El golpe mediático a AMLO por la lujosa vida de su hijo José Ramón en Houston
Desde el punto de vista legal los actos de los hijos mayores de edad no son responsabilidad de los padres. Este es un principio que el presidente Andrés Manuel López Obrador invocó el día en el que tomó posesión formal del poder.
El primero de diciembre de 2018, lo escuchamos decir: “Dejo en claro que si mis seres queridos, mi esposa o mis hijos, cometen un delito, deberán ser juzgados como cualquier otro ciudadano. Solo respondo por mi hijo Jesús, por ser menor de edad”.
En días recientes el periodista Carlos Loret de Mola, en un reportaje para Latinus, en colaboración con Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, divulgó los lujos con los que vive José Ramón López Beltrán, hijo mayor del presidente López Obrador, en Houston, Texas.
Documenta que actualmente José Ramón habita una mansión “a las afueras de Houston que tiene dos pisos, cinco recámaras, cinco baños completos, construida sobre un terreno de casi cinco mil metros cuadrados. Tendría un costo de 371 mil dólares, equivalente a 7.6 millones de pesos, sin embargo, el valor estimado de una propiedad en esa zona va de los 628 mil dólares (13 millones de pesos), a los 948 mil dólares (19 millones de pesos). Además, informa que el hijo del presidente tiene una camioneta Mercedez-Benz, con un valor de 1.5 millones de pesos”.
La investigación señala que esta y otras propiedades se encuentran a nombre de Carolyn Adams, la esposa del hijo del presidente.
En relación con este asunto el presidente López Obrador debería de haber guardado silencio pues es un asunto competencia de su hijo mayor del que dijo, desde el principio, que no se haría responsable, pero al presidente le ganó el instinto de protección que todo padre tiene ante los hijos, sin importar la edad.
En su conferencia de prensa mañanera comentó el reportaje de Loret de Mola: “Este fin de semana salió el escándalo de que un hijo mío, José Ramón, ya grande, de 40 años, casado, vivía en una residencia, en Houston. Queriendo equiparar diciendo que somos iguales. Aristegui, incluso queriendo comparar con la Casa Blanca”.
“Decirles que, en este gobierno, no tienen influencia mis hijos. No se le da contratos a ningún recomendado”.
“En el asunto del matrimonio, pues ahí, está complicado meterse. Ellos se casaron y al parecer la señora tiene dinero, pero no tiene nada que ver con el Gobierno. Ni un contrato, ni una recomendación. No somos iguales”.
Congruente con su práctica, el presidente López Obrador no se refirió al fondo del mensaje contenido en el reportaje, arremetió contra el mensajero, de quien dijo: “Loret de Mola, es un mercenario, hizo un escándalo porque cree que somos iguales. Estuvo y sigue estando al servicio de la mafia del poder”.
El presidente aprovechó la ocasión para referirse a otro mensajero: “Brozo me llama la atención porque no era así. Tenía preparación. Cuando estuvo en Televisa, tuvo la gentileza de avisarme que iban a dar a conocer lo del maestro Bejarano y lo de Ahumada. Y me mandó un recado: mañana va a caer una bomba. O algo así. Y si, fue una bomba.”
Frecuentemente el presidente López Obrador se refiere a sus críticos como adversarios, conservadores, neoliberales y demás. En las redes sociales sus “seguidores” se refieren a los periodistas, que son detractores, como corruptos y chayoteros.
El mensaje del reportaje de Loret de Mola, asociado con Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, es una respuesta a los adjetivos empleados en su contra desde la mañanera. El contenido explícito del reportaje es sobre el modo de vida del hijo mayor de López Obrador, que contradice el discurso y la austeridad impuesta por el presidente al país. El mensaje latente, de fondo, es que están perdiendo credibilidad los dichos de la mañanera, donde se hace la apología de los compañeros de ruta del régimen. Se les justifica, promueve y tolera. En lugar privilegiado está la familia del presidente.
En realidad, el reportaje de Loret de Mola no es un juicio contra José Ramón. Como la sucesión presidencial, la historia ya adelanta sus juicios sobre Andrés Manuel. La realidad no está en el discurso. Se encuentra en los resultados que desde ahora se observan y se viven en México.
Los gestos negativos de la naturaleza humana son infinitos, pero entre ellos destacan la simulación, la mentira, la traición, la envidia y la ambición que tienen, según la experiencia, su antídoto en la verdad y aunque en ocasiones tarda en llegar, cuando lo hace se presenta como juicio de la historia, que día a día registra el periodismo, con otra verdad.