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Hacia una metamorfosis digital mediante el uso del 5G

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Santo Domingo. – Probablemente ninguna innovación tecnológica ha generado tanta atención antes y durante su adopción como las redes móviles de quinta generación (5G). El 5G propicia reflexiones y debates en temas tan diversos como su importancia estratégica en el ámbito de la geopolítica o la transformación productiva, los retos para su implementación, la prevención de los riesgos en materia de privacidad e incluso las teorías conspirativas infundadas respecto a su relación con la COVID-19.

No obstante, mientras que en la conversación pública se difunden ampliamente las ideas relacionadas con el desarrollo de 5G, desde la experiencia en América Latina es poco lo que entrevemos de sus alcances. A nivel global, existe una oferta comercial de 5G en 61 países (VIAVI Solutions, 2021); en nuestra región, se registran despliegues de redes en 9 países o territorios: Argentina, Brasil, Colombia, Perú, Puerto Rico, Surinam, Trinidad y Tobago, Uruguay e Islas Vírgenes (5G Américas, 2021). Estos despliegues se encuentran en etapas y condiciones diversas, pero todos están lejos todavía de aprovechar al máximo el potencial y los beneficios esperados de esta innovación.

5G es una infraestructura que habilita servicios de alta capacidad, baja latencia y alta velocidad. Se espera que alcance una rapidez hasta 100 veces mayor que la que se tiene con las redes 4G, permita conectar 100 veces más dispositivos, sea notablemente más confiable y segura, y reduzca drásticamente el consumo de energía (WSJ, 2019). Esta capacidad habilitará el desarrollo de soluciones que aprovechen al máximo la inteligencia artificial, el uso masivo del Internet de las Cosas, el cómputo en la nube y el manejo intensivo de datos; áreas que permitirían acelerar la transformación digital desde múltiples industrias.

Este cambio tiene el potencial de generar para 2035 aproximadamente 3.6 billones de dólares en ingresos a nivel global y 22 millones de empleos, considerando únicamente el impacto de la cadena de valor de 5G −se estima un valor económico global cercano a 13 billones de dólares incluyendo las diferentes industrias relacionadas− (WEF y PwC, 2020). Pero, más allá de las cifras esperadas, la transformación digital prevista tendría importantes beneficios para las personas con el acceso a una gama más amplia de servicios y soluciones tecnológicas, mejores condiciones de calidad, en una utilización transversal de la tecnología en áreas sociales y productivas: mejoras en salud, educación, seguridad, gestión gubernamental, transporte, limpieza, medio ambiente, productividad, entretenimiento, entre otras.

Para no sucumbir ante la euforia digital por 5G, es necesario reflexionar en torno al camino que falta por recorrer y los retos que se presentan, especialmente en nuestra región y en República Dominicana. 5G requiere, en primer lugar, definiciones concretas en el aprovechamiento del espectro radioeléctrico. Este recurso limitado, de dominio público, concesionado a las empresas para que habiliten los servicios que recibimos, debe gestionarse de manera óptima para el desarrollo de las redes móviles de quinta generación.

Se necesita una cantidad considerable de espectro armonizado en bandas específicas para alcanzar el máximo potencial de 5G; espectro suficiente con diversas características −en los rangos denominados alto, medio y bajo− en las bandas principales identificadas para esta tecnología de tal forma que sea viable una amplia cobertura y la implementación de todos los casos de uso. Para fomentar esos procesos es recomendable que los países definan hojas de ruta de asignación explícitas, con un cronograma expreso, para dar certidumbre acerca de las oportunidades reales de invertir para desarrollar 5G. Además, es fundamental que cuenten con políticas claras y bien definidas sobre la extensión de las concesiones y sus respectivas renovaciones y que en los procesos de licitación se prioricen los objetivos de bienestar social, por encima de la recaudatorios.

República Dominicana ha hecho esfuerzos importantes para avanzar hacia la digitalización. Desde 2015 se ubica consistentemente por encima del promedio de América Latina en el porcentaje de usuarios de internet y trabaja en implementar una agenda digital ambiciosa. Sin embargo, mantiene retos en áreas fundamentales (p. ej. altas cargas fiscales y sobre regulación, así como costos para despliegue de infraestructura), incluyendo las relativas a la disponibilidad de espectro para 5G.

República Dominicana se encuentra por debajo del promedio de América Latina en espectro con licencia para Servicios de Telecomunicaciones Móviles Internacionales (GSMA, 2020). Esto limita sus perspectivas en materia de digitalización. Considerando lo anterior, es de reconocerse la determinación de INDOTEL por incrementar la cantidad de espectro disponible, por medio de la licitación anunciada para este año, en bandas muy importantes para la conectividad y, particularmente, para el desarrollo de 5G (700MHz y 3300-3460MHz).

Para apoyar los objetivos descritos, este tipo de procesos debe ser congruente con la realidad del país y cumplir con algunos principios básicos: claridad y transparencia para otorgar certeza jurídica respecto a los términos en que los interesados participarán; promover la participación en condiciones de igualdad y sin exclusiones, sin limitar, mediante la imposición de topes máximos demasiado restrictivos, la oportunidad de los interesados de adquirir espectro contiguo suficiente; establecer obligaciones y medidas para recibir ofertas de forma equitativa y no plantear elementos diferenciadores que pongan en desventaja a algún participante en particular, distorsionando, además, el mecanismo de licitación y afectando su eficacia. El futuro digital de República Dominicana depende en buena medida de lo anterior y las decisiones que se tomen respecto al sector en el presente año son cruciales, por lo que es necesario actuar con prudencia para generar certidumbre.

La incorporación oportuna del país y de América Latina a la transformación digital global es una posibilidad real, los despliegues de redes 5G que ya se han realizado en la región dan cuenta de su factibilidad. El reconocimiento de que, como menciona un conocido especialista (Otero, 2020), por primera vez observamos que una tecnología se despliega al mismo tiempo en nuestra región que en el resto del mundo, nos hace tener expectativas positivas. Tal vez, con la voluntad y el buen juicio de sus autoridades, mediante la colaboración estrecha entre los involucrados, nuestros países logren aprovechar a tiempo los beneficios de la innovación y el desarrollo tecnológico.

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