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Basura, pestilencia, indigentes, desamparados y ratas siguen inundando calles del Alto Manhattan

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NUEVA YORK._ Montones apilados de basura, pestilencia, indigentes, desamparados y ratas, siguen inundando las calles del barrio dominicano Washington Heitghs (Alto Manhattan), aumentando la mala calidad de vida y poniendo en riesgo altos niveles de contaminación, mientras las autoridades municipales no están haciendo nada para reducir el escenario.

Según residentes de varios sectores como Inwood y Hamilton Heigths, la apertura de refugios (shelters) para desamparados, mayoritariamente ex presidiarios y adictos a las drogas, son parte de los factores que están contribuyendo a la situación que se empeora cada día, al no haber un enforzamiento de leyes y ordenanzas municipales que registren la presencia de los indigentes y drogadictos en lugares específicos como los parques, plazas, áreas comerciales y edificios de viviendas, entre otros.

Día y noche muchos de los acogidos en los refugios en el Alto Manhattan como dos, situados en la calle 174 y avenida Audubon salen a recorrer el vecindario pidiendo dinero compulsivamente para comprar drogas, aunque argumentan  que es para comida.

Tiran basuras por doquier, se orinan en cualquier parte, se estacionan en las entradas principales de los edificios para consumir los narcóticos, como heroína inyectada, fentanilo, cocaína y Crack.

El sistema de salud los califica como “enfermos”, por lo que se abstiene de asumir medidas represivas contra ellos, lo que es también es criticado por grupos comunitarios.

Las imágenes de la basura amontonada en lugares de recreación como la Plaza de Las Américas en la calle 175, entre avenidas Wadsworth y Broadway y en el lateral que da a esa calle del teatro United Palace, está haciendo que el lugar, en control de la Corporación de Desarrollo de Washington Heigths y la ciudad, está perdiendo su glamor.

Esa plaza, réplica de un mercado popular en países subdesarrollados, fue construida para alojar a vendedores  que ahora están fuera de circulación por las restricciones de la pandemia COVID-19 y en conflicto con el ayuntamiento, reclamando que se les deje seguir vendiendo.

La plaza, es también ahora cobija para desamparados e indigentes que hasta duermen en sus mosaicos y bancos.

En los parques del área como el Highbridge Park en la avenida Ámsterdam, franja entre calles 172 y 174, se pueden ver a los adictos a las drogas en grupos, consumiendo los estupefacientes, tanto de día como de noche, sin importarles la presencia de familias y niños.

Muchos tiran las agujas hipodérmicas que usan para inyectarse las drogas en aceras, grama y zafacones de basuras situados en esquinas y frente a los edificios familiares.

Aunque en los últimos días, es notorio un aumento significativo del patrullaje policial, el ambiente sigue siendo nocivo.

Especialmente por las noches y al caminar en cuadras de la zona, las ratas brincan encima de los transeúntes, y permanecen en busca de restos de comidas en las bolsas de basura.

Los ruidos, como el alto volumen de la música en vehículos, la calibración, arriesgadas  piruetas y aceleración de motores y pasolas, es otro factor criticado por los comunitarios.

El cuadro actual, recuerda las décadas de los ochentas y noventas, cuando el caos reinaba en los mismos vecindarios del barrio en Manhattan con mayor población dominicana del mundo.

 

 

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