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Moisés Naím: “No sabemos qué tan grande es esta crisis de energía y precios”

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Invitado por Banreservas, este observador de la política y la economía mundial visitó nuestro país, impartió una conferencia y resultó ser bastante más optimista que los habituales sabios que analizan el convulso panorama mundial.

Exministro de Industria y Comercio de Venezuela, entre otras ocupaciones de un vasto curriculum, sus análisis sobre la realidad latinoamericana son especialmente valorados.

—Llegar al poder a través de elecciones, aunque sean ilegítimas o fraudulentas, está perpetuando dictaduras en Venezuela y Nicaragua. Pero la comunidad iberoamericana parece aceptarlo sin mucha oposición activa.

Uno de los mayores retos en el siglo XXI es qué debe hacer la comunidad de democracias para proteger y fortalecer la democracia en países donde está siendo atacada por tiranos o autócratas que se hacen pasar por demócratas. Es uno de los grandes retos sin respuesta pero es importantísimo comenzar a entender que es necesario. Que no es algo que solo afecta a los países vecinos sino que nos afecta a todos. Los demócratas del mundo que creen en la Libertad deben comenzar a actuar.

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Samuel Pereyra, administrador del Banco de Reservas junto a Moisés Naím.

—La historia de la humanidad es la historia de las migraciones, pero las de ahora representan en muchos puntos del planeta conflictos violentos.  ¿Hay algún país receptor que lo está haciendo bien, que pueda tomarse como ejemplo?

No y es un tema nuevo. Ningún país, actuando a solas, puede resolver el problema. La lista de estos problemas sin soluciones individuales está creciendo. Problemas que requieren más de un país actuando en concierto. Eso lo requerimos urgentemente para manejar el cambio climático, las migraciones descontroladas, tráficos criminales, países fallidos como Haití. Nadie puede resolver Haití solo, requiere ayuda multilateral. Simplemente eso ilustra cómo crece la lista de problemas de la humanidad y de cómo puede crecer si no actúan los países de manera coordinada.

—El derecho a veto en el consejo de seguridad de las Naciones Unidas pareciera restarle credibilidad y operatividad a la organización. ¿Cual es su opinión?

Absolutamente cierto. El hecho de que Rusia tenga asiento en  el consejo, es muy problemático con el rol que tiene las Naciones Unidas con lo que está sucediendo ahora mismo en Ucrania. Pero bueno, las Naciones Unidas representan los intereses de sus países miembros. A quien hay que criticar y poner en el banquillo de acusados no es a las Naciones Unidas, que es simplemente la reunión de diferentes países, son los países miembros los que tienen que actuar.

—La República Dominicana es el primer país afectado por la crisis de Haití. El presidente ha dicho, con razón, que no puede participar en ninguna fuerza armada en el territorio que intervenga allí. ¿Qué país podría ser? 

Ahí hace falta liderazgo. En el pasado ese liderazgo lo jugó EE.UU. El problema es que la intervención armada en Haití, si fuese a pasar, tendría que ser parte de un proceso de cosas que deben suceder previamente y posterior. No basta con llenar unos barcos de soldados de algún país voluntarios para echarse contra los gangs haitianos que se encuentran en la calle. Hay que tener una estrategia y eso debe tener diferentes pasos. Antes de hablar de intervención armada, debe haber una estrategia y saber qué hacer antes, para garantizar el éxito de esa intervención, y qué hacer después. Cómo garantizar el éxito porque no hay nada que, por la entrada de un gobierno extranjero como fuerza multilateral de las Naciones Unidas, garantice que no sean derrocadas por esos grupos armados y paramilitares que hay allí.

—¿Los europeos serán capaces de resistir una crisis de energía en invierno o van a ceder ante Putin?

Esa es la gran incógnita de este tiempo y cómo se va a responder definirá cómo será la estructura del mundo. Hasta ahora los europeos nos han sorprendido con su tenacidad, su visión, solidaridad y actuación. Han descubierto ser una superpotencia si actúan coordinadamente y tienen una voz importante para los que creemos en la democracia y la libertad. A nadie se le puede pedir, en estos momentos, pronósticos ciertos porque no sabemos lo que pasará con los precios de la energía, con la reacción popular a un aumento grande de precios. Tendrán que elegir entre calentar su casa o comer porque hay una inflación de alimentos a nivel mundial. Muchas familias en Europa tienen que decidir si mueren de frío o de hambre y por eso no podemos pedirle a un gobierno que no actúe. No sabemos qué tan grande es esta crisis de energía y precios.

—Como analista de la geopolítica internacional, ¿qué le preocupa más? 

Rusia, China, Taiwán. Todo pasa a segundo plano. En principio el tema central que deberíamos atacar obsesivamente es cómo manejar el cambio climático. Cómo hacer que ciudades enteras no terminen anegadas. Cómo hacer con los incendios, inundaciones y tormentas que están pasando con más frecuencia y con más vidas cobradas. Ese es nuestro gran reto como civilización, enfrentar el cambio climático. Ahora, dicho esto, el cambio climático no puede competir, en cuanto a rapidez y respuesta, con que Putin pueda utilizar una bomba nuclear. Eso cambia la conversación y nos concentra en otra cosa. Esto puede poner en peligro la supervivencia de la civilización tal como la conocemos. Hay que hacer ambas cosas.

«Los europeos han descubierto ser una superpotencia si actúan coordinadamente y tienen una voz importante para los que creemos en la democracia y la libertad»Moisés NaímAnalista económico

—Finalmente, ligado a los medios de comunicación desde diferentes posiciones, ¿cómo afectan las redes sociales a la larga al periodismo? ¿Está usted optimista con esto?

Estoy entusiasmado con las oportunidades que abren las nuevas tecnologías para los periodistas y no periodistas. Estamos en una época donde las personas se sientan y escriben opiniones interesantísimas. También hay mucho ruido. También, cosas desagradables. Pero si uno sabe usar las redes, se saca beneficio. Lo que yo leo me llega por redes sociales y me llegan con artículos en lugares  de los que nunca he escuchado, escritos por alguien que jamás he conocido y son cosas brillantes. Cosas que me cambian la manera de pensar y que nunca hubiese encontrado si no fuese por las redes sociales. Ahora, estas tienen un costo porque son agresivas y peligrosas y uno está sometido a todo tipo de vaivenes, insultos y mentiras. Tengo la confianza de que podremos avanzar a proteger al consumidor porque entiendo que está desprotegido. Debemos fortalecer la capacidad de la gente para que sepa qué es verdad y qué es mentira. La combinación de legislación, activismo social y tecnología va a ser más fácil para los usuarios de redes sociales protegerse de ese ecosistema que puede ser  muy tóxico.

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