Policías que abatieron a joven de origen dominicano en Madrid: «Las balas no le hacían nada»
Los agentes de la Policía Nacional que abatieron a tiros el 26 de noviembre de 2021 a un joven de 21 años en el rellano de su casa han relatado en el juicio que usaron el arma para repeler la agresión a cuchilladas del chico, señalando que pensaron en un primer momento que no funcionaba la pistola porque “las balas no le hacían nada” y no cesaba en su ataque violento.
El juicio ha arrancado este lunes en la Audiencia Provincial de Madrid con un jurado popular, que tendrá que determinar si los policías obraron o no bajo una legítima defensa y si su actuación fue desproporcional como plantea la familia del fallecido a través de los abogados de la acusación particular.
Los hechos se produjeron sobre las nueve de la noche cuando los agentes se personaron en el domicilio de la víctima, ubicado en Puente de Vallecas, al ser requeridos a raíz de una llamada de la madre. Al entrar a la vivienda, el joven se abalanzó contra ellos.
Los agentes mantienen que el chico estaba “completamente ido” y que se les lanzó a cuchilladas sin mediar palabra. Usaron el arma para evitar el ataque, que no cesaba a pesar de los disparos. Incluso cuando los sanitarios del Samur-Protección Civil le atendieron en el suelo, le tuvieron que engrilletar y reducir. “Si no te estás quieto, te mueres”, le dijeron los facultativos.
La fiscal solicita una condena de dos años y medio de cárcel por un delito de homicidio con una eximente incompleta de legítima defensa mientras que la familia solicita diez años de prisión al considerar que concurre un dolo eventual. La defensa reclama la absolución al apreciar una eximente completa de legítima defensa.
La madre del fallecido ha roto a llorar desconsolada en su declaración tras relatar que su hijo llevaba días nervioso y que tenía problemas de convivencia con su hermano.
“Cuando llegó su hermano, le dio un manotazo y se enzarzaron. Por eso, llamé a la Policía para que le dieran un sustito, y se lo llevaran al calabozo. Y le llevaran al psicólogo. No era una cosa tan grave”, ha lamentado entre sollozos, confesando que se siente culpable de lo ocurrido por hacer esa llamada.
Niega que advirtiera a los agentes de que su hijo estuviera agresivo, indicando que solo había cogido un cuchillo de pelar patatas. “No pasaron dos minutos cuando se escucharon un montón de tiros”, ha contado. “Perdón, perdón”, ha gritado al no poder dejar de llorar. El hermano del chico tampoco recuerda haber comentado a los agentes que estuviera agresivo.
Agresión a cuchilladas
El primero de los agentes en declarar ha detallado que esa tarde él y otro compañero –uno de los acusados– fueron comisionados por la Sala del 091 a raíz de una llamada de la madre porque su hijo les había intentado agredir con un cuchillo.
Tras ser advertidos de la peligrosidad, subieron con un escudo hasta la novena planta en el ascensor. Con las llaves, abrieron la puerta y se quedaron en el quicio y le llamaron.
“Kebyn, ¡Policía, sal!” Le vemos totalmente rígido, tenso, con una mirada pérdida. Le dijimos “¡tírate al suelo, somos la Policía!”. Sin mediar palabra, vino a por nosotros cuchillo en mano y empezó a lanzarnos cuchilladas. El cuchillo entraba por arriba y por los lados. Una veinte veces”, ha relatado.
Le golpearon con la defensa y le empujaron con el escudo, pero lejos de parar aumentó su violencia y los ataques eran cada vez más violentos saltando encima de los agentes. Los agentes fueron reculando hasta que el escudo se rompió por los golpes. Uno de los policías cayó al suelo.
“Ahí estábamos totalmente indefensos, y vino a por mí sin estar protegido. Me lanzó una puñalada y mi compañero al ver el ataque, me empujó para que me cayera por las escaleras. Escuché detonaciones y vi al chico que tenía bajo sus pies a mi compañero, que estaba a gatas. Ahí, desenfundé el arma y yo y mi compañero disparamos para evitar que le apuñalara”, ha recalcado, insistiendo en que trataban de evitar la agresión.
“Pensábamos que no funcionaba la pistola porque Kebyn no paraba. Pensábamos que no le dábamos porque las balas no le hacían nada. Parecía que no le estábamos dando”, ha dicho indicando que en un principio no había desbloqueado el arma. A pesar de los impactos, Kebyn permanecía en el suelo con el cuchillo en la mano, pataleando y gruñiendo. Le encañonaron y le engrilletaron. Cuando ya vieron sangre, trataron de auxiliarle.
El agente ha señalado que nunca estás preparado para afrontar una situación así y es imposible tener un entrenamiento para eso “a pesar de lo que digan las acusaciones”.
“Completamente ido”
El segundo de los agentes ha narrado los mismos hechos, indicando que se entrevistaron con la madre y el hermano de la víctima. Al parecer, les comentó que había habido varios días en los que su hijo había estado violento pero que ese día había habido una pelea entre los hermanos.
Según su relato, el chico estaba “completamente ido“, “desencajado” lanzando cuchillas al aire y contra nosotros. “Yo pensé que había apuñalado a mi compañero. En una de esas acometidas contra nosotros, me caí en un hueco al lado de la puerta del vecino y vi el escudo roto. Le di con la defensa, y no le hice ni cosquillas”, ha expuesto.
El acusado fue el primero en disparar al no parar de agredirles. “No recuerdo los disparos. Fueron nueve disparos porque ahora lo sé. Recuerdo que pensé que no le estaba dando. No entendía nada. No paraba. Dio un paso atrás y dejé de disparar. Intenté irme a gatas, pero se volvió a abalanzar y es cuando mis compañeros disparan. Temí por mi vida”, ha señalado.
“Solo quería que se apartara y dejara de apuñalarnos. Yo le disparé en las piernas“, ha recalcado el procesado, quien ha comentado que ha sido la única vez que ha disparado a una persona. “A veces no llevamos ni escudo. Nadie en sus cabales se tira a la Policía, pero la madre nos advirtió. Pensamos que nos íbamos a hacer con él”, ha dicho.
En su informe, la fiscal ha subrayado que se está ante un “supuesto de legítima defensa de libro”. Pero el jurado tendrá que valorar si ésta es completa o incompleta, en cuyo caso se impondrá una pena mayor o menor. La abogada de la familia, la letrada Cynthia Favero, ha solicitado al jurado que tome una decisión “con valentía” y aplique “el sentido común” al considerar que existen indicios de criminalidad contra los agentes. “Los agentes entraron como un elefante en una cacharrería matando moscas a cañonazos. Diecinueve disparos es una cifra ilógica, irracional y desproporcional y carente a cualquier tipo de alegación de legítima defensa. Gracias a Dios no pasó nada más, porque las balas volaron por la escalera del rellano”, ha recalcado.