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Párroco dominicano de iglesia Espíritu Santo dice pandemia no fue enviada por Dios como castigo a los humanos

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NUEVA YORK._ El padre Ricardo Fajardo, párroco de la iglesia Espíritu Santo en El Bronx, cuyo templo sigue impactado por el coronavirus después que 20 feligreses murieron dijo que la pandemia no fue enviada por Dios para castigar a los humanos por los males de la sociedad.

Fajardo, que ha convertido también la iglesia en la avenida University en El Bronx en un centro comunitario donde se repartieron cientos de raciones de comida y se hacen pruebas PCR de COVID-19, señaló que la pandemia es resultado de la naturaleza y se muestra en desacuerdo con que el virus fue incubado en China como señala una de las teorías de la conspiración.

 

“No soy científico, de esta pandemia no se sabe el origen hasta hoy día, pero Dios nos ha creado felices para que convivamos con hermanos, con el libre albedrío y para que actuemos en base al bien, pero desgraciadamente nuestra naturaleza se inclina por el mal, pero Dios no castiga a nadie, amonesta que es distinto”, señaló.

“Ven y sígueme, vete en paz y no peques más”, dijo que dice Dios. “No podemos decir que fue Dios que mandó la pandemia como castigo o amonestación, desde el origen de la humanidad ha habido grandes pandemias”.

Rechazó otra de las teorías, una de las cuales dice que el coronavirus fue encubado en China para aniquilar media humanidad porque los humanos sobran en el planeta.

“No, el mismo hombre se va a aniquilando en el planeta por su ambición, el poco conocimiento de nosotros mismos, de la vida y su responsabilidad. Todo esto es parte de un surgimiento de la misma naturaleza. ¿Y quién tiene control de la naturaleza?”.

Añadió que “ni Dios tiene control de la naturaleza porque ha creado la vida física y la vida natural y todas las cosas tienen su determinación, pero el mal no puede prevalecer, esta pandemia va a desaparecer, la muerte va a desparecer no dice La Biblia, cuando todo llegue a su plenitud”.

Agregó que el ser humano tiene que tratarse de amarse, comprenderse y ser más solidario cada día más.

“Todo ese cumulo de bien es lo que va a llenar la vida de felicidad, pero mientras el hombre esté disociado de lo que uno ama y espera en práctica real, viviendo en un mundo obsesivo, problemático y sicológico porque la tecnología nos ha envuelto y estamos convirtiéndonos en máquinas y robots, entretenidos en cosas”, añadió el cura.

Dijo que la pandemia le ha permitido escribir dos libros, “Tras el ocaso, la aurora”, que habla de la identidad dominicana y “Memoria de la locura: realidad y ficción” que expone que la locura es lo que cambia el mundo y produce las transformaciones.

Estragos de COVID en la parroquia

El cura también habló sobre los estragos de la pandemia que mató a 20 de sus feligreses.

“Esta pandemia y su crisis ha afectado grandemente a nuestras comunidades latinas desprovistas de ayuda, soporte y dinero”, añadió.

“En nuestra iglesia se murieron muchísimas gentes. Oía esas ambulancias recogiendo los muertos  y es indescriptible. Fueron más de 20 feligreses y a todos los conocía de cerca, pero lo peor es que no podía ir a los hospitales, funerarias ni los cementerios”, explicó el sacerdote.

“Así, como en esta iglesia, en otras hay que contar 10, 15 más, la comunidad latina sufrió mucho y eso se nota todavía en mucha gente anciana que no han podido volver a la iglesia porque tienen que quedarse en sus casas”, dijo.

“Es por miedo, más del 60% no ha regresado a las misas, porque solo podemos mantener un 33% por las restricciones de la pandemia. En tiempo regular venían alrededor de 2,000 feligreses en todas las misas desde los sábados, pero ahora por el distanciamiento no llegan ni a las 250 personas”, reveló.

También se redujo drásticamente el diezmo y las donaciones económicas, aunque la iglesia de Fajardo recibió ayuda del estado pero ya no califica para ello.

“Nos sacaron de la lista porque ya las iglesias están abiertas aunque sea parcialmente lo que ha reducido enormemente la colecta, antes teníamos 600 en una misa y hora, contamos con algo más de 100”, señaló.

“Ha habido una reducción de más del 90%, también en los sacramentos y el catecismo, que se están haciendo virtual y no tenemos nada presencial”, expresó.

“Nuestros muertos que cayeron en el pico de la pandemia entre marzo, abril y mayo tuvieron que ser quemados. Fue terrible, la gente tenía miedo de hasta hablar para decir que alguien estaba contagiado, lo triste es que no pude acompañar a esos muertos”, agregó.

Dijo que esa situación le produjo un gran sentimiento de impotencia, angustia y tristeza al no poder acompañar a una familia ante el dolor de la muerte para darle soporte espiritual y ayuda emocional.

“Pero gracias a Dios, la gente va entendiendo más cuidándose del virus y protegiéndose y asistiendo a las misas”, dijo.

 

 

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