Las acusaciones del grupo Wagner que llevaron a la ruptura de la relación Prigozhin-Putin
Vladimir Putin lo acusa de haberle «apuñalado por la espalda». El cabecilla del grupo paramilitar Wagner, Yevgeny Prigozhin, ha pedido a sus hombres rebelarse contra el mando militar ruso, al que culpa de haber bombardeado a sus subordinados.
A raíz de esto, el exprotegido del presidente ruso ha afirmado haber tomado el control de sitios militares en la urbe de Rostov (un centro clave para el asalto ruso a Ucrania) y, de nuevo, ha acusado al Ejército de Putin de mentir a los ciudadanos. «Una gran cantidad de territorios» conquistados en Ucrania «se pierden» y «muchos soldados mueren», reveló.
Durante meses, Prigozhin ha criticado abiertamente al ‘establishment’ militar ruso, llegando incluso a pedir a su «protector», Vladimir Putin, que lleve a cabo «purgas estalinistas» en la Administración. France 24 recorre la carrera de este señor de la guerra de Vladimir Putin, devenido en enemigo público número uno del Kremlin.
Prigozhin, de la sombra a la luz de los focos
Este asesor, muy próximo del presidente ruso –ambos crecieron en San Petersburgo y se conocen desde hace 20 años–, ha sido presentado siempre como «cocinero» del jefe del Kremlin y como su hombre «de los trabajos sucios».
El primer apodo le viene de su pasado como restaurador. Conoció a Putin en 2001, cuando era dueño de uno de los restaurantes más destacados de San Petersburgo. Cuenta la leyenda que el líder, recién elegido presidente, había escogido su establecimiento para impresionar a su invitado del día: el exmandatario francés Jacques Chirac.
De ahí, Prigozhin siguió a su nuevo mentor hasta Moscú, donde se convirtió en ‘el buen soldadito’, encargado de llevar a cabo las tareas más innombrables del Kremlin tanto a nivel nacional como internacional. Pero nada se le pudo atribuir de forma oficial, ya que el «líder» de Putin actuaba tras bambalinas, huyendo de los focos en la medida de lo posible.
Antes de la guerra rusa en Ucrania, se le consideraba sobre todo el fundador del grupo Wagner –un destacamento de mercenarios cuya existencia misma era negada por Moscú–, y también el jefe de la Agencia de Investigación de Internet, una especie de «fábrica de trolls«, famosa en 2016 por su involucración en la manipulación de la campaña presidencial estadounidense. Pero, nuevamente, Prigozhin negó estar vinculado a ella, amenazando incluso con procedimientos legales a quienes declarasen lo contrario.
No obstante, todo esto ocurrió antes del inicio, el pasado 24 de febrero, de una «operación militar especial» que no deja de chocar con la resistencia ucraniana. Desde entonces, el hombre de las sombras se ha convertido en una bestia mediática que confiesa y reclama casi todo.
¿El grupo Wagner? Es él personificado, y el 4 de noviembre no dudó en abrir una oficina física en San Petersburgo. ¿»Troll» de Rusia? De nuevo, Prigozhin. En 2022, en la víspera de los comicios de medio término estadounidenses, confesó que en 2016 trató de influir en el resultado de las controvertidas presidenciales.
Atrás quedaron también los días en los que el secuaz de Putin actuaba en silencio. El 14 de noviembre, apareció en Telegram para aplaudir el brutal asesinato de un desertor por parte de sus mercenarios.
También ha llegado a pedir el arresto de Alexander Beglov, el gobernador de San Petersburgo. Los dos llevan años peleando entre bastidores por dudosas historias de contratación pública, salvo que la última vez Prigozhin sacó a la luz su enfrentamiento, denunciando a Beglov de todos los malos: desde liderar una «red de crimen organizado» en la misma ciudad de San Petersburgo hasta promover el «nacionalismo ucraniano».
La venganza de un «gánster» violento
Esta nueva postura de Yevgeny Prigozhin «es a la vez sorprendente, porque pasó tanto tiempo negándolo todo, y es completamente comprensible», concreta Stephen Hall, especialista en Rusia de la Universidad de Bath (en Reino Unido).
A medida que avanzan las decepciones en el Ejército ruso, «el aparato de seguridad y tecnocrático en el lugar pierde credibilidad a los ojos de Vladimir Putin, y Prigozhin quiere aprovechar esto para aumentar su influencia política», analiza Jeff Hawn, especialista en seguridad de Rusia y consultor externo para el New Lines Institute, un centro estadounidense de investigación geopolítica.
De hecho, a pesar de los numerosos retratos del «líder de Putin» publicados, que lo muestran como un íntimo del líder del Kremlin, «(Prigozhin) nunca estuvo en el primer círculo de asesores políticos», subraya Hall.
Porque Prigozhin no ostenta el perfil adecuado. Nunca pasó por el Partido Comunista antes de la caída del muro; no tiene relevo en los servicios de inteligencia; y no cuenta con apoyo político al margen de Putin. «Es un hombre ruso hecho a sí mismo, que es como decir que es un gánster que se hizo rico siendo más despiadado que los demás», explica Hawn. Y de joven fue condenado a prisión por robo y pertenencia al crimen organizado.
Un currículo perfecto para ponerse la ropa de secuaz de Putin, pero no para vestir el traje de un respetable y crucial asesor político. Excepto por que la invasión ha removido estos roles y ahora Prigozhin «ve como una oportunidad para demostrar que sus métodos son los que mejor funcionan», asegura Stephen Hall.