Cumbre entre Trump y Putin en Alaska deja fuera a Zelenskyy, ¿Paz sin soberanía ucraniana?

La cumbre de Alaska podría marcar un punto de inflexión en el conflicto, pero la exclusión de Ucrania del diálogo plantea una pregunta clave,  ¿es posible una paz real si el país agredido no tiene voz en la negociación?
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Una reunión de alto riesgo entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su homólogo ruso, Vladimir Putin, está prevista para este viernes 15 de agosto en Alaska con el objetivo oficial de discutir el fin de la guerra en Ucrania. Sin embargo, la ausencia del presidente ucraniano, Volodymyr Zelenskyy, ha encendido las alarmas en Kiev y en varias capitales europeas, que advierten sobre el riesgo de un acuerdo que se negocie a espaldas del país invadido.

Zelenskyy ha reiterado que no aceptará ninguna cesión territorial como condición para la paz y que Rusia no ha mostrado señales de desescalar el conflicto, sino todo lo contrario. Según el mandatario, Moscú se prepara para nuevas ofensivas. Desde Bruselas y otras capitales de la Unión Europea, líderes políticos han subrayado que “no puede haber paz sin Ucrania en la mesa de negociaciones”, y han exigido que cualquier acuerdo incluya garantías de seguridad sólidas para el país.

Uno de los puntos más sensibles en la agenda es el destino de más de 19 500 niños ucranianos que, según denuncias documentadas por organismos internacionales, han sido secuestrados y trasladados a territorio ruso. La devolución de estos menores se ha convertido en una exigencia prioritaria para Kiev y sus aliados, considerada un requisito humanitario innegociable antes de cualquier firma de paz.

Analistas advierten que, dada la presión de Trump por alcanzar un acuerdo rápido y la postura inflexible de Putin, existe el riesgo de un alto el fuego que favorezca desproporcionadamente a Rusia, consolidando el control sobre territorios ocupados y debilitando la posición ucraniana. Tal escenario, según expertos, no solo pondría en entredicho la soberanía de Ucrania, sino que también sentaría un precedente peligroso para el derecho internacional, al legitimar cambios territoriales obtenidos por la fuerza.

La cumbre de Alaska podría marcar un punto de inflexión en el conflicto, pero la exclusión de Ucrania del diálogo plantea una pregunta clave,  ¿es posible una paz real si el país agredido no tiene voz en la negociación?

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