«Ni perros, ni gatos» las peripeciass de los migrantes haitianos en Estados Unidos
El delirio esta vez es si los haitianos comen o no comen mascotas. Bastó con que Donald Trump lanzara el anzuelo en el debate del martes ante una audiencia de más de 67 millones de personas para que corrieran los analistas a hacer fact checking; para que se apuraran los medios a llamar a los autoridades de Springfield para que confirmaran o no los hechos; para que la Inteligencia Artificial generara en segundos imágenes revictimizantes de haitianos corriendo tras un Trump con gatos bajo los brazos; para que los republicanos crédulos redoblaran la protección de sus mascotas consentidas y para que se crearan memes que muestran a los haitianos -y por extensión a todos los emigrantes- como gente capaz de cualquier cosa. Detrás de todo el ruido, casi nadie habla de que los haitianos encabezan la lista de personas desplazadas en todo el mundo y que desde 2010 más de medio millón han abandonado su país.
Trump le estampó una risa trágica al tema de la emigración en el debate presidencial. Aseguró que en Springfield, una pequeña ciudad que ha acogido a casi 20.000 inmigrantes en los últimos cuatro años, muchos de ellos haitianos, “la gente que ha llegado se está comiendo a los gatos, se está comiendo a los perros, se está comiendo a las mascotas de la gente que vive allí”. Ya J. D. Vance, el compañero de fórmula del expresidente, había acusado de lo mismo a los inmigrantes para atacar a Kamala Harris y la política que ha sostenido la Administración Biden en la frontera sur. El republicano preguntó públicamente: “¿Dónde está nuestro zar de fronteras ahora que personas que no deberían estar en este país han secuestrado y devorado mascotas?”.
El Gobierno de Haití, tras las declaraciones, condenó los “comentarios discriminatorios” del candidato republicano y otros miembros de su partido, e insistió en que “desgraciadamente, no es la primera vez que compatriotas en el extranjero son víctimas de campañas de desinformación, estigmatización y deshumanización al servicio de intereses políticos electorales”. El comunicado destaca que dichos comentarios no solo “atentan contra la dignidad” de las personas, sino que “pueden poner en peligro sus vidas”.
Las organizaciones llevan tiempo pidiendo a Estados Unidos que ponga fin al trato racista a la población haitiana solicitante de asilo. Un informe de Amnistía Internacional del pasado año asegura que los emigrantes haitianos sufren particularmente el racismo, la xenofobia y la violencia sistemática. Erika Guevara Rosas, directora para las Américas de Amnistía Internacional, dijo entonces que “las políticas migratorias y de asilo racistas no hacen sino exacerbar los daños” a estas personas.
Hoy las cifras apuntan a que una sexta parte de los haitianos vive fuera de su país. En 2023, la diáspora haitiana en Estados Unidos sumaba más de 731.000 personas, la quinta población más numerosa nacida en el extranjero, que representa el 16% de los 4,6 millones de inmigrantes caribeños, el mayor número después de los cubanos, los dominicanos y los jamaicanos.
deportación
En medio de la situación que vive Haití -que no empezó en febrero con la violencia, los desplazamientos internos, el asedio de las bandas, ni empezó con el asesinato del presidente Jovenel Moïse en 2021, sino que se trata de una crisis histórica, sistémica, de un país saqueado, abandonado y además golpeado por desastres naturales y constantes crisis económicas- las deportaciones desde Estados Unidos aumentaron durante la Administración Biden. Witness at the Border registró unos 227 vuelos de deportación entre 2021 y mayo de 2022, una cifra considerable comparada con los 37 vuelos registrados en 2020 y los 37 de los primeros ocho meses de 2021. También aseguraron que Estados Unidos envió un vuelo de deportación al mes hacia Haití desde diciembre de 2022 hasta enero de este año.
La abogada haitiana-canadiense Gabrielle Apollon, coordinadora de la Red Hemisférica por los Derechos de los Migrantes Haitianos, aseguró a EL PAÍS que es fundamental “contextualizar la cuestión de la migración haitiana y reconocerla como un problema de todo el hemisferio, que necesita soluciones de todos”. “Los haitianos huyen de la violencia de su país y se dirigen a Estados Unidos, pero también buscan refugio en toda América Latina, incluidos México, Brasil, Chile y todo el Caribe. Como este es el año en que se conmemora el 40 aniversario de la Declaración de Cartagena, existe una necesidad urgente de que los países signatarios reconozcan a los haitianos como merecedores de protección como refugiados”, sostiene Apollon.
En los últimos años, el aumento de la crisis humanitaria en Haití ha incrementado también los flujos migratorios de sus nacionales, que llegan a Estados Unidos de manera irregular. Aunque la administración Biden implementó programas que les permite arribar al país de manera legal —como puede ser el parole humanitario, el Programa de Libertad Condicional para la Reunificación Familiar de Haitianos reanudado en 2022 o el Estatus de Protección Temporal o TPS—, lo cierto es que la situación desesperante en la isla caribeña hace que su gente emprenda varias rutas de escape, que muchas veces representan un peligro para sus vidas.
De 2019 a 2021, los haitianos fueron mayoría entre los migrantes que cruzaron la selva del Darién, y en 2022 y 2023 se mantuvieron entre las tres primeras nacionalidades en arriesgarse a esa travesía. En 2023 entraron a Estados Unidos 46.422 haitianos, lo que significó un 107% más que en 2022, según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Pero la tierra no es la única vía que buscan los haitianos: en el año fiscal 2022 la Guardia Costera interceptó a casi 7.200 haitianos en el mar y a más de 5000 en los primeros meses de 2023. Muchos son también los que han muerto por ahogamiento en estas rutas.
Datos de la División de Población de las Naciones Unidas en 2020 situaban a Estados Unidos como el principal destino de los haitianos en el extranjero, seguido de República Dominicana, Chile, Canadá, Francia y Brasil. Ya en Estados Unidos, los inmigrantes haitianos permanecen en mayor medida en los Estados de Florida, Nueva York, Massachusetts, Nueva Jersey, Pensilvania y Georgia.
Hoy muchos permanecen en México a la espera de su cita con CBP One, una espera de meses que también los ha colocado en una situación de vulnerabilidad y que demuestra que la discriminación que sufren los haitianos empieza desde mucho antes de llegar y en varios puntos de sus travesías. Amnistía Internacional denunció en un informe que el uso de la aplicación móvil situaba a los haitianos en desventaja, “ya que pueden correr un mayor riesgo de sufrir discriminación racial y violencia en el norte de México, donde son sistemáticamente excluidas de los albergues, lo que los obliga a vivir en campamentos en condiciones crueles y los expone a peligros mayores”. En el pasado también se denunció el problema de la aplicación en el reconocimiento facial de las personas negras. Igualmente, varios migrantes haitianos han asegurado sufrir malos tratos en centros de detención estadounidenses.
La historia de políticas migratorias discriminatorias de Estados Unidos hacia personas de nacionalidad haitiana no es nueva. En los noventa, se les discriminó y culpó de la propagación de VIH. En 2021 tuvo lugar un hecho que enseguida acaparó los titulares de los medios: el mundo pudo ver a un guardia fronterizo encima de un caballo dando latigazos a migrantes haitianos en la localidad de Del Río, una imagen que de inmediato remitió al pasado esclavista. A pesar de las políticas restrictivas de Biden para detener los flujos en la frontera, las autoridades estadounidenses registraron 76.100 encuentros con haitianos en el año fiscal 2023. Los últimos esfuerzos conjuntos con el Gobierno de Panamá en detener las rutas por el Darién han minimizado los flujos: un último informe sitúa a Haití en la quinta posición de personas que cruzan la selva en lo que va de año, detrás de Venezuela, Colombia, Ecuador y China.