El torneo del reloj, del fin de la alternabilidad y de la explosión de talentos baratos
Ronny Simón comenzó el torneo otoño-invernal en octubre en la frontera de ser un veterano de ligas menores, con 23 años, sin unos números impresionantes en la que fue su quinta temporada profesional.
Pero el romanense, con una línea de .3223/.432/.949 adornada con poder (5 HR) y velocidad (14 robos), disparó tanto sus bonos en los dos meses de serie regular con los Toros que Tampa Bay lo incluyó en roster de 40 y le recomendó no inscribirse para el round robin. Fue el Jugador Más Valioso.
Julio Carreras (Gigantes) también elevó su cotización en Colorado, los reportes que se enviaron de Héctor Rodríguez (Leones) a Cincinnati prometen subirle varias casillas en el ranking y Junior Caminero (Leones) no hizo más que ratificar el valor de diamante que goza en las Grandes Ligas.
Se trata de un cuarteto de prospectos fichados por bajo dinero, pero que pasaron por el campeonato y demostraron que tienen calibre para triunfar en el norte.
Reloj, Asia, árbitros
Las memorias del torneo que bajó el telón el sábado con el bicampeonato del Licey (primer equipo que repite tras 10 zafras) también incluyen el estreno exitoso del reloj, que ayudó a bajarle 24 minutos a los partidos, la tecnología que permite al receptor comunicarse vía electrónica con el lanzador, la agencia libre… y el mensaje de que un talonario abierto no garantiza ni siquiera avanzar al round robin.
Los casos de Franmil Reyes, Mel Rojas Jr., y Jefry Yan recordaron las molestosas detenciones de jugadores por compromisos asumidos en Asia. Pero la lesión sufrida por Ronny Mauricio que terminó con su temporada 2024 sirvió para recordar que los jugadores se juegan cientos de miles de dólares cada vez que salen al terreno, que pesan a la hora de tomar decisiones contractuales.
En la Lidom (clubes y organización) prometen retomar el tema para regular esos paros o conseguir algo a cambio, aunque la estructura de los contratos (que solo garantizan 30 días de pago) puede ser un obstáculo para exigir más a los orientales.
Los ánimos caldeados de una serie final que se estiró hasta el máximo reavivó un tema superado como cuestionar el arbitraje, tras un lustro jugando exclusivo con jueces nativos donde el tema de la calidad había dejado de ser un tema. En la fase regular, hubo 28 expulsiones en 149 partidos.
La Federación de Peloteros también volvió a acercar con su fin de semana de leyendas, que llevó al estadio Cibao un espectáculo que concitó la atención del público.
Se trató de un torneo a pedir de boca por los organizadores, que mantuvo abierta las opciones de clasificarse para cinco equipos hasta la penúltima jornada en la serie regular y requirió de completarse los 18 partidos de los playoffs, al igual que la final.
Una definición que agregó varios capítulos a la enciclopedia de la liga, con el fin de la alternabilidad que ya llevaba una década. Gilbert Gómez entró como bombero de un Licey que naufragaba y se convirtió en el dirigente más joven en ganar la corona (31 años) y Emilio Bonifacio confirmó su condición de mito en esta pelota.
Fue el torneo donde Nelson Cruz jugó por última vez y en el que veteranos como Fernando Rodney (46 años) y Raúl Valdés (46) reiteraron que no está en sus planes ponerle fecha a su fin en la liga.
A explotar nicho de la diáspora
La Lidom sacó notas y sensaciones altas de sus partidos en Nueva York. Tanto así que se ratificó la vuelta para la siguiente temporada, con la promesa de que serán partidos válidos para el calendario. La comunidad dominicana en la Gran Manzana dio un respaldo masivo, con más de 90,000 personas en los tres días en una serie de exhibición, donde faltaron figuras.
Fue tan en azul el balance que cuando la Dirección Técnica se siente en febrero a confeccionar el borrador del calendario se contempla incluir partidos de los playoffs en Miami y considerar el pedido de los organizadores newyorkinos de llevar la serie otoñal a Yankees Stadium. No todo fue color de rosa y el Licey se replanteó volver, con las condiciones del pasado.