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Por un concepto de desarrollo de patria en miniatura

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Teófilo Quico Tabar

La concentración urbana de alguna manera hace perder entre mujeres y hombres cierto contacto con una tradición particular. Y aunque pase desapercibido, influye hasta en los comportamientos populares. Porque la patria para muchos es una ideología que despierta más calor y entusiasmo cuando cohabita con seres a quienes aman, conocen, comparten. De quienes se recibe algún aliento, aunque sea tan solo un saludo conocido como expresión solidaria.

Cuando se empezó a hablar de modernismo, se suponía que estaba implícita la importancia de la descentralización. Y como consecuencia, la necesidad de que los Estados llevaran a cabo acciones tendentes a desinflarse y a eliminar su gigantismo.

Se entendía que estaban presentes conceptos relativos a lo que en su esencia representan las bases territoriales que conforman las provincias y municipios. Porque sus orígenes, unidad geográfica y evolución histórica hacen de ellas una realidad sociológica original. Que no solo se ignoraron, sino que castraron las posibilidades de convertirse en verdaderos polos de desarrollo conservando sus características propias, que casi siempre representan orgullos positivos para sus habitantes.

Porque en esas comunidades se ha mantenido como realidad social la vida provinciana. Cumpliendo una función específica dentro de la comunidad nacional. Ello les permite a los ciudadanos tomar conciencia en lo concreto de la vida cotidiana, de esta realidad que es la patria. Hace posible a la vez, el descubrimiento y la expresión de una auténtica cultura popular. En su escala, aparece como una patria en miniatura.

Una acción modernista bajo la idea de una cultura que pretenda ser verdaderamente popular, no puede conformarse con influenciar hacia una cultura citadina. Los nuevos conceptos que desde tiempo se pretendieron formular y aplicar en función de políticas descarnadas, estaban muy lejos de las preocupaciones de las masas urbanas o rurales que se enfrentan con los problemas concretos y su futuro inmediato.

Por eso he sido reiterativo en el sentido de que si realmente se quiere promover el desarrollo basado en una cultura popular, es necesario apoyarse sobre el ámbito real del hombre moderno pero con sentimiento humanista. Porque los medios eminentemente técnicos, dominados por la voluntad de reformar el mundo, lamentablemente son por lo regular insensibles y de allí pueden provenir nuevas formas con sentido poco humano.

El mundo moderno no es solamente el industrial, el de las grandes ciudades, el de los bulevares, el de los grandes centros, etc. Si se desea extender la cultura y el progreso al mundo real, y es preciso hacerlo, la vida provinciana tiene que ser un factor de cultura y de progreso permanente. Tomando en cuenta su gente y sus características.

Teniendo siempre presente que lo que hoy llamamos folklore ha sido durante años y años, la expresión de una auténtica cultura popular. Formada y desarrollada en las comunidades que se han constituido en lo que son las provincias y los municipios. En las que se manifiesta el modo de vivir, en la forma de construir las casas, de sus pinturas, su cocina, sus canciones y sus ritmos, en las obras de sus artesanos, sus libros y poemas. Al escribir esto pensé en muchos amigos, entre ellos Manolo Mora Serrano. tabasa1@hotmai.com

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