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En vez de evolucionar como presidente, Donald Trump ha torcido el cargo a voluntad

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“En una entrevista telefónica la semana pasada con el New York Times, el mandatario tuvo dificultad para describir de qué modo ha cambiado en la presidencia. “Creo que solo me he he vuelto más cauteloso”.

WASHINGTON — Para un hombre a punto de vivir un momento histórico, el presidente Donald Trump sonaba calmado y relajado. Si cree que corre peligro de perder, no dio ni la menor señal de que sea así. Por el contrario, sacó a relucir una de sus encuestas favoritas, se jactó de la popularidad que goza entre los electores republicanos y habló acerca del porcentaje de audiencia de su convención.

Su presidencia, según declaró en una entrevista la semana pasada, ha producido “un resultado increíble”. Los mercados bursátiles “son muy impresionantes”, la Convención Nacional Republicana ha sido “muy exitosa” y en lo personal, ha “hecho un muy buen trabajo” en el manejo de la pandemia del coronavirus, con todo y que más de 180.000 estadounidenses han muerto.

También enfatizó que, encima de todo, ha soportado “acciones terribles” de sus opositores “maniáticos”.

Después de casi cuatro años en el cargo, Trump entra de lleno a la campaña de otoño con una alucinante combinación de mensajes jactanciosos y reclamo ante las injurias sufridas; es todo un hombre de extremos que en un instante pasa de afirmar que ha logrado más que casi cualquier otro presidente a quejarse de que ha padecido más que cualquiera de sus predecesores. Vive en un mundo creado por él mismo que en general está desconectado de la realidad reconocida por otros. Ha impuesto su voluntad en Washington y en el mundo como nadie más.

A diferencia de presidentes previos que evolucionaron en el cargo conforme fueron descubriendo los mecanismos del poder y ajustaron sus metas para el momento en que aceptaron la nominación por segunda ocasión, Trump sigue siendo la misma fuerza de la naturaleza polarizante y dominante que se alzó hace cuatro años y declaró: “Solo yo puedo arreglarlo”. No ha ganado templanza con la edad, no ha cedido ante las convenciones ni escarmentó con el juicio político. Dice que todavía se considera un “forastero” aunque ocupa el cargo más importante del país.

En el curso de una llamada telefónica de 40 minutos el 26 de agosto, Trump tuvo dificultades para describir en qué ha cambiado. “Creo que solo me he vuelto más cauteloso que hace cuatro años”, señaló, una afirmación extraña para el hombre menos cauteloso que ha ocupado el Despacho Oval. “Creo que en realidad soy un poco más circunspecto”.

Al parecer, lo que quiso decir es que se insensibilizó después de tantas investigaciones y ataques políticos que han caracterizado su presidencia. Sin embargo, no es alguien a quien se le dé la introspección. ¿Cómo podría ser diferente en un segundo mandato? En realidad no podría ser muy diferente. “Creo que sería similar”, comentó. Eso es exactamente lo que quieren sus simpatizantes y lo que temen sus opositores.

Además de más de lo mismo, en fechas recientes ha intentado definir qué metas se plantearía en un segundo periodo. Ha divagado en sus respuestas cuando le han hecho esta pregunta en distintos momentos, incluso cuando se lo han preguntado los entrevistadores de Fox News, que simpatizan con él. Ninguno de los republicanos parece tener más certeza. Así que lo más sencillo fue prescindir de una plataforma de partido y, en su lugar, adoptar una sencilla resolución de lealtad al presidente.

En la entrevista, Trump recitó una lista de lo que ha hecho y seguirá haciendo, como aumentar el gasto del Ejército, recortar impuestos, eliminar normas, reforzar la frontera y designar jueces conservadores.

“Pero entonces creo, creo que sería… creo que sería muy muy… creo que tendríamos un muy muy sólido… continuaríamos con lo que estamos haciendo, le daríamos más solidez a lo que hemos hecho y hay otras cosas que queremos hacer”, dijo.

Si gana, hasta cierto punto sus objetivos estarán dictados por fuerzas externas. Enfrenta tres crisis simultáneas que afectan a Estados Unidos: la pandemia que todavía mata aproximadamente a mil personas por día, la desaceleración económica resultante que dejó a otro millón de personas desempleadas la semana pasada y la agitación desatada por una serie de tiroteos de la policía contra estadounidenses negros, el ejemplo más reciente en Kenosha, Wisconsin.

Trump prácticamente ya le dio carpetazo a la pandemia y afirma que lo mejor es que se dedique a reconstruir la economía. En respuesta al debate sobre la justicia racial, por lo regular ha preferido la confrontación a la calma y ha denigrado el movimiento Black Lives Matter. Culpa de la violencia en las calles a un grupo de supuestos demócratas radicales y se presenta como defensor leal de la policía.

Ahora, cuatro años después de ganar contra todos los pronósticos, ha aceptado la nominación como el líder indiscutible de un partido cuya élite no lo apoyaba.

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