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Se marchó la reina que conservó la monarquía británica

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Llegó al trono a los 25 años y fue la monarca que más tiempo ha reinado en Reino Unido. Isabel II deja un legado de dedicación y trabajo.

A pesar de no estar llamada a reinar, Isabel Alejandra María Windsor, más conocida como Isabel II y fallecida este jueves a los 96 años de edad, acabó no solo siendo la jefa de Estado más longeva del Reino Unido, sino que además se convirtió en la figura que consiguió sacar a flote a la corona británica sus momentos más oscuros.

Su padre, Jorge VI, se convirtió en rey después de la abdicación de su hermano, Eduardo VIII, en 1936 e Isabel se convirtió automáticamente en la heredera.

Jorge VI falleció en 1952 e Isabel ocupó un trono que conservaría por 70 años, en los que vio pasar a 15 primeros ministros británicos, laboristas y conservadores, comenzando por Winston Churchill, siguiendo la tradición moderna de que la realeza se mantiene neutral en la política.

Isabel fue reina en el período posterior a la Segunda Guerra Mundial, en la Guerra Fría, en alzas y bajas económicas, durante los conflictos en Irlanda del Norte, en la creación de la Unión Europea y en el Brexit.

Fue admirada por la dedicación a su trabajo y era percibida por muchos británicos como un pilar de fortaleza cuando el país sufría la pérdida del poderío que antes disfrutó.

Desde el 9 de septiembre de 2015 pasó a ser la monarca con más tiempo en el trono entre los reyes de Inglaterra, pero mantuvo sus actividades y deberes regulares. Ese día inauguró una estación de trenes en Escocia y apenas mencionó la distinción.

«Inevitablemente, una vida prolongada pasa por muchos momentos importantes y la mía no es una excepción”, dijo en la ceremonia.

Ascenso al trono

La princesa Isabel estaba de viaje en Kenya cuando se enteró de la muerte de su padre. Tenía solo 25 años y llevaba cuatro casada con el teniente de la marina Felipe Mountbatten, un príncipe griego.

La pareja tendría cuatro hijos: Carlos, nacido en 1948; Ana, en 1950; Andrés, en 1960, y Eduardo en 1964.

Un año después de la muerte de su padre, la coronación de Isabel tuvo lugar en 1953 en una ceremonia en la Abadía de Westminster de Londres, y fue la primera transmitida por televisión. Se calcula que 20 millones de británicos observaron el evento por la pequeña pantalla y millones más en el exterior, según la cadena BBC, que la transmitió.

Los partidarios de la reina afirman que ella fue crucial para la supervivencia de la monarquía en el Reino Unido, cuando la institución ya ha sido abandonada en casi todo el mundo.

Conocida por su pragmatismo y su modesta dedicación al trabajo, la reina vino a personificar el Reino Unido a ojos de muchos. A través de su constante presencia en eventos representando a su país, se ganó el respeto de grandes mayorías en Gran Bretaña y una popularidad en el exterior, para convertirse en una de las figuras mundiales más reconocibles.

El periódico británico Express reportó en 2020 que la reina había viajado más de un millón de kilómetros y visitó 110 países. En 1953 hizo un recorrido de más de 70.000 kilómetros por la Mancomunidad Británica.

Algunos de sus viajes fueron hitos diplomáticos para el Reino Unido, entre ellos una visita a Alemania Occidental en 1965, la primera oficial de un miembro de la realeza británica a Alemania desde 1913. El viaje conmemoró el 20 aniversario de la Segunda Guerra Mundial.

En 1986, fue la primera monarca británica que visitó la China continental y 25 años después la primera en 100 años en viajar a la República de Irlanda.

Fue elogiada por su discurso en Irlanda en 2011, cuando dijo que su visita recordaba la complejidad de una historia común con “sus muchos niveles y tradiciones, pero también la importancia de la tolerancia y la conciliación, de ser capaces de reverenciar el pasado, pero no estar anclados en él”.

Isabel fue mecenas de más de 500 entidades benéficas en Reino Unido. Una investigación de Charities Aid Foundation divulgada en 2012, cuando ella celebró los 60 años en el trono, reflejó que había ayudado a las organizaciones a recaudar casi 2.000 millones de dólares.

Dificultades

Los libros, películas y series de televisión muestran a la reina Isabel como enigmática. Era intensamente privada y reservada.

Aunque se conocía que adoraba las carreras de caballos, las ropas de colores vibrantes y los perros corgis, nunca expresó al público sus opiniones personales.

También fue probablemente la monarca más expuesta al escrutinio público en tiempos difíciles de su reinado, muchos de ellos relacionados son su propia familia real.

En 1992, dijo en un discurso por el 40 aniversario de su reinado que había sido un “Annus Horribilis” (año horrible en latín), después de que tres de sus cuatro hijos anunciaron la decisión de separarse o divorciarse: el príncipe Carlos, el príncipe Andrés y la princesa Ana.

El matrimonio de Carlos con la princesa Diana fue por mucho tiempo una fuente de tensión para la familia real, con simpatías de público que muy a menudo favorecían a la princesa.

Después de la muerte de Diana en un accidente automovilístico en 1997, la Reina fue duramente criticada por no hacer declaraciones de inmediato o regresar al Palacio de Buckingham de sus vacaciones en Balmoral, Escocia.

Cinco días después del fallecimiento, Isabel cedió a las presiones del público y regresó al palacio para emitir un tributo en vivo a Diana.

“Fue un ser humano dotado y excepcional. En tiempos buenos y malos nunca perdió su capacidad para reír y sonreír, y no para inspirar a otros con su ternura y su bondad”, dijo la reina.

En 2019, su segundo hijo, el príncipe Andrés, abandonó sus deberes reales por sus vínculos con el financista estadounidense Jeffrey Epstein, sentenciado por delitos sexuales y quien murió en una prisión en Nueva York ese mismo año.

Andrés fue acusado por una mujer estadounidense de abuso sexual en la casa de Epstein, algo que el príncipe desmintió.

También abandonaron sus responsabilidades reales su nieto Enrique y la esposa de éste, Meghan, por las tensiones de cumplir con sus obligaciones. La pareja se mudó a Estados Unidos y en una entrevista televisada en 2021 acusaron a miembros no mencionados de la familia real, pero no a la reina, de racismo hacia Meghan, quien es birracial.

La reina respondió en un comunicado que las acusaciones “se tomaban muy en serio y serían abordadas por la familia real en privado”.

Las simpatías para la reina llovieron tras la muerte de su esposo, el príncipe Felipe en abril de 2021, pocas semanas antes de haber cumplido 100 años.

En su matrimonio de 73 años, el príncipe estaba a menudo al lado de la reina o dos pasos atrás en los eventos oficiales, como requiere el protocolo real.

Isabel dijo que Felipe había sido “su fortaleza y su apoyo” durante su matrimonio y su reinado.

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