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La polémica exposición feminista que cosifica a los hombres mostrándolos desnudos en poses de mujeres

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A poco de cumplirse 20 años de la muerte de Helmut Newton (1920-2004), el legendario fotógrafo alemán que creó el porno chic y algunas de las imágenes más icónicas y probablemente sexistas del siglo XX, la fotógrafa feminista alemana Hani Hape recreó varias de las fotos más abiertamente sexuales de Newton suplantando sus desnudos femeninos por masculinos, una operación estética que impacta y fascina por estos días a la escena de la fotografía internacional, abriendo nuevas preguntas más que trayendo respuestas.

“No es fácil encontrar hombres que se bajen los pantalones”, dice la berlinesa Hape al sitio alemán Monopol en una entrevista que recoge el diario inglés The Guardian.

Las imágenes, es decir, la mirada, que recogen las redes y sitios de todo el mundo por estos días generan extrañeza: aquellas supermodelos desnudas (cuerpos hegemónicos femeninos desnudos) ensilladas como potros o encadenadas por el cuello como perros en adiestramiento, las piernas abiertas debajo de un amo que en el contacto visual y la tensión de la correa demanda sumisión, son suplantadas por Hape, la mayor parte de las veces producto de montajes, con cuerpos de modelos queers y masculinos.

Hape acaba de publicar las fotos más famosas de Newton invirtiendo los roles: los varones son en esas icónicas tomas los objetos eróticos, parte del proyecto “Helmut Newton visto por Hani Hape”, basado en la reversión de algunas de esas tomas originales blanco y negro que “lo convirtieron (a Newton) en uno de los primeros fotógrafos en reinventar a la mujer del siglo XX” o en “el máximo representante del vouyerismo en la fotografía”, cita un perfil atemporal de la revista Vogue donde éste trabajó.

“La estética femenina de Newton era única. Fue un hombre que fotografió a mujeres que realmente parecen mujeres”, cita el mismo perfil, reproduciendo las palabras de Manolo Blahnik, el diseñador de moda español que fundó una de las marcas de calzado más costosa y prestigiosas del mundo de la moda que lleva su nombre.

La extrañeza que provocan las reversiones de Hape impacta sobre otro lugar común en la definición de aquella mirada normativizada sobre el deseo sexual. Un artículo de 2021 publicado en La Nación dice: “Empoderar a la mujer en tacos aguja para contar historias arriesgadas, en situaciones sexy, en rol de dominatrix o en un juego bizarro de lesbianismo”.

Otro de la Biblioteca Visual Cervantes describe: “Seis enormes mujeres fotografiadas completamente en cutis a no ser por los zapatos de taco aguja. Todos las hemos visto -o soñado- alguna vez. Sus piernas eternas, las miradas desafiantes, los muslos tensos, los pubis erizados, los pezones puntudos: municiones de alto calibre para atravesar la coraza de la frigidización posmoderna (enfriamiento por saturación del ojo). Dueñas de sí mismas, blindadas en su propia desnudez, ferozmente hermosas e imposibles como los sueños que desatan, estas grandes mujeres son los famosos Big Nudes de Helmut Newton. Aunque su nombre de trabajo fue una vez, mucho mejor: ‘Las terroristas'”.

“¿Cómo pueden sus fotografías ser sexistas y misóginas si las mujeres son descaradamente seguras?”, pregunta hoy un artículo de la revista fotográfica Conscientius. “Las mujeres que en las fotografías de Newton se describen como ‘descaradamente seguras’ se comportan como los hombres”, responde el artículo, “están involucrados en demostraciones de poder”, en un “mundo”, el de las fotografías de Newton, que “es enteramente heterosexual”, donde además “la interacción se desarrolla en un territorio demarcado por una definición estrecha de lo que significa masculinidad. Es el territorio del poder y la dominación”.

Las fotografías de Hape fueron publicadas en el libro “Sakura” -concepto que significa flor de cerezo- y que pesa 1,2 kilos, algo que contrasta directamente con “Sumo”, el libro de 35 kilos que publicó Newton, “una manera de cuestionar, literalmente, el peso cultural y el precio del arte de un hombre sobre el de una mujer, dado que la copia número 1 de Sumo alcanzó un récord de 620.000 marcos alemanes en una subasta en 2000”, señala el artículo de The Guardian.

En él, se resalta la amplia aceptación que tienen las imágenes de Newton, a pesar de las críticas respecto a que su trabajo es “pornográfico-chic”. Cuando Hape pidió a los hoteles que exhibieran su trabajo, en una ocasión le dijeron que no “encajaba con la configuración de la casa”, indica el periódico británico, y “esto dice mucho sobre la normalización de los desnudos femeninos en esos espacios, donde se los considera elegantes (y no amenazantes)”.

Estos registros son los que hoy pone en cuestión el trabajo de Hape. Las numerosas notas de archivo donde se leen definiciones como “provocador”, “adorador de las mujeres” y “admirador” de Margareth Thatcher que “cambió la moda para siempre”, ahora incluyen adjetivos como “misógino”, superadores del clásico “sexista” que a veces podía acompañar aquellas descripciones sobre este famoso fotógrafo, muerto a los 84 años de un ataque al corazón manejando su Cadillac, que hoy cuenta con una fundación con su nombre con un museo en el tercer piso donde se exhiben aquellas elogiadas imágenes porno chic.

Al explicar por qué hizo referencia a Newton, Hape dice: “No quería hacer un proyecto específico, sino que buscaba una referencia sólida que mucha gente conozca, para desafiar los hábitos de visualización establecidos”.

En el libro “Ways of Seeing”, John Berger cerró su capítulo sobre el desnudo planteando un desafío, señala la nota de The Guardian: “Elija de este libro una imagen de un desnudo tradicional. Transformar a la mujer en hombre. Ya sea mentalmente o basándose en la reproducción. Entonces observé la violencia que produce esa transformación. No a la imagen, sino a las suposiciones de un posible espectador”.

“¿Qué pasaría si, en lugar de cambiar el género del sujeto, pudiéramos cambiar el género del creador? ¿Qué cambiaría si el creador tuviera una anatomía similar a la del sujeto y, por tanto, comprendiera su profundidad? Es una idea poderosa, dado que Berger no hizo referencia a ninguna obra de arte de una mujer en su libro”, concluye el artículo.

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