Nueva York: Las amenazas nucleares de Putin, o de cualquier líder que posea armas nucleares, ciertamente pueden tener un impacto significativo en la política mundial y en la toma de decisiones internacionales. La posibilidad de una confrontación nuclear directa es uno de los mayores riesgos que enfrenta el mundo, y las amenazas nucleares pueden influir en la postura de los países, incluidos los miembros de la OTAN. Sin embargo, la situación es compleja y depende de varios factores.
Desde mi punto de vista, hay que traer a la mesa varios factores clave, como la teoría de la disuasión, las armas nucleares, en términos generales, funcionan como un «desincentivo» para un ataque directo debido a las consecuencias catastróficas que conllevaría.
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En el caso de Putin, las amenazas nucleares podrían estar diseñadas para disuadir a la OTAN y a los países occidentales de involucrarse demasiado directamente en el conflicto de Ucrania o de tomar acciones que puedan poner en peligro los intereses estratégicos de Rusia. Sin embargo, hay que dejar claro, qué es unaDISUASIÓN y qué es una ESCALADA.
La distinción clave entre DISUASIÓN y escalada hay que establecerla tomando en cuenta que esta primera se caracteriza por las amenazas nucleares, que pueden conmocionar temporalmente a los gobiernos. La ESCALADA, genera un ambiente de parálisis (que es lo que busca Putin), pero no necesariamente detienen las acciones de la OTAN, que ha dejado claro que un ataque nuclear de Rusia contra uno de sus miembros desencadenaría una respuesta devastadora, que activaría el artículo 5 del tratado, lo que podría significar el fin de rusia tal y como la conocemos.
Otros de los objetivos que puede materializar Putin con sus amenazas nucleares, es generar incertidumbre económica global, afectando los mercados financieros y ralentizando la economía mundial, porque los mercados bursátiles son susceptibles a estos eventos. “De la palabra a los hechos, hay mucho trecho”, reza un refrán. No hay forma de que las amenazas de Putin lleguen a materializarse sin que él y su país paguen un precio del que ya no le quede ni el menudo para devolver.
