¿Puede María Corina Machado estar en la clandestinidad dentro de Venezuela?

Si María Corina Machado tiene acceso a tecnologías seguras que ocultan su ubicación, es obvio que sería muy difícil rastrearla. De lo contrario, habría que manejar la teoría de que el régimen tolera sus apariciones públicas por motivos políticos, porque capturarla podría generar un costo internacional enorme en estos momentos de extrema tensión.
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Nueva York: La información más reciente y confiable indica que María Corina Machado se encuentra actualmente viviendo en la clandestinidad dentro de Venezuela.

En una entrevista publicada hace unas semanas en El País, se menciona que desde las elecciones presidenciales del 28 de julio de 2024, Machado lleva casi un año “en la clandestinidad”, desde un “lugar secreto” del que realiza videoconferencias, incluso la portada de esta entrevista es una llamada por Zoom mientras está resguardada.

Tras publicar una carta en The Wall Street Journal el 1 de agosto de 2024, Machado afirmó haber entrado en la clandestinidad por temor a su vida y a la de sus compatriotas. Según estos informes, no hay evidencia pública de que Machado esté en el extranjero. Tampoco se conoce una ubicación específica dentro del país por motivos obvios de seguridad. Su situación es la de una dirigente política que lidera desde la clandestinidad bajo condiciones de alto riesgo.

¿Es sostenible esto? ¿Es posible que pueda estar en el país usando dispositivos electrónicos sin que el gobierno la pueda rastrear?

El gobierno de Venezuela, a través de CONATEL y empresas estatales de telecomunicaciones (como CANTV), controla gran parte de la infraestructura de internet en el país. Esto le da capacidad de monitorear, filtrar y registrar tráfico de datos de manera amplia.

Hay informes de Amnistía Internacional, Freedom House y Access Now que documentan cómo Venezuela aplica censura digital, bloqueo de portales y monitoreo de opositores mediante su infraestructura de telecomunicaciones. Diversos reportes (Citizen Lab, 2022) muestran que Venezuela ha adquirido tecnologías de interceptación y geolocalización de empresas chinas, rusas e iraníes.

Entre ellas, herramientas para interceptar llamadas, ubicar dispositivos móviles y acceder a redes sociales y vigilancia dirigida (targeted surveillance).

Ahora bien, aunque el régimen puede rastrear dispositivos, esto no significa que pueda hacerlo en tiempo real con cada conexión. Normalmente requiere coordinación técnica y legal (aunque en Venezuela ese “marco legal” lo controla el mismo régimen).

Cuando alguien usa Zoom u otra plataforma, lo que queda visible para un tercero es la a dirección IP pública desde donde se conecta y el tráfico de datos encriptados, pero no necesariamente el contenido.

El problema es la IP,  si Machado está dentro de Venezuela y no usa una red segura (VPN, Tor, proxies internacionales), es relativamente sencillo para el régimen identificar que el tráfico proviene de un nodo de internet en territorio venezolano.

Sin embargo, si usa VPNs confiables o satélite (p. ej. Starlink), la ubicación se disfraza como si fuera otro país, lo que complica mucho la trazabilidad.

Otro elemento a tomar en cuenta es que el régimen de Maduro tiene algunas limitaciones que lo separan de la omnipotencia, a pesar de que tiene capacidades de rastreo, el aparato de seguridad venezolano no tiene el mismo nivel de sofisticación que agencias como la NSA. Lo que hace efectivo el rastreo no es tanto la técnica, sino la combinación de vigilancia técnica con redes de informantes, persecución física y represión local.

¿Qué significa todo esto en la práctica?

Si alguien, por ejemplo, María Corina Machado, hace una videollamada por Zoom desde una conexión local en Venezuela sin protección adicional, el régimen podría detectar la dirección IP y rastrear la ubicación general. El contenido de la llamada estaría cifrado, pero la fuente y el destino del tráfico (IPs) podrían ser visibles para los operadores de red bajo el control del Estado.

Si María Corina Machado tiene acceso a tecnologías seguras que ocultan su ubicación, es obvio que sería muy difícil rastrearla. De lo contrario, habría que manejar la teoría de que el régimen tolera sus apariciones públicas por motivos políticos, porque capturarla podría generar un costo internacional enorme en estos momentos de extrema tensión.

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