Netanyahu aclara que sin rehenes no hay paz

Mientras tanto, Egipto se prepara para recibir a las delegaciones y Estados Unidos intenta mantener vivo un plan que, antes de comenzar, ya enfrenta su primera prueba de fuego, liberar a los rehenes o ver cómo la oportunidad de paz vuelve a desvanecerse en medio del conflicto.
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Jerusalén, Israel: El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu declaró ante el Foro Gvura que el plan de paz propuesto por Donald Trump no se implementará hasta que todos los rehenes en poder de grupos armados palestinos sean liberados. Su afirmación, transmitida por la prensa israelí, marca un endurecimiento de la posición de Israel en un momento clave de las negociaciones. No existe aún un plazo definido para la liberación de los rehenes, aunque las conversaciones para intentar concretar el acuerdo están previstas para comenzar el lunes en El Cairo, con la mediación de Egipto y la participación de Estados Unidos.

El plan, impulsado directamente por Trump, contiene veinte puntos que incluyen un alto el fuego inmediato, el desarme gradual de Hamas, un intercambio total de prisioneros y rehenes, la reconstrucción de Gaza y la creación de un gobierno transicional bajo supervisión internacional. Entre sus cláusulas más sensibles figura la que establece que todos los rehenes, vivos o fallecidos, deben ser devueltos en un plazo máximo de 72 horas después del alto el fuego. Sin embargo, Netanyahu condiciona la entrada en vigor del plan completo a la liberación total de los rehenes, sin aceptar fases intermedias ni plazos parciales.

La postura del primer ministro tiene una doble lectura. Por un lado, responde a una exigencia de la sociedad israelí y de las familias de los cautivos, que demandan garantías plenas antes de cualquier concesión territorial o militar. Por otro, funciona como una herramienta política que le permite mantener el control de la agenda diplomática y evitar presiones externas para aceptar compromisos antes de obtener resultados concretos. Su mensaje deja claro qeu no habrá aplicación de ningún punto del plan mientras quede un solo rehén bajo control de Hamas.

La exigencia israelí choca con las previsiones logísticas y diplomáticas del plan estadounidense. Liberar simultáneamente a todos los rehenes, civiles y militares, israelíes y extranjeros, requeriría negociaciones complejas, verificaciones de identidad, traslados seguros y coordinación entre múltiples actores internacionales. En experiencias previas, como el intercambio de prisioneros de 2011 o los acuerdos de alto el fuego de 2021, estos procesos se realizaron por etapas y bajo supervisión de Egipto, Qatar o la Cruz Roja. La idea de lograrlo en cuestión de horas se considera poco realista, pero Washington insiste en mantener la cláusula como símbolo de voluntad inmediata de paz.

Las conversaciones en El Cairo estarán marcadas por esa tensión. Egipto, tradicional mediador entre Israel y Hamas, buscará convencer a las partes de aceptar un esquema escalonado que permita comenzar por la entrega de rehenes civiles, seguida de militares y prisioneros políticos. Estados Unidos, por su parte, intentará preservar el prestigio del plan y proyectar liderazgo diplomático en Medio Oriente, mientras otras potencias regionales, como Qatar o Arabia Saudita, presionan para lograr un acuerdo rápido que alivie la crisis humanitaria en Gaza. Hamas, que ya expresó apertura parcial a discutir el plan, no ha confirmado su disposición a liberar a todos los cautivos de manera simultánea.

Internamente, Netanyahu enfrenta presiones opuestas. Los familiares de los rehenes exigen resultados inmediatos y reclaman un calendario claro, mientras los sectores ultranacionalistas de su coalición rechazan cualquier concesión que implique alivio para Hamas sin una victoria militar completa. El gobierno israelí, dividido entre el ala política y el mando de seguridad, intenta proyectar unidad, pero las filtraciones desde el gabinete de guerra muestran discrepancias sobre hasta dónde debe llegar el compromiso con el plan estadounidense.

En este escenario, el “todo o nada” de Netanyahu puede convertirse en un arma de doble filo. Si Hamas acepta liberar a todos los rehenes, Israel consolidará una victoria política y moral, reforzando su imagen interna y externa. Pero si las negociaciones se estancan, la postura inflexible podría aislar a Israel y debilitar el impulso diplomático del nuevo intento de paz. Los mediadores temen que la exigencia absoluta termine retrasando cualquier acuerdo, prolongando la guerra y la crisis humanitaria.

Trump, que ha presentado su plan como una “oportunidad histórica para una paz duradera”, enfrenta también el riesgo de que su propuesta se perciba como ineficaz o políticamente instrumental. Sin el respaldo firme de ambas partes, el plan podría diluirse en declaraciones. Funcionarios estadounidenses confirmaron que no existe un cronograma concreto para la implementación, y que la prioridad inmediata será garantizar la liberación de los rehenes, el cese del fuego y el acceso humanitario a Gaza.

Netanyahu concluyó su intervención con la lapidaria frase calculada que, “La paz llegará solo cuando todos los nuestros estén en casa”. La sentencia, que resume su doctrina de seguridad total, marca el tono de una negociación que se perfila como una de las más delicadas de los últimos años. Mientras tanto, Egipto se prepara para recibir a las delegaciones y Estados Unidos intenta mantener vivo un plan que, antes de comenzar, ya enfrenta su primera prueba de fuego, liberar a los rehenes o ver cómo la oportunidad de paz vuelve a desvanecerse en medio del conflicto.

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