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Más de 30 mil estadounidenses mueren cada año a causa de armas de fuego

“En Estados Unidos se prohíbe a una persona de 18 años comprar un trago en un bar, pero se le permite adquirir de forma legal múltiples fusiles de asalto que luego usan para matar personas inocentes”.
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Valiéndose de la segunda enmienda de la Constitución de Estados Unidos, cuyo texto es considerado como apenas una frase larga, el espacio ocupado en el carta magna, no es más que una línea compuesta por 27 palabras que rezan en su conjunto los siguiente: (A well regulated Militia, being necessary to the security of a free State, the right of the people to keep and bear Arms, shall not be infringed”). Esto se traduce como: (“Siendo necesaria una milicia bien ordenada para la seguridad de un Estado Libre, no se violará el derecho del pueblo a poseer y portar armas”).

No obstante, estas lacónicas palabras han sido la simiente de un debate profundo y controversial, que no solo ha dividido la sociedad estadounidense en dos, sino que le ha costado en término de vidas humanas más de 30  mil personas muertas cada año a causa de heridas de bala. 

  Los tiroteos masivos perpetrados en iglesias, cines, en las calles, en bases militares y lo peor,  en el mismo epicentro de la inocencia, en las escuelas. Como el último caso que ha estremecido a la sociedad, el de Uvalde, Texas, donde un joven de 18 años compró dos fusiles AR-15, se dirigió a una escuela elemental donde secuestró un aula llenas de niños y mató a 19 de ellos y dos profesoras, para posteriormente caer abatido por un miembro de la patrulla fronteriza.

 Sin embargo, los tiroteos masivos no constituyen el mayor número de víctimas mortales  en el país. Los datos más aterradores y preocupantes son los que voy a presentar a continuación: En Estados Unidos hay casi un arma por persona, aproximadamente 350 millones. Estas cifras encierran unos resultados perturbadores que confirman que el total de estadounidenses armados sería aproximadamente 128 veces más grande que el ejército más numeroso del mundo, el chino.

 El problema de las armas supera por mucho lo que la propia ciudadanía piensa. Los asesinatos masivos, tal y como los conocemos, no son la mayor causa de muertes con armas de fuego en EE.UU. No, la gente podría creerlo así por el amplio despliegue de cobertura que las grandes cadenas y medios masivos de comunicación dan a estos estremecedores casos porque siempre envuelven a víctimas inocentes y niños. Pero la verdad es que estos solo representan el 1.5% de las personas que mueren a causa de heridas de balas cada año en este país.

 Diversos estudios realizados por diferentes ONGs y el propio Departamento de Justicia Norteamericano establecen que existe un estrecho vínculo entre la distribución geográfica de la propiedad de armas de fuego y los homicidios realizados con las mismas. Igual, establecen claramente la correlación entre la localización geográfica de propiedad de armas de fuego y los suicidios, que en la última década han aumentado drásticamente. 

 Es decir, los asesinatos masivos son solo la punta del iceberg, las personas caídas por homicidios y suicidios cada año, superan por mucho los primeros.

 Así que la voracidad de la Industria Armamentista, cuyo grupo de enforzamiento es la “NRA National Rifle Association” (Asociación Nacional del Rifle), un clan de influencia que ejerce su poder a través de los cabilderos en el Congreso Americano y que tiene al Partido Republicano en sus bolsillos, que valiéndose de la segunda enmienda de la Constitución Norteamericana han sembrado de horror, caos y muerte en el país.

 Ese voraz negocio ha llenado de violencia EE.UU., también le cuesta a los contribuyentes norteamericanos muy caro, porque, además de los que cuesta el statu quo legal de las armas; el costo total, incluyendo armas, servicios de emergencia, hospitalizaciones, cortes penales, prisiones, costos indirectos, salarios y esquilmación de la calidad de vida de los sobrevivientes, etc., etc. Todo tiene un costo superior a los 230 millones de dólares cada año. Una cifra que se aproxima al presupuesto anual de la nación para el sistema de salud.

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