Crisis de Opioides ya está en RD. Farmacias venden fentanilo y drogas con recetas falsificadas
Por Esteban Cabrera
Santo Domingo, RD: Lamentablemente la crisis de opioides ya entró a la República Dominicana y lo más preocupante es que las autoridades tratan de ocultarla o no revelar las verdaderas dimensiones con la que ya el flagelo está golpeando a la población. Recientemente el propio director del Instituto Nacional del Cáncer, doctor José Ramírez dijo que cada semana los dos principales hospitales para el tratamiento del cáncer en el país están detectando una considerable cantidad de recetas falsificadas de personas que buscan obtener fentanilo para drogarse.
El que tenga ojos que vea y el que tenga oídos que oiga, esa es una voz de alarma que nadie puede dejar pasar desapercibida, sobre todo si se toma en cuenta que, en este país, las farmacias no tienen una regulación estricta sobre las prescripciones medicas o la falta de institucionalidad en los organismos reguladores como “Dirección Nacional de Control de Drogas” (DNCD). Es decir, la iglesia está en manos de Lutero.
Visto de este modo, la crisis de Opioides conocida en otros países, especialmente en Estados Unidos, ya está en República Dominicana, lo que aparentemente las autoridades tratan de ocultar, ello representa el mayor reto que el gobierno dominicano se haya enfrentado después de la pandemia del COVID-19, una verdadera crisis sanitaria de proporciones inauditas que, si no se afronta con responsabilidad, podría pasar el punto de no retorno, causando efectos devastadores al pueblo dominicano.
Por lo general, el fentanilo, que es un opioide similar a la morfina, tiene un uso predominante en anestesiología y manejo del dolor extremo en pacientes de cáncer, es usado por desaprensivos como una droga ilegal y quienes la consumen entran en un proceso degenerativo de su salud mental y física que los conduce rápidamente a la muerte.
Por ejemplo, en Estados Unidos, La epidemia de opioides empezó en la segunda mitad de la década del 90 y los muertos se siguen contando en decenas de miles cada año. De acuerdo con los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU., entre 1999 y 2019, casi 500.000 personas han muerto a causa de una sobredosis relacionada con algún opioide, ya sea ilegal o recetado por un médico.
Solo en 2019, alrededor de 136 personas murieron cada día a causa de una sobredosis de opioides y representaron más del 70% de las muertes por sobredosis de drogas en el país. En comparación, es como si un avión mediano se hubiera caído todos los días en EE. UU.
Según las estadísticas estadounidenses, la crisis de los opioides empeoró durante la pandemia de COVID-19. Las muertes por sobredosis de drogas se aceleraron, según los CDC, y aumentaron en un 38,4% desde junio de 2019 a mayo de 2020. Los opioides sintéticos, básicamente el fentanilo ilícito, son el principal causante del aumento de muertes por sobredosis.
En Estados Unidos, esta crisis ya fue considerada el crimen del siglo. Y lo que se está comenzando a ver en la República Dominicana es exactamente lo mismo y si el gobierno no interviene el caso como una crisis sanitaria, sucederá algo peor, porque su desarrollo no está generándose de repente, sino que está siendo manufacturado en el país.
El opioide conocido como OxyCotin, fue el primero conocido en el mercado norteamericano en los 90s, producido por la farmacéutica “Purdue Pharma” que, ante los enormes retos y demandas legales, está buscando desesperadamente declararse en bancarota y la familia Sackler, propietaria de esta, enfrenta cientos de miles de demandas civiles por su rol protagonista en la crisis de opioides en EE.UU.
Esto deben tomarlo en cuenta las farmacias dominicanas y las autoridades de control de drogas en el país, porque sí hay una consecuencia que pagar. Por ahora dicen que están falsificando las recetas, pero se niegan a admitir que ese flagelo se puede controlar fácilmente. También hay consecuencias para los facultativos que las recetan, porque no cualquiera lo puede hacer, en República Dominicana estos médicos deben tener una licencia otorgada por la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD).
Pero esto podría ser uno de los mayores restos, porque esta es una institución muy desacreditada y no ha jugado el mejor rol en el cumplimiento de sus funciones y el simple hecho de imaginar que el control de la expansión de los opioides estén bajo su responsabilidad, es algo similar a poner la iglesia en manos de Lutero.
Lo cierto es que ya en República Dominicana, aunque lo quieran negar, existe una crisis de opioides que, primero, el gobierno debe enfrentar de inmediato y las familias deben mantenerse alertas del comportamiento de sus hijos para que puedan detectar a tiempo cualquier consumo de fentanilo y buscar las ayudas requeridas antes de que ya sea muy tarde.