Juan Polanco, el dominicano que recogiendo latas y botellas compró dos apartamentos y es superintendente en cuatro edificios
NUEVA YORK._ El dominicano Juan Polanco, que espera los 65 años de edad para retirarse como empleado, y además de su trabajo como superintendente de limpieza y reparaciones en cuatro edificios del emblemático vecindario Chelsea en el Bajo Manhattan, se dedica a recoger botellas, latas y otros desperdicios reciclajes en los basureros del área, asegura que con ese “pasa tiempo” de trabajo, se compró dos apartamentos y se busca hasta 1.400 dólares al mes.
Polanco, quien es ampliamente conocido por los residentes de Chelsea, muchos de los cuales incluso, le guardan las latas y las botellas vacías, dijo que no se avergüenza, porque su papá lo enseñó desde niño a no estar sentado y a estar en movimiento para conseguir el dinero.
Explicó que solo trabaja en los basureros unas cuantas horas al día, principalmente en la calle 17, donde es una “celebridad”.
Relató que cuando veía a otros, recogiendo latas y botellas, sin darles vergüenza, se dijo que él podía hacer lo mismo sin ningún sonrojo.
Dijo que siempre tiene los guantes puestos mientras busca en los embases de los basureros, para proteger de cualquier contaminación o bacteria.
Reveló que él clasifica las botellas entre buenas y malas, antes de sacarlas de las bolsas de basuras.
Recordó que llegó adolescente a Nueva York, donde lleva décadas residiendo.
Señaló que tiene un jefe, pero que él es también su propio jefe y rechaza la constante sugerencia de su esposa de que “ya está bueno, retírate”, respondiéndole que ella cesó como trabajadora a los 65 años de edad y él también esperará ese tiempo.
Los desperdicios los recoge además en los edificios en los que trabaja, por lo que sus jornadas de trabajo terminan a las 6:00 de la tarde.
Dijo que venda la “basura buena” en una farmacia de la calle 14, donde la reciclan.
Añadió Polanco, que trabaja los siete días de la semana y que como dominicano trabajador, no cae en debilidades si se deja vencer por el cansancio.
Narró que antes de comprar los dos apartamentos, vivía en ellos como inquilino, pero que las viviendas son como un “patrimonio familiar”.
Dijo que cuando recorre los basureros y observa a alguien poniendo los desperdicios en los zafacones, felicita a esa persona y la agradece por mantener a Nueva York limpio.
Calificó el barrio de Chelsea como muy limpio y seguro, donde las suyas y otras propiedades aumentan progresivamente de valor.