Jonás Sánchez: un ejemplo de que los sueños no tienen límites

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Jonás Sánchez, estudiante de la Escuela Salesiana Santo Domingo Savio, en Jarabacoa, es un ejemplo vivo de que no existen barreras cuando hay pasión, esfuerzo y determinación. Con apenas unos años de edad, este joven dominicano ha demostrado que creer en uno mismo puede transformar cualquier obstáculo en una oportunidad.

“Yo quiero ser de grande futbolista”, dice Jonás con una sonrisa que refleja convicción. Su historia, compartida por el Ministerio de Educación en sus redes sociales, ha conmovido a cientos de personas que ven en él una inspiración para no rendirse ante las dificultades.

Jonás relata que su situación comenzó en 2015. “Yo nací normal. No me siento diferente a nadie, me siento bien”, afirma con seguridad. Su orgullo está en su capacidad para escribir, aprender y hacer las cosas por sí mismo, algo que valora profundamente.

“Antes, cuando empezaba la escuela, no sabía ni escribir ni leer. Ahora me gusta porque puedo aprender más, y las maestras son muy buenas conmigo”, cuenta.

La escuela no solo le ha abierto puertas al conocimiento, sino también a la confianza. “Antes a veces me sentía mal, y ahora ya me siento bien, no me siento nada mal”, confiesa, con la madurez de quien ha aprendido a aceptarse y a brillar con autenticidad.

Entre sus pasiones destacan el ajedrez y el fútbol. El primero, dice, le ayuda a tener estrategia mental y concentración; el segundo, es el sueño que lo impulsa día a día. “Desde pequeño, cuando tenía cinco años, siempre soñé con ser futbolista”, recuerda con entusiasmo.

Su mensaje a otros niños con discapacidad es poderoso:

“Que sean como yo, que se motiven a hacer lo que quieran ser de grandes y que persigan su carrera de sus sueños.”

Para Jonás, la fortaleza no está en el cuerpo, sino en el espíritu:

“Ser fuerte es no importar lo que digan los demás, mantenerse de pie y no ponerse triste por cualquier cosa, seguir siempre adelante.”

Hoy, Jonás se siente feliz y agradecido. “Contento y feliz porque Dios me hizo así y me dio más inteligencia”, expresa con gratitud.

Su historia es un recordatorio de que la verdadera grandeza nace del corazón, y que, con dedicación y fe, todo es posible.

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