Cómo hablar con niños y adolescentes sobre tragedias que involucran la pérdida de seres queridos

La tragedia ocurrida en la discoteca Jet Set en República Dominicana, que ha cobrado la vida de más de 100 personas, nos sacude como sociedad.
Pero, más allá del dolor colectivo, están las familias que han perdido seres queridos, incluidos niños y adolescentes que ahora deben procesar el impacto de una pérdida profunda.
¿Cómo podemos acompañarlos en este momento? ¿Cómo explicarles lo inexplicable?
Basarnos en los primeros auxilios psicológicos y en el entendimiento de cada etapa del desarrollo infantil nos permite brindar un acompañamiento sensible, adecuado y respetuoso del dolor ajeno.
A continuación, una guía para padres, cuidadores y educadores sobre cómo abordar la noticia de una tragedia cuando hay una pérdida directa.
De 0 a 3 años: más allá de las palabras
Aunque aún no dominen el lenguaje, los niños pequeños comprenden más de lo que imaginamos. Lo más importante en esta etapa es contener, calmar, informar de forma simple y normalizar las emociones.
- Contener significa brindar cariño y seguridad sin sobrerreaccionar. Mostrar emociones está bien, siempre que sea de forma controlada.
- Calmar puede incluir un baño tibio, caricias suaves o contar una historia sencilla que dé consuelo.
- Informar debe hacerse con honestidad, incluso si solo decimos “no lo sé” en lugar de inventar respuestas.
- Normalizar y consolar implica validar sus emociones, permitirles dibujar o jugar como forma de expresión, y mantener rutinas estables.
Señales a observar: problemas para dormir, regresión en su desarrollo, irritabilidad o dependencia excesiva. Si persisten más allá de un mes, es recomendable buscar ayuda profesional.
De 3 a 6 años: entre el juego y el pensamiento mágico
A esta edad los niños combinan realidad con fantasía, y suelen ver la muerte como algo reversible. Pueden sentirse culpables, aunque no lo verbalicen. El juego es su forma de elaborar el dolor.
- Contener significa brindarles cariño y espacios para jugar, descansar y dibujar.
- Calmar requiere hablarles con suavidad, a su nivel físico y emocional, respetando su ritmo.
- Informar con lenguaje claro, sin minimizar ni mentir. Es importante corregir ideas erróneas que puedan haber escuchado de otros.
- Normalizar y consolar es ayudarles a entender que está bien estar tristes o enojados, y que no perderán nuestro amor si retroceden en su comportamiento.
Permitirles asistir a rituales de despedida también puede ser sanador.
De 6 a 9 años: la muerte como algo real e irreversible
En esta etapa, los niños comprenden que la muerte es definitiva, aunque aún no perciben que ellos mismos morirán. Tienden a construir narrativas mezclando retazos de información con fantasía, y son muy sensibles a la incongruencia emocional en los adultos.
- Contener implica nombrar sus emociones: “Veo que estás asustado, pero estás a salvo”.
- Calmar con comparaciones realistas les ayuda: “Como aquella vez que te caíste, ahora estás preocupado, pero con el tiempo dolerá menos”.
- Informar sólo cuando estén calmados, de forma breve y clara. Evitar explicaciones largas o técnicas.
- Normalizar sus emociones les permite integrar lo que sienten sin culpa.
- Consolar es asegurarles que estarás ahí, sin prometer que todo estará bien, pero sí que los acompañarás.
Es esperable que presenten miedos, trastornos del sueño o recreaciones del evento. Estas reacciones son normales durante 4 a 6 semanas.
De 9 a 12 años: en la antesala de la adolescencia
Estos preadolescentes tienen una comprensión más parecida a la de un adulto. Saben que la muerte es definitiva y que puede afectar a quienes aman, incluso a ellos mismos. Son altamente emocionales, y sus reacciones pueden fluctuar entre la risa, el llanto y la negación.
- Contener es encontrar el equilibrio entre protegerlos y permitirles su espacio. No forzarlos a hablar, pero dejar claro que estás disponible.
- Calmar es hablar pausadamente y con sinceridad. Darles tiempo para evadir también es parte de sanar.
- Informar con la verdad, sin rodeos, y con un tono sereno. Explicar lo que pasó sin dramatizar, pero sin ocultar.
- Normalizar sus reacciones: desde la irritabilidad hasta el aislamiento. Son respuestas humanas ante el dolor.
- Consolar implica mantener una presencia constante, respetuosa y sin presión. Sus pares juegan un papel importante, así que propicia que estén en contacto con sus amigos.
No busques corregir su tristeza, sino acompañarla. El proceso de duelo en esta edad puede traer conductas de riesgo o alteraciones en la alimentación y el sueño, y requiere paciencia.
En todas las edades: honestidad, presencia y amor
Hablar de la muerte nunca es fácil, mucho menos cuando es repentina, masiva y dolorosa. Sin embargo, los niños merecen verdades que puedan sostener y adultos que no teman acompañarlos con su humanidad.
El duelo es un proceso y, como tal, necesita tiempo. Nuestra tarea no es evitar el sufrimiento, sino estar disponibles, escuchar, validar y amar. El silencio, los abrazos, la rutina y el simple acto de estar son también formas de sanar.
Ericarol Carlo es certificada en Primeros Auxilios Psicológicos, facilitadora certificada en Mindfulness, Coach en Pensamiento Transformacional y escritora que ayuda a otros autores a lograr sus sueños de publicar.