La fuerza cotidiana de la mujer dominicana

Por: Grísel Sánchez
Productora general del programa
Desahógate RD
Ser mujer en República Dominicana no es tarea fácil. Pero ser una mujer netamente dominicana, esa que se levanta con el sol para poner café en la greca mientras alista uniformes escolares, organiza la casa, piensa en qué va a cocinar con lo poco que hay en la nevera y aún así sale a trabajar con una sonrisa, es una hazaña que muchas veces no se reconoce como se merece.
En una sociedad donde, aún hoy, el machismo marca el ritmo de muchas decisiones, la mujer dominicana ha aprendido a bailar con la vida, aunque la música no siempre le guste. Lidia con una doble jornada: la del trabajo formal y la del hogar, que muchas veces le toca sola. Y no hablamos solo de madres solteras; también de mujeres con pareja, pero que cargan con la mayoría del peso emocional, económico y doméstico de la familia.
Sobrevivir en este sistema implica tener el coraje de decir “no” cuando la costumbre espera sumisión, tener la fuerza para estudiar de noche después de una jornada agotadora, tener la valentía de criar hijos con valores en un mundo que muchas veces les enseña lo contrario.
La mujer netamente dominicana es resiliente por naturaleza. Aprende a resolver, a buscar la vuelta, a echar pa’lante aunque le falte todo. Se las ingenia para que los cuadernos estén forrados, para que el arroz rinda y para que, de alguna manera, todos estén bien, aunque ella se olvide de sí misma.
Pero también es hora de que se le escuche. De que su cansancio no se minimice. De que su voz tenga peso en la toma de decisiones. Porque no basta con decir que “la mujer es el motor de la familia”, si ese motor no se cuida, si no se le da mantenimiento, si no se le protege del desgaste constante.
Hay que construir un país donde ser mujer no signifique cargar con más, sino tener las mismas oportunidades. Donde su libertad no dependa de permisos, donde su cuerpo no sea propiedad ajena, donde su palabra tenga valor en cada espacio: la casa, la calle, la política y la economía.
La mujer netamente dominicana merece descanso, respeto y reconocimiento. Merece vivir, no solo sobrevivir. Merece escribir su historia desde la dignidad, no desde la resistencia.
Y aunque todavía falta mucho por lograr, lo cierto es que mientras ella siga aquí con su voz clara, su risa fuerte y su mirada firme, este país seguirá teniendo esperanza.