El solsticio de invierno es la mejor prueba de la existencia de Dios
Al día siguiente, 22 de diciembre, los días comienzan a alargarse lentamente en el hemisferio norte. La órbita de la Tierra alrededor del sol está dividida de tal manera que resulta extremadamente precisa, haciendo casi imposible que se trate de un accidente o de un acto aleatorio de la naturaleza. Esta precisión es, para muchos, una de las evidencias más claras de la existencia de Dios.
En el solsticio de verano, que ocurre entre el 20 y el 22 de junio, el hemisferio norte se encuentra directamente hacia el sol, lo que da lugar al día más largo y la noche más corta del año.
Este fenómeno ocurre con una precisión tan exacta que parece haber sido diseñado para hacer posible el milagro de la vida en la Tierra, el único planeta conocido entre los más de 9,820 exoplanetas descubiertos en 4,401 sistemas estelares, de los cuales 5,502 han sido confirmados.
Los solsticios marcan los momentos del año en que la inclinación de la Tierra es más extrema hacia o alejándose del sol. Esto provoca que los hemisferios reciban cantidades muy diferentes de luz solar, lo que resulta en días y noches desiguales. Tal precisión y regularidad no pueden ser simplemente el producto del azar.
¿Qué es el solsticio?
A medida que la Tierra viaja alrededor del sol, lo hace en un ángulo inclinado. Durante la mayor parte del año, el eje terrestre está inclinado ya sea hacia el sol o en dirección opuesta. Esto provoca que la luz y el calor del sol caigan de manera desigual en las dos mitades del planeta, creando estaciones contrastantes entre los hemisferios.
Creer que estas exactitudes matemáticas son el resultado de un acto puramente natural es tan ingenuo como pensar que un rayo podría caer sobre un avión Boeing completamente desarmado y dejarlo volando sin que sus piezas se desintegren, con los pilotos, tripulantes y pasajeros intactos.
Este asombroso orden solo puede explicarse a través de la creación divina de Dios, que tiene un propósito profundo relacionado con el amor, la sabiduría, el crecimiento espiritual y el cumplimiento de un plan divino para los seres humanos en la Tierra.