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Ahora que todo pasó…

"Tan bien hay que felicitar a los “candidatos perdedores” por haber reconocido el triunfo de Luis Abinader en el plazo más breve de la historia moderna. Aunque, a decir verdad, ellos realmente nunca estuvieron compitiendo en realidad; y puede que tal peculiaridad explique y soporte su ágil respuesta a los resultados".
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Muy al margen de que usted se sienta ganador o perdedor en este pasado proceso electoral, hay que convenir en que ya todo pasó y que logramos un certamen bastante organizado; tal vez el mejor de los pasados treinta años. Pero la política va de manos con la pelota y lo que sirve para una sirve para la otra. Así que, el out 27 fue cantado por el árbitro principal (JCE), y eso significa que el juego terminó. Solo falta desalojar el estadio y apostar para el próximo torneo.

Sin embargo, hay cosas que deben hacerse antes de meterse de lleno en lo que pudiera suceder en el 2028, asunto éste que estará en carpeta tan pronto como el 17 de agosto de 2024, si es que ya no lo está. Y son cosas sencillas, que se “caen de la mata”, por lo maduras que están. Por ejemplo, el país debe darle un voto de apoyo y reconocimiento a la Junta Central Electoral por el magnífico trabajo que realizó; y estudiar las modificaciones que recomendará para hacer más productivo el sufragio. Los dominicanos merecen un régimen electoral decente y funcional, que fortalezca los partidos políticos y eviten los desaguisados y fechorías electorales que se cometieron en el proceso.

Tan bien hay que felicitar a los “candidatos perdedores” por haber reconocido el triunfo de Luis Abinader en el plazo más breve de la historia moderna. Aunque, a decir verdad, ellos realmente nunca estuvieron compitiendo en realidad; y puede que tal peculiaridad explique y soporte su ágil respuesta a los resultados. De cualquier manera, el país siempre agradecerá su gesto, por oportuno y previsor.

Pero, aparte de estos dos acontecimientos (el desempeño de la JCE y la diligente acción de los perdedores), hay un hecho que es más importante -por lo que implica- y que debe ser recibido y atendido con la mayor sobriedad por el estamento político criollo. Me refiero a la propuesta de concertación del Presidente, con miras a acometer de forma unitaria y colectiva, los principales males de la nación dominicana.

La oposición no debe dejar en el tintero la respuesta a la solicitud del Presidente, que debe tener incluso, mayor rapidez que la mostrada para reconocer su victoria. Es que los tiempos por venir demandan un Gran Acuerdo Nacional (no partidario como se ha hecho hasta hoy) sino consistentemente plural, para poder enfrentar con éxito los desafíos que de seguro nos traerá el nuevo orden global, especialmente en América. Hoy más que nunca, la zona geopolítica a la que pertenecemos está compelida a jugar un papel primordial en el reparto futuro del mundo. Por eso debemos estar unidos y prestos a respaldar la propuesta unificadora del presidente Abinader.

En el fondo, lo que busca el Presidente con su apertura hacia el establishment político  es adecuar la nación en su estructura interna, a los retos que nos esperan en el orden regional. La reforma constitucional, que es la primera fase de ese gran acuerdo, estará destinada a prevenir incursiones furtivas con fines puramente reeleccionistas de parte del Poder Ejecutivo de turno.

En lo relativo al sistema judicial, Abinader procura formalizar los avances logrados con el ministerio público independiente que ya existe y establecer una forma de selección futura de la Procuraduría General que garantice su independencia y que le de carácter constitucional a su estructura básica, evitando los abusos de poder que la sociedad tanto ha rechazado.

La comunidad dominicana que vive fuera del país -ante esta muestra de patriótico  civismo del Presidente- quiere poner en carpeta varias ideas para complementar las reformas a la Carta Magna, algunas de las cuales ya han sido aireadas públicamente y otras que, tal vez no requieran rango constitucional, pero que, igual sentimos necesidad de enumerarlas:

  1. Se debe crear el Ministerio de Justicia, independiente de la Procuraduría General, para separar sus funciones.
  2. Convendría fundir en un solo ministerio todo lo relativo a la familia dominicana; por ejemplo: mujeres, juventud, envejecientes y menores de edad.
  3. El país demanda una reforma fiscal, no solo tributaria, que nos adecúe al criterio de que “el que más tiene más debe pagar”, regla básica del desarrollo humano actual.
  4. Afinar el gasto, especialmente en áreas como la administración gubernamental y la educación pública.
  5. Redefinir la estrategia nacional a seguir en dos sectores básicos de la vida nacional como son el eléctrico y el de manejo de las aguas.
  6. Delinear lo concerniente a la Seguridad Social, a fin de garantizar el futuro de los envejecientes, formalizando el trabajo y la cotizaciones al sistema.
  7. Insistir en el tema fronterizo hasta garantizar el futuro de la nación y el país dominicanos, en términos de territorio, economía, cultura y estilo de vida.
  8. Enfrentar la delincuencia en la política, por lo que se debe obligar los partidos a establecer procedimientos de admisión estrictos.

¡Vivimos, seguiremos disparando!

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