Corea del Norte ha superado a RD y Latinoamérica en desarrollo inmobiliario.

Nueva York: El crecimiento inmobiliario de Corea del Norte es una de las cosas inexplicables que suceden en el mundo. En medio de las graves dificultades económicas causadas por el aislamiento, las restricciones comerciales, el comunismo y el COVID-19. El producto interno bruto (PIB) del país disminuyó un 12 % en 2022 en comparación con 2016. Se encuentra en el puesto 183 en la parte final de la tabla, con un PIB de 602 €.

No obstante, el Comité de Planificación Estatal, vinculado al Partido del Trabajo de la Corea de Kim Jong-un es responsable de tomar decisiones sobre todos los aspectos de la economía de Corea del Norte. Desde 2017 el país inició un proyecto basado en la eliminación de las casuchas viejas en las zonas rurales, que tenían habitantes en condiciones deplorables, para construir lujosos rascacielos, cuyos apartamentos están siendo entregados a las familias, tanto en las grandes ciudades como en las zonas rurales.

Ocultaron el proceso de privatización de proyectos inmobiliarios.

A pesar de que es técnicamente ilegal en Corea del Norte poseer viviendas de manera privada, el estado es dueño de toda propiedad, según la constitución, y el gobierno generalmente otorga a sus ciudadanos espacios habitables por períodos de tiempo específicos. Sin embargo, en los últimos diez años, el país ha comenzado a flexibilizar estas limitaciones, lo que ha llevado a un impresionante crecimiento inmobiliario sin precedentes en el mundo.

En 2019, según dos informes recientes de United Press International, se compraban y vendían los derechos de espacios habitables como una forma de escapar de este tecnicismo. Según uno de los reportes, Corea del Norte estaba experimentando un aumento en el crecimiento inmobiliario, ya que el estado solamente tenía la propiedad de las casas de nombre. Esto implica que el estado se mostró receptivo a la propiedad privada.

Comparación entre RD y América Latina.

Según un reporte de la Agencia EFE publicado en marzo de 2024, el déficit de oferta, la inequidad en el acceso, el crecimiento de asentamientos informales y la ausencia de políticas públicas describen las precarias condiciones de la vivienda en gran parte de Latinoamérica, donde el incumplimiento de los programas gubernamentales y la escasez de financiación privada terminan dibujando un complicado escenario.

República Dominicana no es la excepción. En los últimos años, el mercado inmobiliario del país ha experimentado un crecimiento constante. El Fideicomiso de Desarrollo Inmobiliario, una herramienta versátil que ha ganado terreno en el mercado dominicano, ha sido un vehículo jurídico y financiero que ha contribuido significativamente a este desarrollo.

El Banco Mundial ha informado que la República Dominicana es una de las economías de más rápido crecimiento de la región, con un crecimiento anual del 2.4 % al 4.9 % y una proyección del 5.11 % para el año 2024. Esto le ha permitido un enorme avance en el sector inmobiliario, especialmente en los cascos urbanos de las provincias más desarrolladas y en la zona metropolitana del Distrito Nacional.

El objetivo principal del Fideicomiso es invertir en proyectos inmobiliarios en diferentes fases de desarrollo, construcción, venta o arrendamiento, y adquirir bienes raíces con el fin de obtener ganancias. Los mismos pueden ser formados por personas físicas o jurídicas. La Ley 189-11 del país regula estos fideicomisos.

 De lo sublime a lo salvaje.

No obstante, en la actualidad, en RD existe un déficit de más de 1,200,000 hogares. El 60 % de las construcciones son inadecuadas en términos de calidad, siendo construidas por familias sin recursos económicos ni planificación urbana, incluso sin drenaje pluvial y sanitario (arrabales). Según el Banco Mundial, esta cifra aumenta anualmente en un promedio de 50,000 a 60,000 viviendas.

Durante las últimas décadas, los gobiernos de RD han elogiado sus propios indicadores de desarrollo económico, pero la mayoría de la población está experimentando las devastadoras consecuencias de la desigualdad económica y la inequidad extrema.

A pesar de que las estadísticas oficiales indican un aumento económico, el Índice de Capital Humano (ICH) del Banco Mundial ha desmentido estas estadísticas cada año y afirma que el país se encuentra entre los más atrasados de América Latina, solo superando a Haití, Guatemala y Honduras.