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Los votantes no eligen al presidente en Estados Unidos

"El lunes siguiente al segundo miércoles de diciembre, los delegados de cada estado acuden a una votación de donde saldrán elegidos el presidente y vicepresidente".
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En EE. UU no gana un partido ni sus candidatos presidencial y vicepresidencial las elecciones por haber obtenido la mayoría del voto popular. En realidad, a quienes eligen los votantes es a los delegados y éstos a su vez a los candidatos a la presidencia y vicepresidencia que deberán obtener al menos 270 votos de los 538 delegados que posee el sistema electoral.

Estos delegados guardan relación con la cantidad de senadores y representantes que tenga cada estado en el Congreso. Es un delegado por cada representante o senador. El presidente de EE. UU no es elegido por los votantes directamente.

Por esta razón en 48 de los 50 estados han aprobado legislaciones que otorga todos los delegados a los candidatos que obtienen la mayoría del voto popular. Quiere decir que, si en un estado hay 20 delegados y gana el partido “X” en el voto universal, a ese partido se le suman el total de votos; solo Maine y Nebraska, hacen la excepción, dividiendo los votos 50/50.

No obstante, el problema que esto plantea es que entre los estados hay una enorme diferencia en cantidad de habitantes, porque los representantes de la Cámara guardan una intrínseca relación con los distritos y por ende con la cantidad de personas que viven en ellos.  Así es que los estados con mayor cantidad de habitantes tienen mayor número de delegados electorales.

Atendiendo a que en EE. UU se puede decir que predomina un sistema bipartidista, estas organizaciones deben enviar el listado de sus respectivos delegados al organismo electoral y el martes siguiente al primer lunes de noviembre cada cuatro años, los ciudadanos registrados acudirán a las urnas. Es el “todo o nada”. En realidad, son 20 los estados que determinan quien será el próximo presidente, entre estos están los grandes estados como California, Texas, Nueva York, Pennsylvania, Illinois, Ohio, Florida, Carolina del Norte, entre otros.

El lunes siguiente al segundo miércoles de diciembre, los delegados de cada estado acuden a una votación de donde saldrán elegidos el presidente y vicepresidente. Los resultados de esa elección se envían herméticamente sellados al presidente del senado, quien el 6 de enero siguiente al martes electoral, lee el resultado ante las dos cámaras del Congreso y se proclaman los candidatos ganadores. Esto es simbólico, pues desde que se cuentan los votos electorales se sabe quien ganó las elecciones.

Existen cinco antecedentes en los que un candidato no consiguió la mayoría del voto universal y fue declarado ganador de las elecciones: John Quincy Adams, 1824; Samuel J. Tilden, 1876; Benjamín Harrison, 1888; George Bush Jr. 2000; Donald Trump, 2016. “Curiosamente”, los cinco candidatos que han ganado de esta forma son conservadores del partido republicano.

Han sido muchas las iniciativas procuradas en el Congreso para enmendar esa ley impuesta desde 1824 y todas han fracasado, lo cual se suma a la lista de los grandes misterios que se observan en la composición sociopolítica de EE. UU.

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