Ponerle fin a la corrupción en Washington
Por Senadora Elizabeth Warren
La administración Trump es la administración más corrupta de nuestras vidas. Pero el problema de la corrupción de Washington es mucho más grande que Trump. Añade tu nombre si estás de acuerdo: Necesitamos un gran cambio estructural para ponerle fin a la corrupción en Washington y asegurar que el gobierno funcione para todos.
En el año 1958, la Encuesta Nacional de Elecciones le hizo a los estadounidenses una pregunta simple: ¿Confías en que el gobierno está haciendo lo correcto la mayor parte del tiempo? Ese año, el 73% de los estadounidenses dijeron que sí.
En el 2019, ese número es solo el 17%. Cinco de cada seis estadounidenses no confían en que su gobierno hace lo correcto.
¿Por qué tantas personas han perdido la fe en el gobierno?
Es cierto que los políticos de derecha han pasado una generación atacando al concepto mismo de gobierno. Pero también es cierto que en estos días, nuestro gobierno no está funcionando para la mayoría de las personas. Claro, funciona muy bien para los ricos y los bien conectados, pero no para todos los demás.
No funciona porque las grandes compañías de seguros y los conglomerados de hospitales priorizan ganancias antes que la salud y el bienestar del pueblo estadounidense, y desperdician montones de dinero en campañas políticas y esfuerzos de cabildeo para bloquear cualquier movimiento de Medicare para todos.
No funciona porque las grandes compañías petroleras que han ocultado estudios climáticos y financiado investigaciones de negación climática, entierran a los reguladores en una avalancha de pseudociencia de mala fé y luego gastan libremente en influenciar al Congreso para asegurar que algo como el Green New Deal nunca sea aprobado.
No funciona porque las compañías farmacéuticas gigantes quieren exprimir hasta el último centavo de las personas que dependen de sus medicamentos recetados, mientras que su ejército de cabilderos hunden la reforma cada vez que hay una discusión en el Congreso sobre el precio de los medicamentos.
Cuidado infantil universal. Reforma al sistema de justicia criminal. Viviendas asequibles. Reforma sobre las armas. Mira atentamente y verás: en todos los asuntos importantes, las políticas ampliamente populares se ven obstaculizadas porque las corporaciones gigantes y los multimillonarios que no quieren pagar impuestos o seguir reglas usan su dinero e influencia para interponerse en el camino de un gran cambio estructural.
Tenemos que llamar eso por lo que es: Corrupción simple y sencillamente.
No lo dudes: La administración de Trump es la administración más corrupta de nuestras vidas.
- Naciones extranjeras, como Arabia Saudita, canalizan dinero hacia los bolsillos de Trump, gastando dinero libremente en sus hoteles.
- La propuesta fiscal de Trump es un regalo de $1.5 billones que ayuda principalmentea las grandes corporaciones y a estadounidenses ricos. La mitad del total de cabilderos registrados en Washington trabajaron en temas relacionados con la palabra «impuesto» el mismo año en que se redactó el proyecto de ley: Son once cabilderos por cada miembro del Congreso. Y cuando los miembros del Congreso que lo defendieron perdieron sus elecciones, obtuvieron posiciones en la industria del cabildeo.
- Los jueces de la Corte Suprema de Trump fueron elegidos por grupos extremistas de derecha que gastaron millones en anuncios de televisión, primero para mantener abierto un asiento en la Corte Suprema en la Administración de Obama, y luego para presionar al Senado a que eligieran a sus candidatos preferidos, incluso cuando significaba ignorar los cargos graves de asalto sexual para asegurar la confirmación.
- El elegido de Trump para director de la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) fue un opositor del cambio climático con vínculos a la industria petrolera. Cuando se vió obligado a renunciar después de una serie de violaciones de ética, Trump lo reemplazó con un ex cabildero del carbón.
- Los embajadores de nuestra nación reflejan a los mayores donantes de Trump y miembros de Mar-a-Lago.
Pero estos problemas no comenzaron con Donald Trump.
Son mucho más grandes que él y resolverlos requiere un gran cambio estructural para transformar nuestro gobierno.
Eso por eso que he publicado varios planes para luchar contra la corrupción en Washington. Un plan para asegurar que ningún presidente esté por encima de la ley. Un plan que combata y vaya en contra de la influencia de contratistas de defensa en el Pentágono. Un plan para prohibir las prisiones privadas y ampliar la supervisión, transparencia y ejecución de reglas para todos los contratistas del gobierno federal. Previamente en el Congreso, he avanzado legislación anticorrupción amplia.
Pero debemos ir aún más lejos.
Hoy, estoy anunciando un conjunto comprensivo de propuestas agresivas y de gran alcance para eliminar la corrupción en Washington. Es el conjunto más amplio de reformas anticorrupción desde Watergate. El objetivo de estas medidas es directo: Quitarle el poder a los ricos y bien conectados en Washington y devolverlo a donde pertenece, a manos del pueblo estadounidense.
Mi plan detalla casi cien maneras de cómo podemos cambiar nuestro gobierno para solucionar este problema: Desde mejorar las reglas de integridad pública para los funcionarios federales en cada rama del gobierno hasta terminar con el cabildeo existente, arreglar las leyes penales para que los políticos corruptos rindan cuentas y garantizar que nuestras agencias y tribunales federales estén libres de influencias corruptas. Y solo estoy comenzando.
RESTAURAR LA INTEGRIDAD PÚBLICA
Si eliges ser un servidor público, debes servir al público, no a tus propios intereses financieros o a los intereses financieros de los ricos y poderosos. Pero enfrentamos una crisis de confianza en la ética y la integridad pública de los funcionarios federales en Estados Unidos. La puerta giratoria para aquellos que entran y salen de la Administración Trump está girando fuera de control, y una multitud de personas en la órbita de Trump están tratando de beneficiarse personalmente de su presidencia, incluyendo él mismo.
Pero antes de que Trump ingresara a la Casa Blanca, las reglas de integridad pública de nuestra nación ya eran demasiado débiles. Muchos funcionarios públicos pueden aprovecharse fácilmente del servicio público para beneficio personal. Y ver cómo estas personas andan por el gobierno con conflictos financieros personales obvios reduce la fé pública en los funcionarios honestos. Para solucionar esto, necesitamos reescribir totalmente nuestras leyes de ética.
Debemos comenzar al eliminar los conflictos de intereses financieros en Washington.
Donald Trump es el perfecto ejemplo de alguien con conflictos de interés obvios: Alrededor de 2,310 conflictos de interés y contando. Se rehúsa a desprenderse de sus negocios, lo que ha abierto la puerta a corporaciones gigantes, cabilderos extranjeros y a nuestros propios funcionarios del gobierno para beneficiarse.
Según un estudio realizado por la organización Ciudadanos a favor de la Responsabilidad y la Ética en Washington, Donald Trump ha visitado una de sus propiedades durante casi un tercio del total de días que ha sido presidente. El hotel de Trump en Washington incluso envió al gobierno federal una factura de $200,000 porque los agentes del Servicio Secreto también se vieron obligados a hospedarse allí.
Los países extranjeros también han tomado la indirecta. Representantes de 65 gobiernos extranjeros han visitado las propiedades de Trump desde que asumió el cargo, y las embajadas han comenzado a reservar los hoteles de Trump para sus eventos. Trump los ha incitado, descaradamente insinuando que utilizaran otra de sus propiedades como sede de una futura cumbre internacional.
Las grandes corporaciones y los ultra ricos también han tratado de ganarse el favor con Donald Trump al frecuentar sus propiedades. T-Mobile mandó a sus ejecutivos más altos al Hotel Trump en DC justo después de que la compañía anunció una fusión que requiere la aprobación de la administración Trump. Los prestamistas de día de pago celebraron sus reuniones anuales en el club de golf de Trump en Miami, mientras que la administración de Trump constantemente ha desmantelado las restricciones y regulaciones sobre estos prestamistas explotadores. Y varios donantes ricos que pagan la cuota de membresía de $200,000 de Mar-a-Lago, que se duplicó cuando Trump se convirtió en presidente, han ejercido una «influencia radical» en el Departamento de Asuntos de Veteranos.
Hasta los mismos designados y aliados políticos de Trump han intentado quedar bien con Trump, explotando sus conflictos de interés. Más de 100 miembros republicanos del Congreso se han convertido en clientes de los negocios de Trump desde que se convirtió en presidente. Más recientemente, el fiscal general de Trump, William Barr, gastó $30,000 en el Hotel Trump de Washington, afirmando de manera poco convincente que era el único lugar que podía encontrar para su fiesta navideña en Washington, y en un viaje oficial a Irlanda, el vicepresidente Mike Pence se quedó en una propiedad de Trump supuestamente bajo las instrucciones de Trump, a pesar de que estaba ubicado a tres horas de sus reuniones programadas en Dublín.
Trump es el ejemplo más atroz de esta corrupción, y necesitamos nuevas reglas para hacer que los líderes rindan cuentas por este tipo de conducta. Pero no podemos condenar esta conducta sin reconocer también que las oportunidades que reflejan la apariencia de los negocios-personales son demasiado fáciles en todo el gobierno federal. Restaurar la confianza del pueblo estadounidense no se trata solo de reemplazar a Trump y sus aliados. Necesitamos nuevas reglas concretas para eliminar la posibilidad de que los funcionarios públicos sirvan a los intereses privados.