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Los Estados Unidos Americanos.

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Por Carlos McCoy         CarlosMcCoyGuzman@Gmail.com

Nueva York: La mancuerna sino rusa, sigue atrayendo naciones a sus órbitas político-comerciales. Honduras es la más reciente adquisición; con los Estados Unidos está sucediendo exactamente lo opuesto. Pueblos tradicionalmente amigos de Washington están alineándose con sus acérrimos enemigos, tal es el caso de Arabia Saudita con sus acercamientos a Rusia, China, Irán e Iraq. Al punto que, acaban de firmar un acuerdo a través de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), liderado por los rusos para -contrario al pedimento del presidente Joe Biden- reducir su producción en dos millones de barriles diarios. Además, la compañía petrolera saudí Aramco, firmó nuevos acuerdos de suministro con el gigante asiático y acaba de comprar una participación en una refinería de dicha nación.

No está demás decir que todas esas transacciones comerciales se hacen en riyales, yuanes, rublos y rupias, pues estas naciones ya han comenzado a sustituir el uso del -según ellos- inorgánico dólar americano en sus negocios internacionales. Acaba de salir un informe donde Brasil, Rusia, india, China y South África, supera a Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Francia, Italia, Canadá y Japón, en el producto interno bruto. De acuerdo con los datos proporcionados, los BRICS ahora aportan el 31,5 % del PIB mundial, mientras el G7 representa el 30,7 %.

Mientras tanto, Washington sigue enfocado en gastar miles de millones de dólares en la guerra de Ucrania y en expandir la OTAN añadiendo nuevos países, principalmente si éstos están situados en las fronteras rusas, como es el caso de Finlandia, que su membresía acaba de ser aprobada, convirtiéndose en el país número 31.

La administración Biden continúa con una visión política Hipermetrópica, divisando lo que está muy lejano, pero con gran dificultad para ver en su entorno.

Que distinto fuera si los Estados Unidos de América, en vez de estar buscando camorras por todas partes, buques de guerra en el mar de China, submarinos en Bahréin, copiaran lo que hicieron los países europeos y se enfocaran en crear la Unión Americana.

Un poderoso bloque desde Alaska en el norte hasta la Patagonia en el sur y de Barbados en el oriente Atlántico hasta Hawái en el Occidente Pacifico. Tendríamos, por llamarlo de alguna manera, un super país.

Un continente de 43,000,000 de kilómetros cuadrados, dos veces y medio el tamaño de Rusia, y 4 veces el de la Unión Europea. Con una creciente población por encima de los 1,000 millones de habitantes; mayor que los 700 millones de Europa y con una edad promedio de 33 años, mucho menos viejos que los europeos.

Un territorio que toca cuatro de los océanos del globo. Donde convergen 2 de los 4 mayores ríos del mundo, incluyendo el Amazonas, el más largo y caudaloso, que contiene la quinta parte de toda el agua dulce del planeta. Poseemos ubérrimas tierras.

En Venezuela tenemos la mayor reserva de petróleo. La de Litio en Bolivia. La de Cobre en Chile. Plata en México, Oro en USA, Canadá y Perú. En fin, no tendríamos la necesidad de buscar nada en ninguna otra parte del mundo, excepto consumidores que tendrían que ser “compradores”. Nos convertiríamos en el territorio o país envidia del universo.

Esto de la unidad continental no es una idea nueva. Fue el sueño de Duarte, Bolívar, Sucre, Martí, Monroe. De todos los grandes pensadores americanos.

En los últimos años, se han hecho algunos aislados esfuerzos como son el North América Free Trade Agreement (NAFTA), El Mercado Común Suramericano (MERCOSUR) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y caribeños (CELAC); aunque ésta última deja fuera a Canadá y a USA, los dos países más grandes y desarrollados del continente americano. Algo en lo que no estamos de acuerdo.

Debemos formar un equipo de cancilleres americanos, no para que acudan a las estériles reuniones de mucha chercha y poca sustancia, sino para que busquen los puntos coincidentes en cada una de las propuestas y que trabajen en la unificación del continente, con una sola moneda. Un sistema de visado común tipo Schengen, similares reglas comerciales, los mismos impuestos en todo el territorio e iguales oportunidades para la población. Esto eliminaría el problema de inequidades y por ende las migraciones ilegales. Canadá y Estados Unidos son dos perfectos ejemplos.

Como dominicanos le planteamos el reto a don Adriano Espaillat, para orgullo nuestro, miembro de la Cámara de Representantes de USA. Comenzar este proyecto desde el Congreso americano sería un gigantesco paso de avance

¡Adelante congresista!

¡Vamos a hacer a América Grande, pero de verdad!

¡Fundemos los Estados Unidos Americanos!

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