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Los carros voladores ya no serán sólo de ciencia ficción

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Común en novelas y películas de ciencia ficción, loscarros voladores y sus infinitas posibilidades están cada vez más cerca de convertirse en realidad en Florida (EE.UU.), y en lo inmediato prometen ser una solución inmejorable para el tráfico del transporte terrestre y sus efectos contaminantes.

«Para nosotros no es ciencia ficción, hace tiempo que se debería haber hecho», señala a EFE Doron Merdinger, el fundador y presidente ejecutivo de Doron Aerospace, una firma en la ciudad de Pompano Beach que lleva desde 2016 trabajando en el diseño de vehículos voladores eléctricos con capacidad para dos pasajeros.

Merdinger señala que este tipo de vehículos ya estaban previstos desde «hace muchos años» dentro de la industria aeronáutica y del transporte, pero no ha sido hasta el advenimiento de la tecnología y de los sistemas de propulsión usados en los drones que se ha podido fijar metas realistas en el corto plazo.

«Muy simple, intuitivo de usar y probablemente mucho más seguro que la mayoría de los aviones que existen», afirma el ejecutivo sobre el prototipo que descansa a sus espaldas, dispuesto en un hangar y en el que realizó un exitoso primer vuelo tripulado de prueba en julio de este año.

Se trata de un vehículo con chasis a base de fibra de carbono, el mismo usado en los carros de la Fórmula 1, y que cabe en un estacionamiento estándar, con ocho hélices y diez sistemas de propulsión.

Se puede desplazar hasta a 140 millas por hora (225 km/h), y una velocidad de cruceros de 100 millas por hora (160 km/h), y cuenta con una capacidad de carga de hasta 550 libras (227 kilos).

El precio de partida es de 300.000 dólares y el ejecutivo señala que ya tiene hasta 370 solicitudes anticipadas, mayormente de particulares.

Prevé que en 2025 podrá estar sacando de la fábrica de ensamblaje los primeros seis carros voladores Doroni H1, a partir de lo cual seguirá un aumento progresivo de la producción. Un mercado de un billón de dólares

Esta suerte de helicóptero modernizado, silencioso y que funciona con baterías eléctricas, entra en la categoría de lo que en la industria se llama eVTOL (electric vertical take-off and landing), es decir un vehículo de despegue y aterrizaje vertical que usa energía eléctrica.

Los reguladores estadounidenses se hallan ultimando los procesos de certificación para la puesta en marcha de este medio de transporte, y en lo que, de acuerdo con la firma financiera Morgan Stanley puede suponer un mercado de un billón de dólares hacia 2040.

Merdinger, cuya firma ya ha recaudado 4,8 millones de dólares, recalca que los usos pueden ser «infinitos», tanto como medio de transporte personal, como para agencias gubernamentales y militares, socorristas, departamentos de policía, entre otros.

«Y también, para simplemente disfrutar de la vida», agrega.

El ejecutivo señala que los autos voladores de Doroni están pensados para clientes particulares, para aquellos que quieran ir a jugar golf, hacer sus compras o disfrutar de un paseo a unas decenas de metros de altura, a bordo de un vehículo que puede ser recargado en estaciones eléctricas.

«Podremos desplazarnos de un lugar a otro de forma mucho más eficiente, más rápida y sin afectar a las personas que nos rodean porque los niveles de ruido y de contaminación serán mucho menores», añade sobre un medio de transporte que, por ascender y descender de forma vertical, no necesitará pistas de aterrizaje. Una gran demanda

En este sector ya han mostrado su interés grandes fabricantes de aeronaves y automóviles, además de empresas emergentes, la gran mayoría de las cuales tienen la vista puesta en versiones aéreas de taxis, con proceso de certificación más complejos y cuyo coste puede ascender a decenas de millones de dólares.

Pero desde su posición en el mercado particular, Merdinger afirma que hay ahí «una tremenda demanda» y ello aún sin anuncios publicitarios de por medio y solo gracias a las informaciones de medios especializados.

Doroni se halla en búsqueda de socios en un momento en el que la compañía se ha marcado una meta de 30 millones de dólares en venta de acciones, y con las perspectivas de un «gran retorno».

«Está es la oportunidad de ser parte del futuro, de un futuro que ya está sucediendo», manifiesta el ejecutivo.

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