El infierno de la trata vivido por las mujeres y descrito por el MP en la Operación Venus
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Detrás de las luces de las discotecas y los hoteles de lujo, una red criminal explotaba a mujeres colombianas en un ciclo de violencia, engaño y lucro despiadado.
En las sombras de Santo Domingo, lejos de las playas paradisíacas y los resorts turísticos, existía un infierno del que pocos hablan y que ha sido descrito en el documento de la medida de coerción pedida por el Ministerio Público como parte de la Operación Venus contra la trata humana.
Mujeres jóvenes, llenas de sueños y esperanzas, caían en las garras de una red criminal que las convertía en mercancía. Este es el relato de cómo una organización despiadada operaba en República Dominicana, explotando a mujeres colombianas y lucrándose de su sufrimiento.
La medida de coerción cuenta una historia como salida de una novela.
Capítulo 1: La promesa de un sueño
«Ven a República Dominicana, te espera un buen trabajo y un futuro mejor».
Esa fue la promesa que escuchó Melisa (nombre ficticio), una joven colombiana de 22 años, cuando un amigo le habló de una oportunidad laboral en el extranjero. Le aseguraron que trabajaría como dama de compañía en hoteles y discotecas, con un salario que le permitiría ayudar a su familia. Con ilusión y esperanza, Melisa aceptó. Lo que no sabía era que esa decisión la llevaría a un infierno del que nunca imaginó escapar.
Al llegar al aeropuerto de Santo Domingo, fue recibida por Geraldyne Torres Betancur, una mujer colombiana que parecía amable y confiable. Pero esa fachada se desvaneció rápidamente. En el apartamento donde la llevaron, le informaron que debía $3,500 USD por los gastos del viaje y el alojamiento. «Tendrás que trabajar para pagarlo», le dijeron. Melisa no entendía qué significaba eso… hasta que la obligaron a prostituirse.
Capítulo 2: El ciclo de la explotación
«No teníamos escapatoria. Éramos prisioneras».
Melisa no fue la única. Otras siete mujeres colombianas compartían su destino en un apartamento del residencial MNG152, en Santo Domingo Oeste. Allí, vivían hacinadas, vigiladas constantemente por los miembros de la red. Sus pasaportes les fueron arrebatados, y cualquier intento de rebelión era respondido con amenazas. «Si te escapas, lastimaremos a tu familia en Colombia», les decían.
Las víctimas eran trasladadas en un Hyundai Sonata blanco, propiedad de uno de los imputados, a discotecas como Gold y The World, donde eran ofrecidas a clientes. Por cada servicio sexual, los clientes pagaban $7,000 pesos dominicanos (aproximadamente $125 USD), pero las mujeres no veían un solo centavo. El dinero era depositado directamente en las cuentas bancarias de los explotadores: Dariel Castro Santos y Jason Manuel Santana (a) Nino.
Capítulo 3: El lucro de la miseria
«Era como una fábrica de dinero… pero con vidas humanas».
La red no solo se lucraba con la explotación sexual. A las víctimas les cobraban por todo: la comida, el alojamiento, incluso el agua que bebían. La deuda inicial de $3,500 USD se volvía interminable, una trampa diseñada para mantenerlas sometidas.
Uno de los métodos más crueles era el uso de plataformas en línea como Skokka, donde las mujeres eran promocionadas como mercancía. Los clientes contactaban a los explotadores a través de WhatsApp, y las transacciones se realizaban mediante transferencias bancarias o en efectivo. Las víctimas no tenían control sobre nada: ni su dinero, ni su cuerpo, ni su libertad.
Capítulo 4: El escape Imposible
«Intenté escapar, pero me dijeron que si lo hacía, mandarían a alguien a lastimar a mi familia».
Una de las víctimas, Karen (nombre ficticio), relató cómo intentó huir después de semanas de abusos. Pero los explotadores tenían un sistema de control perfectamente diseñado. Le dijeron que, si se iba, tendría que enviar a dos nuevas víctimas para «cubrir su deuda». Karen, atrapada entre el miedo y la desesperación, no tuvo más opción que quedarse.
Otra víctima, Laura (nombre ficticio), contó cómo era obligada a consumir marihuana y alcohol antes de atender a los clientes. «Era la única manera de soportarlo», dijo con lágrimas en los ojos. Laura fue rescatada durante un allanamiento en un edificio de la calle Fabio Fiallo, donde las víctimas eran explotadas en habitaciones alquiladas por los imputados.
Capítulo 5: El Rescate y la Justicia
«Finalmente, alguien nos escuchó».
En febrero de 2025, las autoridades dominicanas, tras una investigación exhaustiva, allanaron tres propiedades vinculadas a la red. En los operativos, rescataron a 8 víctimas, todas colombianas, y detuvieron a los cuatro imputados: Dariel Castro Santos, Geraldyne Torres Betancur, Jason Manuel Santana (a) Nino y Félix Joel Rodríguez (a) Yoi o Joi.
Durante los allanamientos, se incautaron pasaportes, teléfonos móviles, computadoras y drogas. Las víctimas, traumatizadas pero aliviadas, recibieron atención médica y psicológica. Ahora, esperan justicia mientras se preparan para regresar a sus hogares en Colombia.
Capítulo 6: Un grito de alerta
«Esto no es solo un caso aislado. Es una realidad que sigue ocurriendo en todo el mundo».
La historia de Melisa, Karen, Laura y las demás víctimas es un recordatorio crudo de la crueldad humana y la vulnerabilidad de quienes buscan una vida mejor. La red desmantelada en República Dominicana es solo una de las muchas que operan en la sombra, explotando a mujeres, hombres y niños en todo el mundo.
Este reportaje no solo busca denunciar estos crímenes, sino también concienciar sobre la importancia de la prevención, la educación y la cooperación internacional para combatir la trata de personas. Porque detrás de cada número, hay una vida, una historia y un grito de ayuda que no podemos ignorar.
Capítulo 7: Arresto y medida de coerción
«Que se declare la complejidad del caso conforme lo establece el artículo 369 y siguientes del Código Procesal Penal».
La Procuraduría Especializada Contra el Tráfico de Migrantes y Trata de Personas (PETT), depositó la solicitud de medida de coerción, en contra la mujer y los tres hombres.
El expediente detalla que las víctimas, fueron traídas bajo engaños a la República Dominicana, para luego ser ofrecidas en discotecas, retenidas y obligadas a sostener relaciones sexuales.
La investigación está a cargo de la titular de la PETT, Yoanna Bejaran Álvarez; procuradora general de Corte, Aleika Almonte Santana; procuradora fiscal, Ginna Matias, adscrita a la PETT, y el procurador fiscal, José Guillermo Soriano, de la Fiscalía de Santo Domingo Oeste.
Las acciones de los imputados constituyen una violación a los artículos: 1 (literales A y H), 3 y 7 (literales B y C) de la ley 137-03, sobre Tráfico Ilícito de Migrantes y Trata de personas, y violación a los artículos 5 letra A, 28, 60, 75 párrafo II y 85 letra B de la Ley 50-88 sobre Drogas y Sustancias Controladas en la República Dominicana, en categoría de traficantes agravada.
Cierre del primer acto:
«Ninguna mujer, ningún ser humano, debería pasar por esto. Es hora de romper el silencio y actuar».
El Juzgado de la Instrucción pospuso hoy la audiencia de medida de coerción, donde el Ministerio Público reiteró su solicitud de prisión preventiva y la declaratoria de caso complejo, por pedido de los defensores.
Será ahora el 28 de febrero.
Mientras, los acusados siguen detenidos y las testigos custodiadas por las autoridades.
Dado lo grave de este caso, recuerda que si conoces a alguien en una situación similar, o si sospechas de actividades relacionadas con la trata de personas, no dudes en denunciar. Tu voz puede salvar vidas.