Primera ministra de Bangladesh renuncia mientras manifestantes atacaban su casa
La primera ministra de Bangladesh, Sheikh Hasina, renunció el lunes tras 15 años en el poder, mientras miles de manifestantes desafiaban un toque de queda militar y asaltaban su residencia oficial.
Poco después de que medios locales mostraran cómo la asediada líder subía a un helicóptero militar con su hermana, el jefe del ejército de Bangladesh, el general Waker-uz-Zaman, anunció planes de pedir consejo al presidente para formar un gobierno interino.
Prometió que el ejército se retiraría y abriría una investigación sobre la letal represión que impulsó la indignación contra el gobierno, y pidió a los ciudadanos tiempo para restaurar la paz.
“Tengan fe en el ejército, investigaremos todas las muertes y castigaremos al responsable”, dijo. “He ordenado que ni el ejército ni la policía hagan ninguna clase de disparo”.
“Ahora, el deber de los estudiantes es mantener la calma y ayudarnos”, añadió.
Miles de personas parecían haber accedido a la residencia oficial de Hasina en Daca, tras semanas de violentas protestas y choques con las fuerzas de seguridad.
Las protestas comenzaron de forma pacífica cuando estudiantes frustrados pidieron el final de un sistema de cuotas para empleos públicos, pero después han evolucionado para convertirse en un desafío sin precedentes contra Hasina y su partido Liga Awami.
Las autoridades habían cortado el servicio de internet en celulares durante varias horas desde el domingo en un intento de sofocar las protestas, mientras que la conexión de banda ancha dejó de funcionar al final de la mañana del lunes. Era el segundo corte de internet en el país desde que las protestas se volvieron letales en julio.
El toque de queda impuesto por el ejército entró en vigencia el domingo por la noche en Daca y otros centros de divisiones y distritos. El gobierno ya había impuesto un toque de queda antes con algunas excepciones en la capital y otros lugares.
Bangladesh ya había cortado la conexión a internet en zonas afectadas por protestas, una medida para suprimir las muestras de descontento de partidos opositores. El grupo de monitoreo de internet Access Now dijo haber registrado tres cortes en el país en 2023, todos coincidentes con marchas opositoras y limitados a una ciudad o distrito. En 2022 se produjeron seis cortes.
La Liga Awami, el partido en el gobierno, dijo que las peticiones de renuncia de la mandataria demostraban que las protestas habían sido dominadas por el principal grupo opositor, el Partido Nacionalista de Bangladesh, y el ahora ilegalizado partido Jamaat-e-Islami.
Hasina es la mandataria que más tiempo ha gobernado Bangladesh, un país de mayoría musulmana con más de 160 millones de habitantes, en una ubicación estratégica entre India y Myanmar.
Sus rivales políticos la habían acusado en el pasado de volverse cada vez más autocrática y de amenazar la democracia del país. Muchos dijeron que los disturbios eran el resultado de su tendencia autoritaria y su ansia de poder a toda costa.
Al menos 11.000 personas han sido detenidas en las últimas semanas. Los disturbios también han provocado el cierre de escuelas y universidades en todo el país, y en un momento dado las autoridades fijaron un toque de queda con órdenes de disparar a los infractores.
Las manifestaciones comenzaron el mes pasado cuando los estudiantes pidieron el fin de un sistema que reservaba el 30% de los empleos públicos a familiares de veteranos que combatieron en la guerra de independencia de Bangladesh contra Pakistán en 1971.
Mientras la violencia alcanzaba su apogeo, la Corte Suprema del país decidió reducir la cuota para veteranos al 5%, con el 93% de los puestos asignados por mérito. El 2% restante se reservará a miembros de minorías étnicas y personas transgénero y discapacitadas. El gobierno aceptó la decisión, aunque los manifestantes han seguido exigiendo responsabilidades por la violencia que atribuyen al empleo de la fuerza por parte del gobierno.
El gobierno de Hasina ha acusado a los partidos opositores y sus ramas juveniles de instigar a la violencia, en la que también se han incendiado o vandalizado varias instalaciones propiedad del estado.