Sobre la situación de la explotación bilateral del río Dajabón, conflicto u Oportunidad
En Ocasión de una reciente conversación con el amigo de años Pelegrín Castillo sobre los acontecimientos relativos al uso del río Dajabón y este me señaló que en su opinión la República Dominicana debe de ver con absoluta integridad y suficientes criterios hidrológicos y diplomáticos la situación pidiéndome que escribiera al respeto.
Consentí en que las publicaciones de prensa sobre los recientes informes oficiales de experticios dominicanos no parecen apegarse a estos criterios y que podíamos mejorar las apreciaciones oficiales. En ese sentido me permito compartir lo siguiente.
En primer lugar, hay que señalar que un criterio hidrológico básico para evaluar las extracciones de agua del curso fluvial es el tamaño de la cuenca tributaria y su distribución entre las partes en el caso de las cuencas transnacionales, como es el caso de la cuenca tributaria del río Dajabón.
Así mismo el estado de salud de la cuenca en cada porción determina los aportes aprovechables al curso fluvial, esto tomando en cuenta que ese criterio gobierna el balance entre la escorrentía superficial y la escorrentía subsuperficial.
Esta consideración hidrológica trasciende su naturaleza y nos transporta al escenario de las relaciones internacionales, ayudándonos a determinar que corresponde a cada una de las partes.
Lo anterior indica que asumir, como lo hace el reporte del INDRHI, que lo equitativo es 50 % y 50 % para cada país es prematuro y no presenta fundamento en el documento. Lo cual, junto a la unilateralidad de la decisión de Haití, puede coadyuvar a la promoción de un conflicto.
En segundo lugar, las precipitaciones son el tercer elemento esencial en el estudio de los sistemas fluviales, dado que estas en la isla española tienen génesis oceánicas y su dinámica están vinculadas a efectos globales y a la topografía insular, podemos pensar que en ambas partes de la cuenca tributaria tenemos precipitaciones similares y estables en el tiempo, con su típica y atípica faja de variabilidad climática.
Dicho esto, cabe señalar que debemos enfocarnos más allá de la distribución del aprovechamiento, en el cuido y promoción de la salud de la cuenca en ambos lados. Eso sin dudas promovería, no solo, un sistema de aprovechamiento del recurso sostenible, sino también un paso adelante hacia unas relaciones bilaterales armoniosas.
Ciertamente una cotizada oportunidad para ambos países.
Finalmente señalaría que añadir a nuestra cartera de cooperación con Haití nuestra experiencia en reforestación, así como la disponibilidad de las requeridas infraestructuras coloca al gobierno dominicano en una posición privilegiada en la búsqueda de soluciones a este potencial conflicto generando estabilidad a los dos países.