REPORTAJE: ¿Fue el MPD quien mató a Maximiliano Gómez (El Moreno)?
SANTO DOMINGO.- Este 23 de mayo se cumplen 50 años de la muerte en Bruselas, Bélgica, del el ex secretario general del Movimiento Popular Dominicano (MPD), Maximiliano Gómez (El Moreno), el padre del dirigente político Guido Gómez Mazara.
Considerado “mártir y héroe revolucionario” por unos y “lumpen y villano” por otros, Gómez nació el 5 de mayo de 1943 en el Ingenio Consuelo, hoy municipio Consuelo, de la provincia de San Pedro de Macorís, en el seno de una humilde familia de obreros agrícolas.
Siendo adolescente trabajó como obrero (ayudante de tornero) en las instalaciones fabriles de dicho ingenio, donde comenzó a doctrinarse en ideas «revolucionarias» con escritos de Carlos Marx, Vladimir Lenin, Mao Tse Tung y Federico Engels, entre otros.
Era alto, fuerte, disciplinadom atlético y tenía mucha habilidad. Desde muy joven pasó a militar en el Movimiento Revolucionario 14 de Junio. Ingresó en 1963 en el Movimiento Popular Dominicano (MPD), en el cual comenzó a desarrollar un fuerte liderazgo hasta llegar a ser su secretario general tras imponerse a emblemáticos fundadores de esta entidad y a líderes obreros e intelectuales de entonces. Como tal, puso en ejecución las convicciones que tenía sobre la “revolución dominicana”.
Actividades «subversivas»
Durante los convulsionados años 60, el intrépido petromacorisano entrenó revolucionarios, se enfrentó con ardor al naciente régimen de Joaquín Balaguer y luchó contra Estados Unidos. Los servicios de inteligencia consignaron en pormenorizadas fichas cada movimiento suyo, en las que le tildaron de guerrillero rural, combatiente urbano y conquistador de jóvenes para su “causa”. Lo acusaron de haber organizado golpes de Estado y planear acciones desestabilizadoras, entre ellas asesinatos de militares y figuras de la izquierda para atribuirlos a la Policía, establecer focos de insurrectos en los campos y atentar contra la vida del Presidente Balaguer.
Señalaron que él realizaba sus actividades clandestinamente y no sólo influenciaba a las masas de su partido sino también a miembros de la población civil y de las instituciones castrenses, pues supuestamente se infiltraba en los cuarteles donde atraía la oficialidad.
Durante su accionar, el Moreno utilizaba también los nombres de “Marino Rosario”, “Marino Nazario”, “Miguel Alejandro Rivas” o “Miguel Alejandro Jiménez”.
En allanamientos a viviendas donde él se ocultaba, en distintas oportunidades militares y policías dijeron haber encontrado fusiles, granadas fragmentarias, pistolas y ametralladoras.
Las autoridades lo detuvieron finalmente el 14 de enero de 1970 y lo encerraron en la Penitenciaría Nacional de La Victoria.
El secuestro de Donald J. Crowley
Tres meses después, el 24 de marzo, ocurrió uno de los hechos de mayor repercusiones de toda la historia contemporánea dominicana: el secuestro del agregado aéreo de la embajada de Estados Unidos en el país, teniente coronel Donald Joseph Crowley, luego de que jugara polo, temprano, en el hotel El Embajador.
A media mañana de ese mismo día un “Comando Unificado de Rescate” se atribuyó el secuestro y dio a conocer sus demandas, entre las que figuraba como principal la libertad de 21 presos políticos, encabezados por El Moreno, y José Ignacio Marte Polanco, quien llevaba dos años acusado de espiar para Cuba.
Como autores del secuestro las autoridades acusaron a Héctor Ortiz Jáquez y a su esposa Ivonne Altagracia Payano, a Rafael Taveras Rosario (Fafa), Otto Morales, Amín Abel Hasbún, los hermanos Héctor y Amauris Justo Duarte, Manuel de Jesús Checo Lubriel y a Rafael Luna Cabrera (un ex oficial de la Policía que pasó a militar en el Movimiento Popular Dominicano).
Aunque el doctor Balaguer se negó a dialogar con los secuestradores, a instancias del gobierno de los Estados Unidos se formó una «comisión negociadora» integrada por monseñor Hugo Eduardo Polanco Brito, arzobispo de Santo Domingo; Rafael Kasse Acta, rector de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, y doctor Bienvenido Mejía y Mejía, presidente de la Asociación Dominicana de Abogados (Adoma).
Después de 50 horas se logró un acuerdo en virtud del cual Crowley fue dejado libre y los 21 presos viajaron a México. Entre estos últimos estuvieron, además de Gómez, Winston Franklin Vargas Valdez (Platón), Efraín Sánchez Soriano (Pocholo), Manolo Plata (Freddy Valdez), Clodomiro Gautreaux, Roberto Matos Vallejo, José Gil Torres, Luis Larancuent Morris, Miguel Reyes Santana, Luis Emilio Arias, Juan Pablo Gómez, hermano de Felipa Gómez; Héctor Dumariel Santana, Angel Darío Alcántara y José Ignacio Marte Polanco.
Dejando aquí a su esposa Carmen Mazara, con quien procreó dos hijos: Guido Orlando y Fabricio Ernesto, Maximiliano fue primero a México, luego a Cuba y posteriormente a Bélgica, donde fijó residencia hasta el día de su muerte el 23 de mayo del 1971, o sea, casi un año después de que fuera expulsado de la República Dominicana.
En meses siguientes se desató una de las más brutales persecuciones contra los dirigentes del MPD.
Velo de misterio
La muerte de Maximiliano Gómez (El Moreno), ocurrida en Bruselas, la capital de Bélgica, ha estado envuelta siempre en un velo de misterio.
Un informe de la Policía Belga indicó que Gómez, quien tenía 28 años de edad, murió asfixiado al producirse un escape de gas en el apartamento donde residía, en la rue Van AA número 94, y que también sufrió síntomas de intoxicación la señora Miriam Pinedo viuda Morales, quien residía en el mismo apartamento. Los dos cuerpos fueron encontrados desnudos, agrega.
En principio hubo problemas para identificar el cadáver del dirigente del MPD, dado el hecho de que éste utilizaba varios nombres para moverse por Europa. En su pasaporte figuraba con el de “José Antonio García Duvergé”. La identificación fue finalmente hecha por su madre, Mariana Horacio, y sus hermanos Maritza Horacio de Martínez y Víctor Horacio. Algunas señas que él tenía, entre ellas su dentadura y una profunda cicatriz en la frente como consecuencia de un machetazo que recibió de un alcalde en un intento de guerrilla, permitieron establecer que se trataba de él..
Desde que se habló de su muerte, el entonces cónsul dominicano en Amberes, Bélgica, Francisco José Neris Abreu, comenzó a remitir comunicaciones al Presidente Joaquín Balaguer y a la Cancillería ofreciendo detalles del caso. Su más extenso informe contiene ocho páginas de texto y 16 de fotocopias. Los datos están basados en la investigación realizada por el comisario Van Herck.
Se han ofrecido muchas versiones y tejido especulaciones sobre quién lo mandó a matar. De inmediato, el MPD atribuyó los hechos a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos, que supuestamente libraba una política de exterminio contra los grupos de izquierda de América Latina. Otros culparon de los mismos al régimen de Balaguer.
Pero lo que ha sido poco debatido es lo relativo a las circunstancias en que se produjo el crimen.
El relato más creíble y menos divulgado
Sobre el particular, la versión más creíble y completa la ofrece nada más y nada menos que un hijo de Miriam Pinedo, quien vivía junto a ésta y El Moreno en Bruselas. Su nombre: Reynaldo Pazos Pinedo, quien a la sazón tenía 9 años y medio de edad, y fue el primero en percatarse sobre lo que había ocurrido a su madre y al dirigente del MPD.
Miriam había sido la esposa del también dirigente del Movimiento Popular Dominicano, Otto Morales, quien fue muerto a tiros por agentes de la Policía en un incidente ocurrido en la calle José Contreras, cerca de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Al igual que Gómez se fue a residir a Bruselas. Aparentemente en esta ciudad convivía maritalmente con este último junto a sus hijos, uno de los cuales era Reynaldo.
En junio del 2014, en ocasión del 37 aniversario del asesinato de Maximiliano, Reynaldo Pazos escribió para ALMOMENTO.NET un interesante artículo en el que narró con pelos y señales lo acontecido el 23 de mayo del 1971.
Extractos del mismo son los siguientes:
“Muchos pensaron y todavía les cuesta creer que quien suscribe pueda recordar muchas situaciones de aquel entonces. No solo recuerdo el orfanato donde estuve por un tiempo sino también la escuela donde estudiaba, a pocas cuadras de donde residía.
Conservo aún, después de tanto tiempo, la pequeña colección de monedas que me regalaron, los afiches del Ché Guevara en las paredes del departamento, la inolvidable melodía que le encantaba a mi madre “Guantanamera”, etc.
Recuerdo también que a mi regreso de Bélgica más de doscientas fotografías que traía conmigo en el avión no me fueron devueltas por la persona que me pidió se las mostrara. Recuerdo muchas cosas: la habitación (ubicada en un entrepiso) donde se encontraron los cuerpos de El Moreno y Miriam en mayo del 71, no era tan pequeña; tampoco era herméticamente cerrada, no estaba mal ventilada y, aunque poca, se facilitaba la corriente de aire.
Acompañé en la ida y regreso a mi madre, al El Moreno y al pequeño grupo de dirigentes del MPD esa fatídica noche de diversión. Dada mi condición de menor de edad (nueve años y medio) no era posible ingresar con ellos a un club nocturno, por lo que quedé supervisado por uno de los dirigentes en un pequeño parque de diversiones próximo a donde se encontraban.
Hasta ahora no entiendo cómo a El Moreno y a mi madre no les pasó por la mente que el propósito de que yo asistiera al “paseo” y que mis hermanos (muy chicos) quedaran solos en el departamento, era consumar lo que ya estaba planeado.
Al regreso del “paseo” los dirigentes se despidieron y se fueron, mientras yo subía los escasos escalones que separaban la habitación del entrepiso y nuestro departamento.
Con una sonrisa El Moreno se despidió esa madrugada por última vez de mí y yo de él. Observé pocas horas después que mi madre no estaba conmigo; bajé hasta el descanso de la escalera donde estaba la puerta de la habitación donde El Moreno dormiría y, al mirar por el agujero de la puerta, que no estaba obstruido, noté que corría abundante espuma blanca por su boca.
No había olor a gas en el interior del edificio, tampoco en el interior de la habitación. La abundante espuma que salía por la boca no fue precisamente por un ataque epiléptico, por lo que de forma apresurada y con angustia empecé a pedir auxilio, cuidando de que mis hermanos no se dieran cuenta.
Subí al siguiente piso donde residía una señora que era nuestra vecina a solicitar ayuda. Luego de avisarle, bajé corriendo a la esquina a llamar a la ambulancia y a la Policía. Cuando regresé a los siete u ocho minutos, ya estaban cuatro dirigentes del MPD tratando de derribar la puerta donde estaban Miriam y El Moreno, quienes en ese momento eran dados por muertos.
La oportuna llegada de la ambulancia y la rápida asistencia médica dada a mi madre logró que sobreviviera. El Moreno no lo hizo a pesar de la llegada de una segunda ambulancia.
Miriam, luego de pasar un extenso período en coma en el hospital donde por última vez la ví, fué mas tarde secuestrada, violada, torturada y descuartizada en complicidad con los mismos que planificaron el asesinato de El Moreno”.
LO MAS RESALTANTE
Lo que más resalta en este escrito es que Pazos Pinedo, el hijo de Miriam, sugiere que los autores materiales de estos hechos fueron nada más y nada menos que otros dirigentes del MPD, como parte una feroz lucha que entonces se libraba por el liderato de esta organización de izquierda. No descarta que hayan actuado siguiendo las orientaciones de Estados Unidos o de algún personero del régimen balaguerista.
De manera muy bien hilvanada, Reynaldo prácticamente destruye el argumento de que El Moreno y Miriam Pinedo murieron por un escape de gas, como se dijo luego de la muerte del primero.
VIOLADA Y DESCUARTIZADA
Como es sabido, a pesar de que la noche del 23 de mayo Miriam fue encontrada agonizante, no murió de inmediato. Luego de pasar un extenso período en coma en un hospital, fue secuestrada, violada, torturada y descuartizada en complicidad con los mismos que planificaron el asesinato de El Moreno. Una parte de su cuerpo fue encontrado en una maleta en una calle de Bruselas. Otra parte fue hallada en otra, en un lugar distinto.
La debida difusión
En virtud de que nunca se le ha dado la debida difusión a este testimonio, ALMOMENTO.NET se ha motivado a resaltarlo ahora, cuando se cumplen 45 años de estos fatídicos acontecimientos.
Extractos del escrito de Reynaldo Pazos Pinedo son los siguientes:
“El Moreno ya había pasado frío en París y tenía más que conocimientos sobre estufas a gas, Miriam también. Todos sabemos que el que sale desde nuestro cálido país a otro donde hace frío lo primero que nos advierten y enseñan es lo peligroso que son las estufas.
El plan (ordenado desde Santo Domingo) era asesinarlo, y de paso a Miriam para hacer creer que fue algo pasional.
Según estudios, en el caso de una fuga de gas que no contiene CO se produce asfixia, si lo tiene se produce envenenamiento debido a que el monóxido de carbono que contiene actúa antes de que se desplace el aire de la atmósfera. Otros estudios argumentan que la intoxicación por monóxido de carbono puede ser difícil de diagnosticar debido a que los síntomas son similares a los de otras enfermedades.
La habitación (ubicada en un entrepiso) donde se encontraron los cuerpos de El Moreno y Miriam en mayo del 71, no era tan pequeña; tampoco era herméticamente cerrada, no estaba mal ventilada y, aunque poca, se facilitaba la corriente de aire.
Acompañé en la ida y regreso a mi madre, al El Moreno y al pequeño grupo de dirigentes del MPD esa fatídica noche de diversión. Dada mi condición de menor de edad (nueve años y medio) no era posible ingresar con ellos a un club nocturno, por lo que quedé supervisado por uno de los dirigentes en un pequeño parque de diversiones próximo a donde se encontraban.
Hasta ahora no entiendo cómo a El Moreno y a mi madre no les pasó por la mente que el propósito de que yo asistiera al “paseo” y que mis hermanos (muy chicos) quedaran solos en el departamento, era consumar lo que ya estaba planeado.
Al regreso del “paseo” los dirigentes se despidieron y se fueron mientras yo subía los escasos escalones que separaban la habitación del entrepiso y nuestro departamento. Con una sonrisa El Moreno se despidió esa madrugada por última vez de mí y yo de él. Observé pocas horas después que mi madre no estaba conmigo; bajé hasta el descanso de la escalera donde estaba la puerta de la habitación donde El Moreno dormiría y, al mirar por el agujero de la puerta, que no estaba obstruido, noté que corría abundante espuma blanca por su boca. No había olor a gas en el interior del edificio, tampoco en el interior de la habitación.
La abundante espuma que salía por la boca no fué precisamente por un ataque epiléptico, por lo que de forma apresurada y con angustia empecé a pedir auxilio, cuidando de que mis hermanos no se dieran cuenta. Subí al siguiente piso donde residía una señora que era nuestra vecina a solicitar ayuda. Luego de avisarle, bajé corriendo a la esquina a llamar a la ambulancia y a la Policía.
Cuando regresé a los siete u ocho minutos, ya estaban cuatro dirigentes del MPD tratando de derribar la puerta donde estaban Miriam y El Moreno, quienes en ese momento eran dados por muertos. La oportuna llegada de la ambulancia y la rápida asistencia médica dada a mi madre logró que sobreviviera. El Moreno no lo hizo a pesar de la llegada de una segunda ambulancia.
Los signos y síntomas de la muerte de El Moreno son muy diversos. El y Miriam no fueron envenenados con gas sulfúrico porque no tenían restos de espuma y sangre en la boca y nariz; sólo tenían abundante espuma blanca, muy blanca, en la cara, pecho y brazos. (Al abrir la habitación, ambos estaban vestidos con la misma ropa; sólo El Moreno tenía la camisa completamente desabrochada).
Pudo haber sido un envenenamiento vía oral o digestivo con cianuro, que además te hace expulsar espuma por la boca y para aquella época era muy fácil de conseguir en las droguerías justificando su compra para revelado fotográfico o para usarlo supuestamente en joyería. Para la época no creo que hayan usado sarin, que es más tóxico que el cianuro, te lleva al coma y mueres haciendo salir también espuma por la boca. Otro veneno pudo ser órgano fosforado o carbamato. Son muchos los venenos y cosas sobre las que podríamos hablar, pero en esta oportunidad concluyo señalando que la falta de oxígeno (anoxia) fue ocasionada intencionalmente para ambos crímenes.
No podían dejar viva a Miriam porque el costo era demasiado alto para los que traicionaron al líder Maximiliano Gómez.
Prisas y sospechas
Estaban afuera esperando ver pasar el cadáver de su enemigo. Desde que se despidieron y se fueron habían pasado escasamente una o dos horas. Al verme salir en llantos del edificio cuando fuí a llamar a la Policía y a la ambulancia, al ver las luces de la vecina de arriba que estaban encendidas y la de los pasillos, al sentir los gritos, se apresuraron en subir y verificar si su “encargo” se había consumado.
De los cuatro “camaradas” que ví, por lo menos dos de ellos fueron actores directos del cobarde asesinato de Maximilano Gómez. Cuando ví a El Moreno y a mi madre como ya dije antes, no estaban desvestidos. Es obvio entonces, y se explica claramente, la desesperación por a derribar la puerta de la habitación donde se encontraban.
No me dejaron entrar a la habitación después que lograron abrirla; tenían que desvestir a ambos para que pareciera algo pasional. Es posible que hasta ese momento uno o dos de ellos no conocieran el macabro plan, por lo que la angustia por abrir la puerta respondiera a la necesidad de salvar al El Moreno. La sorpresa para ellos fue que Miriam sobrevivió antes de llegar al hospital, quedó en coma, pero eso los complicó. No podían dejarla viva porque constituía un verdadero peligro.
Se montó una supervigilancia en el hospital y su entorno a fin de que si salía del coma no tuviera contacto con nadie.
Se ha dicho que esa mañana supuestamente sostendrían “una reunión” con El Moreno, pero la hora a la que estaba pautada no coincide en lo más mínimo con los acontecimientos de esa fatídica madrugada del 23 de mayo de 1971. La dizque “oportuna reacción” de los cuatro camaradas fue antes de llegar la Policía y las ambulancias, por lo que no fue casual que estuvieran ahí.
De su participación en los hechos no me cabe la menor duda. Hubo posiblemente complicidad con la CIA. Había que vengar y castigar el escandaloso episodio del secuestro del Coronel Crowley y había que destrozar al glorioso MPD, lo cual para el Estado Dominicano era más que prioritario. Para la dirigencia del Movimiento Popular Dominicano también era “atractivo” desbancar a El Moreno. Físicamente no estaba en la República Dominicana pero desde la distancia su liderazgo era incuestionable y cada vez más contundente.
Miriam Pinedo, a su vez, también tenía fuerza porque era la viuda de Otto Morales, principal gestor del secuestro de Crowley y de la posterior negociación para su libertad a cambio del grupo de camaradas que lograron llegar a México como exiliados, entre ellos, el propio Maximiliano, Efraín Sánchez Soriano (Pocholo), Freddy García, ex sargento de la Fuerza Aérea Dominicana apodado Manolo Plata “El Flaco”, Juan Pablo Gómez (hermano de Felipa Gómez), Roberto Vallejo.
Los organismos de Inteligencia del Estado Dominicano, la CIA, los sanguinarios de Balaguer y su Banda Colorá, el cuerpo diplomático que nos representaba en Francia, las representaciones diplomáticas de los países limítrofes, la dirigencia completa del MPD de la época, todos, unos más que otros, tienen responsabilidades y deben pronunciarse con la verdad, para el esclarecimiento final de ambos asesinatos.
La única tesis hasta ahora un poco creíble es que a El Moreno y a Miriam, en el club nocturno les suministraron intencionalmente somníferos.
Lamentablemente, al momento de conocerse la muerte de El Moreno su familia creyó que fue por motivos pasionales y por descuido de dejar encendida una estufa de calefacción a gas. El cadáver de El Moreno fue trasladado a la República Dominicana sin que su familia pudiera conocer realmente las razones de su cobarde asesinato. Digo cobarde, porque ninguno de sus enemigos se atrevió a matarlo de frente.
De no haber descuartizado a Miriam, lo más probable era que se sabría la verdad de quiénes participaron y quiénes dieron la orden del asesinato. Ambos (El Moreno y Miriam) sospechaban que algo andaba mal. En la tarde del 22 de mayo, estuvieron conversando delante de mí, en el departamento que era de un solo ambiente (bastante amplio), en la mesa que hacía de comedor. Los noté preocupados.
Aunque los hijos de El Moreno (Guido y Fabricio Gómez Mazara), quien suscribe y mis hermanos nos criamos con las dudas sobre lo que realmente sucedió el 23 de Mayo de 1971, pienso que con estas informaciones puedo aportar significativamente a desenmascarar a los reales asesinos y se clarifique de una vez y por todas la trama del asesinato del líder del MPD, Maximiliano Gómez y el descuartizamiento de Miriam Pinedo.
Hay algunos responsables que han muerto ya, pero los que aún viven son conocedores de los hechos. Algunos participaron directamente, otros indirectamente. Deben ser todos sometidos a la justicia.
Muy humildemente les solicito que colaboren para que los verdaderos responsables.puedan ser sometidos a la acción de la justicia. Es importante para mí y para toda la sociedad dominicana que se reinicien las investigaciones».