Debacle de Irán, colapso del Eje de Resistencia y caída de los Ayatolás

En menos de un año, el llamado “Eje de Resistencia”, una red de grupos armados respaldados por Irán en Medio Oriente, ha experimentado un colapso sistemático. Desde el desmantelamiento progresivo de Hamás en Gaza, la degradación militar de Hezbollah en el Líbano, la neutralización de los hutíes en Yemen, hasta los ataques sostenidos contra milicias proiraníes en Irak y Siria, el panorama geoestratégico de Teherán ha sido devastado. Hoy, con la infraestructura nuclear y militar de Irán bajo fuego y su élite política en crisis, muchos analistas coinciden en que el proyecto hegemónico regional de los ayatolás atraviesa su momento más crítico desde la Revolución Islámica de 1979.
La estrategia iraní durante décadas se basó en una red asimétrica de milicias y aliados ideológicos. Financiando y armando a actores como Hamás, Hezbollah, los hutíes y grupos chiitas iraquíes, Teherán proyectaba su poder a través del conflicto indirecto. Pero desde octubre de 2023, esta red ha comenzado a desmoronarse.
En Gaza, Hamás ha sido blanco de la campaña militar más prolongada y letal de Israel desde 2006. La destrucción de túneles, el asesinato de sus comandantes y el cerco humanitario han reducido significativamente su capacidad operativa.
En Líbano, Hezbollah ha enfrentado una ofensiva sostenida por parte de Israel, perdiendo cientos de combatientes, depósitos de armas y liderazgo militar. La opinión pública libanesa se ha tornado crítica ante el costo económico y humano del enfrentamiento.
En Yemen, los hutíes, que durante años desafiaron a Arabia Saudita y atacado con lanzamientos de misiles contra Israel, han sufrido múltiples bajas tras los bombardeos de la coalición liderada por Estados Unidos en respuesta a ataques contra navíos en el mar Rojo.
En Irak y Siria, las milicias chiitas alineadas con Irán han sido blanco frecuente de ataques israelíes y estadounidenses, perdiendo bases estratégicas, convoyes y comandantes clave.
Los ayatola, una teocracia sitiada
Pero el mayor golpe ha llegado directamente al corazón de Irán. En las últimas semanas, ataques quirúrgicos, atribuidos a Israel y posiblemente apoyados por inteligencia occidental, han destruido centros de enriquecimiento de uranio, instalaciones militares subterráneas y unidades balísticas. Altos mandos de la Guardia Revolucionaria han sido eliminados en operaciones encubiertas, y la élite clerical enfrenta un creciente aislamiento.
El guía supremo, el ayatolá Alí Jamenei, ha guardado un silencio que muchos interpretan como debilidad o desconexión. Informes no verificados apuntan a que parte del círculo interno ha huido o buscado refugio fuera del país. Incluso se ha especulado con la posibilidad de que figuras de alto rango hayan sido evacuadas hacia Rusia o zonas montañosas del noroeste del país.
El fracaso militar de Irán no puede entenderse sólo en términos de armas y ataques aéreos. Es el colapso de un modelo geopolítico fundado en la ideología, la exportación de la revolución islámica y la guerra por intermediarios. Ese modelo, que alguna vez pareció inexpugnable frente a superpotencias, ha quedado desfasado ante la superioridad tecnológica de Israel.
Irán invirtió miles de millones de dólares en su red de milicias mientras su economía doméstica se desplomaba, su moneda se devaluaba y las protestas civiles crecían. Hoy, ese sacrificio no ha producido ni un Estado palestino, ni la eliminación de Israel, ni un dominio chiita regional. Ha dejado, en cambio, un país más aislado, con menos influencia y a punto de perder incluso el monopolio del control sobre su propia narrativa nacional.
A medida que el aparato militar iraní se debilita, surgen interrogantes sobre la sostenibilidad del régimen de los ayatolás. Las protestas internas, el desencanto generacional y la presión internacional podrían converger en una coyuntura explosiva. Si la cúpula religiosa pierde su poder coercitivo, la posibilidad de una transición pacífica o violenta, no puede descartarse.
La historia de los imperios enseña que el poder no solo se pierde por la fuerza exterior, sino por la incapacidad de adaptarse a nuevas realidades. Irán, aferrado a dogmas del siglo XX, enfrenta en el siglo XXI una ofensiva que ya no es solo militar, sino estratégica, diplomática y simbólica.
El desmantelamiento del poder militar iraní y sus aliados marca un punto de inflexión en Medio Oriente. Aunque es prematuro declarar la derrota definitiva del régimen, los acontecimientos recientes revelan un imperio en retirada, una estrategia agotada y una teocracia asediada. El fracaso militar de los ayatolás puede ser el preludio de una transformación aún más profunda, la del poder político dentro de Irán mismo.