Daniel Ortega, de asaltante de bancos y violador sexual a presidente de Nicaragua.
(Investigación periodística publicada en el libro “Bajo mis ojos)
Daniel Ortega nació en La Libertad, centro de Nicaragua, el 11 de noviembre de 1945. Por un largo tiempo fue el político más rechazado por el pueblo nicaragüense. Eso quedó evidenciado en sus tres derrotas electorales en forma consecutiva.
Tras el avasallante triunfo de Violeta Chamorro en 1990, Ortega fue echado del poder humillado, dejando una amplia estela de frustración al pueblo nicaragüense, pero nunca dejó su obsesión por el poder, sin importarle el retroceso que le provocó al pueblo.
Durante su primer período de gobierno, se aseguró el repudio del pueblo nicaragüense. Había perdido el apoyo de amplios espectros de la vida pública y privada de la sociedad. Se le tilda de haber ganado unas lecciones altamente cuestionadas por la comunidad internacional y sectores de opinión locales ya que cuando arriba al poder en 1985 se presentó como único candidato, pues los demás partidos se habían retirado alegando falta de condiciones de transparencia y manipulación de los sandinistas, su plataforma política.
Trayectoria, canje y liberación del asaltante de bancos, Daniel Ortega, tras secuestro y asalto a diplomáticos en Managua.
En 1961 ingresa a la escuela de derecho de la Universidad Centroamericana, luego abandona los estudios para ingresar a un grupo armado que perseguía el derrocamiento del dictador Anastasio Somoza. Ortega fue uno de los nueve comandantes de la revolución sandinista.
Es un exconvicto con antecedentes de asaltante de banco, asalto agravado y atentados terroristas, razón por la que cumplió 7 años en prisión en su país. Fue liberado junto a otros bandidos en 1974 después que un comando de asalto sandinista tomó como rehenes a funcionarios y representantes diplomáticos acreditados en Nicaragua, en una mansión de un funcionario del entonces dictador Anastasio Somoza.
Después de su canje, fue enviado directamente a Cuba, que para esa época se había convertido en un escondrijo de ladrones disfrazados de comunistas, rebeldes criminales, asaltantes de bancos, renegados sociales y enemigos del capital privado.
El 19 de julio de 1979, un grupo de los comandantes sandinistas asaltaron el poder y derrocaron al dictador Somoza. Se formó una junta de gobierno que estuvo coordinada por Ortega. Esa junta inició lo que se conoce en Nicaragua como el “Gobierno de Reconstrucción Nacional”. De ahí saldría el candidato de ese grupo armado para las elecciones que serían convocadas y en esas circunstancias sale Daniel Ortega escogido el flamante candidato en un engañoso proceso de democratización de Nicaragua “sin Somoza”. En 1985 es “elegido” presidente de la República. Esta contienda electoral fue cuestionada porque los demás candidatos y partidos se retiraron alegando falta de reglas claras y transparencia, es decir, se podría decir que ante el cuestionamiento de esas de esas elecciones, Ortega fue más bien impuesto.
Ortega acusado por su hijastra de violador sexual.
Al salir del gobierno en 1990, tras una humillante derrota, Ortega dejó Nicaragua con la economía devastada, una hiperinflación estrangulante, inestabilidad política e inseguridad ciudadana.
Una vez fuera de la influencia del gobierno, fue acusado de abuso de poder, corrupción desmedida, abuso de influencia, escándalos sexuales y lo más serio, fue acusado por Zoilaméica Narváez, su propia hijastra, de haberla abusado sexualmente, incluso en el mismo Palacio Presidencial junto a un grupo de “compañeros”.
Los abusos denunciados por esa joven fueron ampliamente conocidos en todo el mundo, incluso, se publicaron páginas electrónicas en donde se podía escuchar el testimonio de la hijastra de Ortega. Esos testimonios consternaron a la opinión pública internacional y dejaron la ya deteriorada imagen política de Ortega en peores condiciones. Todas esas páginas fueron eliminadas y desaparecieron cuando Daniel Ortega regresó al poder. A Zoilaméica la silenciaron y es poco lo que se sabe de ella.
No fue a prisión después de salir del poder, porque Ortega se las arregló para quedarse con inmunidad diplomática consagrada en la constitución sandinista para no perder su inmunidad y, de hecho, nunca se quiso despojar de ella para responder por todas las acusaciones que se le imputaban tras su salida del poder en 1990. Todos los esfuerzos para llevarle a la justicia dentro y fuera de Nicaragua por diferentes acusaciones de delitos cometidos durante su mandato fueron infructuosos porque antes de salir del poder, Ortega se aseguró un clima de impunidad. Incluso, salió ileso de la acusación de haber decretado el asesinato colectivo de una comunidad indígena, hecho por el cual se trató de enjuiciarlo en España, pero tampoco prosperó y sobrevivió a su peor tormenta política tras ser echado del poder en esa época.
Historia de un perdedor que luego fue reivindicado por la ignorancia de un pueblo que hoy paga un precio del que no le queda ni el menudo para devolver.
Si algo hizo grande a Daniel Ortega fue su alto nivel de perseverancia y resiliencia: después de ser expulsado del poder, se presentó en las elecciones de 1996, sufriendo una humillante derrota infringida por el ultraderechista Arnoldo Alemán, quien dicho sea de paso fue enviado a prisión después de su mandato, no sin antes haber realizado acuerdos con Ortega, que lideraba la oposición, sobre inmunidad y otros aspectos de las próximas elecciones. En el 2001 vuelve a presentarse como candidato del (FSLN) llevándose su tercera derrota consecutiva, esta vez de manos de Enrique Bolaños.
En la cuarta ocasión, Ortega parece haber aprendido en el polvo amargo de sus propias derrotas y al parecer estaba dispuesto a lo que sea para alcanzar el poder, sin importarle los medios. Daniel Ortega aplicó la teoría de Maquiavelo. Lo dejó bien claro cuando cambió su postura comunista frente a la iglesia católica exhibiéndose de cerca y visitando frecuentemente al Cardenal y cambiando su retórica de comunista desfasado al estilo Fidel Castro y Hugo Chávez. Pero dos décadas más tarde, dejó ver su verdadero propósito con la Iglesia, persiguiendo y encarcelando a sus líderes destruyendo su jarquía, reduciéndola a escombros y persiguiéndola.
En su afán por el poder, Ortega simuló ser un capitalista.
Tuvo la habilidad de reconocer que tenía que dar un giro de 360 grados con relación a su posición ante los grupos de poder económicos nicaragüenses.
Ortega había aprendido muy bien la lección y en su cuarta oportunidad no estaba dispuesto a perder por no atar muy bien todos los cabos y se fue más lejos incluso, simuló su conversión al capitalismo llegando a pactar hasta con su peor enemigo eligiéndolo su vicepresidente. Se trata del exbanquero, disidente y diputado adversario, Jaime Morales, quien se convirtió en el talón de Aquiles del primer gobierno de Ortega, tras la revolución Sandinista haberle expropiado todos sus bienes, hasta su propia casa, razón por la que se convirtió en uno de los líderes que combatieron y terminaron estrangulando al gobierno de Daniel Ortega y los sandinistas, liderando el famoso frente contrarrevolucionario, mejor conocido como “los Contras Nicaragüenses”.
Esta vez, Ortega se despojó de sus sentimientos antinorteamericanos y desaparecieron sus continuas acusaciones y denuncias sobre el intervencionismo Yankee e inició una nueva retórica que prometía asegurar unas buenas relaciones con EE.UU de llegar a la presidencia.
Ortega había preparado el terreno bajo engaño para su última estocada a la oligarquía nicaragüense y al propio EE.UU tal y como sucedió.
De esta forma, El 6 de noviembre de 2006, Ortega gana las elecciones y en la actualidad va por su cuarto mandato consecutivo, a pesar de haber realizado peores gobiernos que el primero. También cobró su venganza a los sectores de poder económico de Nicaragua y a los mismos americanos al producir un giro de sus gobiernos hacia la izquierda otra vez, pactando con Fidel Castro y Hugo Chávez e insertando a su país al convenio del Alba.
La incapacidad de Ortega para garantizar el bienestar del pueblo nicaragüense llevó al país al borde del abismo y caos social en abril del 2018 cuando se presentó la peor crisis política que enfrentó Ortega empujado mayormente por la firma de un decreto presidencial que reducía los beneficios de la jubilación y aumentaba las contribuciones.
El régimen comunista Ortega-Murillo, porque la vicepresidenta del país es su propia esposa, Rosario Murillo, acusados desde 2018 por la oposición política nicaragüense, la Casa Blanca, la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Unión Europea (UE) de violentar el orden democrático y violar las libertades y los derechos humanos y haber convertido a Nicaragua en un país paria, con acciones cada vez más radicales ganándose el repudio internacional, incluso con su último escándalo, cuando el régimen colocó a 222 presos políticos ante la disyuntiva de seguir en la cárcel o salir del país retirándoles la nacionalidad a sus propios ciudadanos. Como consecuencia, el 52º Consejo de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra, EE.UU, Reino Unido y 50 países más firmaron una declaración conjunta condenando las acciones represivas de Ortega ya que la nacionalidad es un derecho que no puede ser revocado sin el debido proceso.