Golpes causaron muerte de Jhon Kohr Reyes; someten agente policial

El sargento de la Policía Nacional Ángel Luis Buten Almonte fue sometido a la justicia por la muerte de Jhon Kohr Reyes, un joven que falleció mientras estaba bajo custodia en el destacamento de Buenos Aires de Herrera, en Santo Domingo Oeste.
De acuerdo con la autopsia realizada por el Instituto Nacional de Patología Forense, Reyes murió como consecuencia de un golpe fuerte en el pecho que afectó la zona del corazón. Ese impacto le provocó una alteración súbita en el ritmo cardíaco y, finalmente, un paro que le causó la muerte.
El informe médico también establece que el cuerpo de Reyes presentaba múltiples golpes, así como señales de hinchazón en los pulmones y el cerebro.
Aunque se confirmó que la causa de la muertefue violenta, los forenses indicaron que aún no se pueden precisar las circunstancias exactas en que ocurrieron los hechos, por lo que la calificaron como muerte indeterminada, a la espera de que la investigación judicial profundice en los detalles.
El informe forense también se detalla que el joven tenía restos de sustancias prohibidas en su organismo, entre ellas cocaína y marihuana, pero las autoridades no han establecido si esto influyó directamente en su muerte.
La audiencia para conocer las medidas de coerción contra el agente fue reenviada para el miércoles 7 de mayo a las 12:00 del mediodía.
Según el testimonio de su madre, Ana María Anneris Reyes, el joven fue arrestado el 21 de febrero por una patrulla policial y, poco después, su familia fue notificada de que había muerto. Los agentes alegaron que no había sido golpeado, pero la autopsia reveló lo contrario. El levantamiento del cadáver se hizo el 24 de febrero.
La historia de una madre buscando justicia
Durante siete días, Ana María Reyes caminó de destacamento en destacamento con una foto de su hijo Jhon Kohr, de 22 años. Lo había visto por última vez el jueves 20 de febrero, cuando fue detenido en una redada policial en el barrio Enriquillo, en Herrera. Estaba sano, sin antecedentes, y trabajaba lavando carros. Nadie le dio respuestas. Nadie registró su ingreso.
Lo que Ana María no imaginaba era que su hijo había sido llevado muerto al Hospital de Engombe a las 3:50 de la madrugada del día siguiente. Llegó en una silla de ruedas, rígido, sin pulso, sin presión, con las pupilas dilatadas. Los médicos confirmaron que había fallecido antes de pisar el centro.
Cuando ella preguntaba, los agentes decían no saber. Pero Jhon ya estaba en la morgue del Inacif, retirado ese mismo día.
Al verlo por última vez, Ana María notó algo más: una herida abierta bajo la oreja izquierda y marcas circulares en el abdomen. Cree que lo torturaron, que usaron una pistola eléctrica. “Mi hijo estaba bien, no tenía enfermedades. Lo único que hacía era trabajar”, repite.
Lo buscó vivo durante una semana. Lo encontró muerto desde el primer día.