdad, apreciamos la inquietud de ciertos periodistas y comunicadores residentes en mi país de origen, por el empeño en poner de manifiesto algunas inconsecuencias del Estado dominicano para con su comunidad residente en el exterior.

Pero llegan en el momento menos oportuno e injustificado, porque exactamente ahora, en esta gestión actual, es cuando se ha empezado a corregir una buena parte de los entuertos e injusticias que por años han gravitado sobre los que vivimos fuera de la media isla. Las críticas externadas por nosotros desde siempre, hoy, son admitidas por algunas personalidades de la prensa criolla y actúan como cajas de resonancia; pero el eco de un grito de justicia siempre se agradece -por eso no lo rechazamos- aunque su sonido nos llegue tan desfasado y descompuesto.

Fue necesario que las remesas rebasaran el tope de los 10,000 mil millones de dólares al año, para que pudieran notar que el costo de los pasaportes estaba muy alto y tan desordenado. El Consulado de Nueva york uniformizó su precio en $130, pues antes se cobraban sobre los $200 por la renovación del documento, dependiendo de la ciudad donde se emitiera.

En la nómina del Consulado, “cobraban” 240 personas; hoy, 167 dominicanos “trabajan y cobran”. Anteriormente 60 vicecónsules “recibían su salario religiosamente”, no importaba si muchos de ellos, jamás han visitado la Gran Manzana; hoy tenemos tan solo siete (7), aunque sabemos que se necesitan más por lo numeroso de la población. Esto de siete personas haciendo el trabajo de los 60 que había antes parece toda una proeza de la eficiencia.

Había empleados que cobraban hasta $200 a la semana (teniendo que pagar $33 por el transporte); hoy, el sueldo mínimo de cada padre de familia que le sirve al Estado desde la oficina consular es de $600 semanales.

Las tres extensiones consulares de El Bronx NY, Paterson NJ y Filadelfia PA; junto a las cuatro locales de operativos móviles de Up Town NY, Haverstraw NY, Long Island NY y Connecticut, han sido remodeladas para garantizar un servicio ágil y constante a la comunidad, incluidos los fines de semana.

Hay otros logros que llaman la atención porque nunca los habíamos podido disfrutar; y es justo hoy, que una cantidad de instituciones del Estado se han instalado en la misma sede consular, cuando nos damos cuenta de lo útil, funcional y económico que resultan estas iniciativas de las autoridades consulares actuales pero, la prensa criolla lo ignora.

SENASA, BANRESERVAS, INTRANT, INDEX, INPOSDOM, ADUANAS, MERCA USA, PRODOMINICANA, UASD, así como FAMILIA FELIZ, prestan sus servicios desde las oficinas del Consulado y próximamente lo hará el Tribunal Superior Electoral, que se le sumará a la Junta Central Electoral que lo hace desde hace varios años.

Creo que todos entienden mi sorpresa y aceptación de estas críticas que se hacen al señor cónsul Eligio Jáquez. Este sabor agridulce que entraña “llover sobre lo mojado”, no molesta en absoluto, porque solo sirve para demostrar que el nuestro, es un país muy especial, como dice el dicho. Las denuncias arriban justo al momento en que se están empezando a resolver problemas que nos aquejaron toda la vida. ¡Qué paradoja!

Lo sentimos por el señor Eligio Jáquez que debe estar sorprendido de la diferencia que sobre su trabajo ven los que no tienen la necesidad de recibirlo. Pero no así los cientos de familiares de fallecidos que requieren y sienten la mano amiga del Estado en esos momentos de tristeza, tal y como lo prometió el presidente Luis Abinader para todos los dominicanos, aunque no hayan votado por él.

Cuando el Cónsul, en su función de representante del Estado en Nueva York, coopera y facilita que se realicen cientos de torneos deportivos y de entretenimiento, ayudando a las actividades de Movimientos Comunitarios y Clubes Socio Culturales, no hace más que interpretar a su jefe inmediato, el Presidente Abinader.

De todos estos logros, sin embargo, los que mas me tocan en lo personal, son aquellos que tienen que ver con ese “calorcito humano” que el Cónsul lleva a cada dominicano    que ha requerido de su apoyo particular, como los múltiples seminarios y programas de  entrenamiento, capacitación, talleres, conferencias, diplomados y charlas para nuestros jóvenes; esas valiosas “ayuditas” mensuales que reciben los envejecientes; y lo que más satisface, el reconocimiento público a nuestros muchachos cuando han alcanzado metas importantes en sus vidas.

En el orden institucional, se cuentan avances que nos parecían imposibles: modernizar y actualizar los servicios consulares, organizando toda la data vital de cada ciudadano que nos visita; eliminación de toda fuente de corrupción administrativa al cancelar una serie de contratos onerosos e innecesarios; cumplimiento con todas las deudas con proveedores de bienes y servicios, incluidas algunas heredadas de administraciones ya pasadas.

Para estar a tono con la situación sanitaria causada por la epidemia, se dispuso un servicio de vacunación a cada persona que lo necesitare cuando visita las oficinas de su Consulado.

Ya para abotonar esta parrafada que siempre soñé con poder escribir, tengo que reconocer una acción que me llena de orgullo patrio y satisfacción ciudadana: el señor Cónsul Eligio Jáquez ha dispuesto, como procedimiento ordinario, entonar todas las mañanas las notas gloriosas del Himno Nacional, cantado por los empleados y los ciudadanos que visitan el Consulado en busca de servicios.

Ciertamente, el cambio ha llegado al Consulado Dominicano de Nueva York

¡Vivimos, seguiremos disparando!

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