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No “sacar la basura” contribuye al desarrollo del Alzheimer

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Se estima que una persona genera un kilo de desechos al día. Imaginen por un momento que no pudiéramos eliminar esos residuos. La basura se iría acumulando en nuestros hogares. Vivir rodeados de basura, además de una gran incomodidad, provocaría serios problemas de salubridad.

Que el sistema nervioso es un órgano extraordinario no es ninguna novedad. Pero un gran poder conlleva una gran responsabilidad. Y es que el tejido nervioso, aparte de extraordinario, es extremadamente delicado. Pero que no cunda el pánico, la evolución ha pensado en esto antes que nadie y por eso nos ha dotado de una barrera protectora que rodea por completo al sistema nervioso: la barrera hematoencefálica.

Se trata de una muralla casi inexpugnable que rodea el cerebro y la médula espinal, evitando que nada nocivo penetre en su interior. Pero eso puede tener un inconveniente. Nada entra, pero tampoco nada sale. Y al final, la basura cerebral se acumula en su interior, provocando daños graves.

El sistema glinfático

El resto de órganos y tejidos de nuestro cuerpo lo tienen fácil. Cuentan con un sistema de gestión y eliminación de residuos que ya quisieran muchas ciudades. Es el llamado sistema linfático, una red de vasos (como los sanguíneos) que eliminan todo aquello que las células no necesitan.

Pero ¿quién saca la basura en el cerebro? Repetimos, ¡que nadie se asuste! La evolución también lo tenía previsto y, aunque el sistema nervioso central no posee un sistema linfático como tal, dispone de una alternativa para recoger la basura: el sistema glinfático.

Se trata de un sistema de eliminación de residuos que utiliza una red única de canales que discurren por el tejido nervioso. Esto son buenas noticias porque, además de la eliminación de desechos, el sistema glinfático facilita la distribución por todo el cerebro y la médula espinal de sustancias necesarias para su correcto funcionamiento, como la glucosa, los lípidos, los aminoácidos, los factores de crecimiento y los neuromoduladores -sustancias que controlan la comunicación neuronal-.

Desechos de proteínas

Uno de los mayores factores de riesgo para sufrir una enfermedad neurodegenerativa es el envejecimiento. Por tanto, el fallo del sistema glinfático podría contribuir a la acumulación de residuos en el cerebro a medida que nos hacemos mayores .

Es lo que ocurre en el alzhéimer. Esta enfermedad se caracteriza por el deterioro progresivo de la capacidad cognitiva -capacidad de procesamiento de la información- y funcional junto con cambios de comportamiento, que suele aparecer alrededor de los 65 años. En el cerebro de los enfermos hay depósitos de proteínas mal plegadas que, al no poderse eliminar correctamente, se acumulan, afectando el correcto funcionamiento del sistema nervioso.

Un estudio reciente indica que mejorando el funcionamiento del sistema glinfático se podrían conseguir fármacos más eficientes para su tratamiento.

Sistema glinfático

Los científicos que descubrieron el sistema glinfático hace unos años, Maiken Nedergaard y Steven A. Goldman, plantearon la hipótesis de que la insuficiencia glinfática es algo común en el desarrollo de otras enfermedades, además del alzhéimer, como el párkinson, la enfermedad de Huntington, las atrofias multisistémicas y la demencia frontotemporal. Dado que la funcionalidad del sistema glinfático se produce cuando dormimos y que estas enfermedades están correlacionadas con alteraciones del sueño, se cree que dormir mal puede contribuir a que el sistema glinfático no funcione bien.

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