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Occidente tiene que entender algo sobre Rusia o Ucrania

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WASHINGTON — “Tienes que entenderlo, George. Ucrania ni siquiera es un país”. Estas fueron las estremecedoras y ‒ahora así se revela‒ proféticas palabras pronunciadas en 2008 por el hombre fuerte de Rusia, Vladimir Putin, durante una reunión con el por entonces presidente de Estados Unidos, George W. Bush. Fue una reivindicación inequívoca de propiedad sobre una nación soberana, una reivindicación que, catorce años después, tiene una resonancia particular, ahora que Putin ha reconocido la independencia de dos regiones ucranianas y ha enviado tropas para dar apoyo a los separatistas respaldados por Rusia.

Occidente está indignado por la agresión perpetrada por Putin, así como por la lógica que sostiene su aparentemente inevitable invasión a gran escala. “En el nombre de Dios, ¿quién cree Putin que le da derecho a declarar supuestos nuevos países en territorio que pertenecía a sus vecinos?”, se preguntaba el presidente Biden en declaraciones hechas por la Casa Blanca el martes.

Tal indignación, no obstante, ignora una verdad compleja e incómoda: muchos rusos se sienten identificados con el sentir de Putin en relación a Ucrania y comparten las creencias establecidas sobre la relación de la superpotencia nuclear y su vecino mucho más pequeño, que tiene una cultura y un idioma similar. Eso puede explicar por qué la acción militar contra Ucrania cuenta con el apoyo de muchos rusos, quienes la ven como una respuesta necesaria a las intromisiones de Occidente.

“Estados Unidos tiene muchas ganas de comenzar esta guerra”, dijo un moscovita de edad avanzada al New York Times, citando ‒al igual que Putin‒ la expansión de la OTAN en Europa del Este como la principal razón del actual conflicto. En este momento, Ucrania no cumple los requisitos para ser miembro, pero Rusia ha observado con esmero como en los últimos veinte años la alianza occidental se acercaba cada vez más.

Tras haberme criado en la Unión Soviética en los años 80, puedo decir sin miedo a equivocarme que la mayoría de rusos ven Ucrania como parte de Rusia. No es posible hablar por una nación de 144 millones de personas, especialmente después de haberme ido de ahí, pero, paradójicamente, la visión rusa de la geopolítica y la historia se ha vuelto cada vez más nacionalista en sus reivindicaciones de lo que fue durante la era soviética, cuando acogió a Joseph Stalin como líder modélico.

Con la disolución de la Unión Soviética, catorce repúblicas fueron liberadas del control del Kremlin, solo para descubrir que la independencia auténtica no sería cosa fácil. Rusia “nunca aceptó nada más que las independencias condicionales de las antiguas repúblicas, declaradas en alianza con Moscú y pertenecientes a la esfera de influencia rusa”, escribió recientemente en el Financial Times Serhii Plokhii, profesor de Historia de Ucrania en la Universidad de Harvard. Bielorrusia se acercó mucho a Rusia, mientras que los tres estados bálticos buscaron (y lograron) vínculos estrechos con Europa occidental.

Biden nomina a Jackson, primera mujer negra, a la Corte Suprema

WASHINGTON (AP) — El presidente Joe Biden nominó el viernes a la jueza de la corte federal de apelaciones Ketanji Brown Jackson a la Corte Suprema de Estados Unidos, convirtiéndola en la primera mujer negra seleccionada para servir en una corte que una vez declaró que su raza no merecía la ciudadanía y apoyó la segregación.

Al presentar a Jackson, Biden la llamó una “constructora de consenso comprobada” que tiene “una comprensión pragmática de que la ley debe funcionar para el pueblo estadounidense”.

“Ella se esfuerza por ser justa, por hacerlo bien, por hacer justicia”, agregó el presidente.

En Jackson, Biden cumple una promesa de campaña de hacer el nombramiento histórico y diversificar aún más una corte que estuvo compuesta en su totalidad por hombres blancos durante casi dos siglos. Eligió a una abogada que sería la primera exdefensora pública del tribunal superior, aunque también posee la experiencia legal de élite de otros jueces.
Jackson sería el segundo juez negro de la corte actual: el juez Clarence Thomas, un conservador, es el otro, y solo el tercero en la historia. Reemplazaría al juez liberal Stephen Breyer, de 83 años, quien se jubilará al final de su mandato este verano, por lo que no cambiará la mayoría conservadora de 6-3 de la corte.

Jackson se uniría a la corte mientras sopesa los recortes a los derechos de aborto y considerará poner fin a la acción afirmativa en las admisiones universitarias y restringir los esfuerzos de derechos de voto para aumentar la representación de las minorías.

Ella sería solo la sexta mujer en servir en la corte, pero se uniría a otras tres que ya están allí, incluida la primera latina, la jueza Sonia Sotomayor.

En breves comentarios, Jackson agradeció a Biden y dijo que estaba “honrada por el extraordinario honor de esta nominación”. Destacó la experiencia de primera mano de su familia con la totalidad del sistema legal, como jueces y abogados, un miembro encarcelado y agentes de policía.

De pie junto a Biden en la Casa Blanca, habló de la naturaleza histórica de su nominación y señaló que compartió un cumpleaños con Constance Baker Motley, la primera mujer negra en ser confirmada para el banco federal.
viernes, 25 de febrero de 2022 8:38 am
WASHINGTON — “Tienes que entenderlo, George. Ucrania ni siquiera es un país”.

Estas fueron las estremecedoras y ‒ahora así se revela‒ proféticas palabras pronunciadas en 2008 por el hombre fuerte de Rusia, Vladimir Putin, una reunión con el entonces presidente de Estados Unidos, George W. Bush. Fue una reivindicación inequívoca de propiedad sobre una nación soberana, una reivindicación que, catorce años después, tiene una resonancia particular, ahora que Putin ha reconocido la independencia de dos regiones ucranianas y ha enviado tropas para dar apoyo a los separatistas respaldados por Rusia.

Occidente está indignado por la agresión perpetrada por Putin, así como por la lógica que sostiene que aparentemente es inevitable una gran escalada. “En el nombre de Dios, ¿cree Putin quién le da derecho a declarar supuestos nuevos países en territorio que pertenecía a sus vecinos?”, se preguntó el presidente Biden en declaraciones hechas por la Casa Blanca el martes.

El presidente Vladimir Putin se dirige al pueblo ruso el pasado martes (Servicio de Prensa del Kremlin / Handout / Anadolu Agency a través de Getty Images).
El presidente Vladimir Putin se dirige al pueblo ruso el pasado martes (Servicio de Prensa del Kremlin/Handout/Agencia Anadolu a través de Getty Images).
Tal indignación, no obstante, ignora una verdad compleja e incómoda: muchos rusos se sienten identificados con el sentir de Putin en relación a Ucrania y comparten las creencias establecidas sobre la relación de la superpotencia nuclear y su vecino mucho más pequeño, que tiene una cultura y un idioma similar. Eso puede explicar por qué la acción militar contra Ucrania cuenta con el apoyo de muchos rusos, quienes la ven como una respuesta necesaria a las intromisiones de Occidente.

“Estados Unidos tiene muchas ganas de comenzar esta guerra”, dijo una moscovita de edad avanzada al New York Times, citando ‒al igual que Putin‒ la expansión de la OTAN en Europa del Este como la principal razón del conflicto actual. En este momento, Ucrania no cumple los requisitos para ser miembro, pero Rusia ha observado con esmero como en los últimos veinte años la alianza occidental se acercaba cada vez más.

Tras haberme criado en la Unión Soviética en los años 80, puedo decir sin miedo a equivocarme que la mayoría de rusos ven Ucrania como parte de Rusia. No es posible hablar por una nación de 144 millones de personas, especialmente después de me ido de ahí, pero, paradójicamente, la visión rusa de la geopolítica y la historia se ha vuelto cada vez más nacionalista en sus habla de lo que fue durante la era soviética, cuando acogió a Joseph Stalin como líder modélico.

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