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Crítica de cine: ‘5 sangres’

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Como andan las cosas en esta época de protestas en contra de las injusticias sociales, no dudo para nada que el sentido de urgencia de la problemática sea utilizado como vehículo didáctico por los grandes los directores afroamericanos de la actualidad que tienen la necesidad de hacernos reflexionar para no tener que encender el televisor y contaminarnos de las mismas noticias cansinas. De hecho, creo que ya lo están haciendo. El más destacado, sin duda, es Spike Lee. En casi toda su filmografía, Lee se ha encargado de cartografiar las contrariedades políticas relacionadas al colorismo, los prejuicios y el racismo institucional al que se enfrenta la comunidad afroamericana en los Estados Unidos. Ningún director afroamericano de los últimos 50 años, ha sido más relevante que él. No me equivoco cuando digo que Lee es el cineasta afroamericano más importante en la historia del cine desde Oscar Micheaux. Películas como ‘Do the Right Thing‘ y ‘Malcolm X‘ son tan vigentes como nunca. En el 2018, Lee dirigió “BlackKklansman“, una de sus mejores películas en examinar el odio sistemático de una nación condenada a repetir las atrocidades de tiempos remotos.
Hace poco, aprovechando el confinamiento desde casa, pude ver ‘5 sangres‘, la película más reciente de Lee que se encuentra disponible en la plataforma de Netflix y con la que, aparentemente, continúa amplificando un discurso sociopolítico que hoy en día es demasiado valioso. Lo que veo me logra sorprender porque parece una versión afroamericana de ‘Apocalipsis ahora‘ y ‘El tesoro de Sierra Madre‘. No sé si exagero al decir eso, sobre todo porque no está en el horizonte de excelencia de esas dos obras maestras, pero las referencias son demasiado evidentes para ignorarlas, especialmente cuando narra las peripecias de unos veteranos afroamericanos de la guerra de Vietnam que regresan al lugar de la contienda para recobrar el cadáver de un colega y de paso rastrear unos lingotes de oro perdidos en la jungla que destruye razas. El tono es decididamente provocativo cuando elabora el revisionismo del subgénero bélico de Vietnam. Aunque el metraje se extiende un poco más de lo necesario en dos horas y media, paso un rato muy agradable viendo la aventura particular de esos personajes traumatizados que se sienten engañados por la exclusión y por las trampas del imperialismo en los tiempos de la conflagración.
Situar el argumento en la guerra de Vietnam, supongo, es el punto adecuado para que Lee hable de la discriminación racial y de la inmoralidad de un régimen que parece disfrutar la idea de enviar a los más oprimidos a luchar sus guerras, así como también explora los dilemas morales y refleja a la vez la trágica verdad de que esos veteranos son prisioneros perpetuos de un trastorno de estrés postraumático, desencadenado por los recuerdos que evocan las heridas de la guerra cuando eran renegados que rechazaban la ética militar para exigir sus derechos civiles.
Los componentes estéticos añaden cierta distinción al estilo visual de la película. Me resultan muy interesantes las imágenes históricas de carácter documental sobre los momentos impactantes de la guerra de Vietnam. También las escenas retrospectivas en que los protagonistas mantienen su apariencia anciana, a pesar de retratarse como jóvenes militares.
No creo que se trate de la mejor película de Lee ni mucho menos la más excepcional del año, pero no me sorprendería si consigue varias nominaciones en los Oscars. Tiene diálogos contagiosos, escenas antológicas y personajes entrañables que se quedan conmigo al terminar los créditos. Puede que en algún instante pierda el ritmo, pero eso no me preocupa tanto cuando veo buenas interpretaciones. La actuación de Delroy Lindo, como ese atormentado veterano que se empodera para eviscerar las falsas promesas, me parece una de las más brillantes de su carrera. Se ha estrenado en un momento preciso donde nuevas voces demandan un cambio de perspectiva en el agitado mundo político de la sociedad que nos rodea.

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