Dictan 20 años de prisión para rusa que intentó matar a su amiga para robarle la identidad en NY
Una mujer de nacionalidad rusa fue sentenciada a 20 años de cárcel en Nueva York por intentar matar a una amiga con un “cheesecake” contaminado.
Viktoria Nasyrova, de 47 años, recibió en miércoles la sentencia del juez de la Corte Suprema de Queens, Kenneth Holder, según reportó el New York Post.
El juez había señalado que la rusa era una mujer extremadamente peligrosa que fraguó un esquema diabólico para intentar matar a Olga Tsvyk, durante un retoque de pestañas en una vivienda en Forest Hills, Nueva York, EE.UU., en agosto de 2016.
Nasyrova fue acusada de intento de asesinato y robo de documentos en febrero pasado por el incidente en el que la estilista terminó intoxicada con el postre.
Los hechos
De acuerdo con el relato de El Diario NY, Nasyrova llevó al encuentro con Tsvyk una tarta de queso como regalo, la cual había sido contaminada con un poderoso sedante ruso.
Nasyrova comió dos pedazos del postre y le sirvió una porción a la víctima, quien terminó vomitando.
Tsvyk se desmayó y Nasyrova aprovechó el momento para robar el pasaporte, dinero y otras pertenencias de la mujer que llamaba amiga. La intención de la acusada era apropiarse de la identidad de la víctima, debido al parecido físico que compartían.
Antes de irse, Nasyrova colocó pastillas alrededor del cuerpo de Tsvyk para hacer pasar el hecho como un suicidio, lo que no sucedió ya que la víctima casi sufrió un ataque cardiaco, pero sobrevivió a la intoxicación.
Antes de que la acusada recibiera sentencia, Tsvyk, de 35 años, habló ante la corte del trauma que le provocó ser intoxicada: “Dios me dio vida cuando Viktoria Nasyrova trató de acabar con mi vida”, expresó la mujer.
“Para ella, era una cosa fácil trata de quitarle la vida a otra persona”, añadió. “Era fácil ganar la confianza de otra persona y luego tomar todo de esa persona”, manifestó Tsvyk.
Según lo que dijo ante la corte, Tsvyk no pudo dormir por meses, le aterrorizaba ir a trabajar, comenzó a desconfiar de las personas y vivía con el temor de que su agresora retornara para terminar lo que había iniciado.
“Yo podía pasar horas llorando hasta dormirme pensando en lo que me pasó”, argumentó.