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La regulación de las armas, el asunto pendiente por el que Harris no quiere perder votos

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Los sondeos de las próximas elecciones en EE.UU. advierten un duelo ajustadísimo. La vicepresidenta y candidata demócrata, Kamala Harris, sabe que cualquier error podría ayudar a decantar la balanza en favor de su rival, el expresidente Donald Trump (2017-2021). Por eso, en asuntos que le pueden hacer perder, como endurecer su discurso contra las armas, prefiere no arriesgar y contentar, o al menos intentarlo, a unos y otros.

Estados Unidos es el país de las armas. Según la organización suiza Small Arms Survey, hay 120 armas de fuego por cada 100 estadounidenses. Más armas que personas. Harris evita por ello a toda costa mostrarse como una candidata antiarmas para conectar con votantes independendientes y republicanos moderados.

“A los demócratas les preocupa que si hacen hincapié en una mayor regulación de las armas puedan perder algunos de los votos del centro que necesitan para ganar”, explica a EFE Grant Reeher, investigador senior del Instituto Campbell de Asuntos Públicos de la Universidad de Syracuse.

Tradicionalmente, los demócratas apoyan más las restricciones de armas que los republicanos. Según un estudio de Political Behaviour publicado el pasado diciembre, un 88 % de los votantes demócratas apoya prohibir los fusiles de asalto, mientras que solo 3 de cada 10 republicanos estaría de acuerdo.

Para la socióloga experta en el control de armas Deana Rohlinger, los políticos son “reticentes a alinear” a sus votantes a un lado u otro del debate: “Dado que los propietarios de armas no se identifican únicamente con el Partido Demócrata o el Republicano, muchos políticos se andan con pies de plomo a la hora de regularlas”.

La regulación es un asunto a menudo eclipsado por otros problemas como la economía, la sanidad o la inmigración. El último estudio de Pew Research sobre las prioridades de los estadounidenses recoge que solo el 59 % de los votantes de Harris considera “muy importante” la política sobre las armas, por detrás de temas como la economía (68 %), el aborto (67 %) o el cambio climático (62 %).

Pese a que el asunto no copa los titulares, a excepción de cuando ocurre una masacre, casi 47,000 personas murieron en 2023 por armas, que siguen siendo, por cuarto año consecutivo, la principal causa de muerte entre los menores de edad, según la Agencia Nacional de Salud Pública.

“Hacer frente realmente a la violencia con armas de fuego en este país requeriría un enfoque complicado, polifacético y costoso. Necesita intervenciones costosas en los centros urbanos y un esfuerzo masivo de salud mental pública.  El país tiene poco interés en hacer esas inversiones en este momento y en un futuro cercano”, señala Reeher.

“Yo tengo un arma”

Durante el único debate presidencial celebrado en esta campaña, Trump acusó a Harris de querer quitarle el arma a todo el mundo si llegaba a la presidencia.

Harris lo negó en rotundo y declaró que tanto ella como su candidato a vicepresidente, el gobernador de Minnesota, Tim Walz, eran “propietarios de armas“.

A partir de ahí, montó en diversos medios de comunicación una defensa de las armas con la que distanciarse de las acusaciones de su rival.

“Tengo una Glock y la tengo desde hace bastante tiempo” dijo en el conocido programa ’60 Minutes’, donde también afirmó haberla usado en un campo de tiro. “Si alguien entra en mi casa, le dispararé”, le explicó a Oprah Winfrey en otra entrevista.

“Están tratando de señalar que no son una amenaza para los derechos de las armas, y que no son solo liberales que no tienen armas y quieren regularlas y prohibirlas”, afirma Reeher.

Entre dos aguas

Mientras que Trump dice ser el mejor amigo de la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés) y se ha erigido como el firme defensor de la Segunda Enmienda de la Constitución, que consagra el derecho a la posesión de armas, Harris se encuentra entre dos aguas.

La vicepresidenta quiere demostrar que respeta el derecho a portar armas recogido en la Constitución, pero a la vez resolver uno de los grandes problemas del país.

En su programa incluye la prohibición de armas de asalto y los cargadores de gran capacidad y defiende que se endurezcan los controles de antecedentes a todos aquellos que quieran comprar un arma de fuego, aunque no hace demasiada gala de ello.

Frente a las acusaciones de su rival de querer atacar la Segunda Enmienda, apunta que no todo es blanco o negro y que se puede defender dicha enmienda y trabajar a la vez por la seguridad pública de su país. Una estrategia con la que busca quitarse la etiqueta de progresista para vencer al magnate neoyorquino el 5 de noviembre y ocupar el Despacho Oval.

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