Prisión de Navalny crea inestabilidad al gobierno de Putin
Al tratar de poner a Alexey Navalny tras las rejas, el presidente ruso Vladimir Putin está apostando a que puede marginar al líder de la oposición y contener la ira doméstica mientras ignora las críticas occidentales. Por ahora, al menos, la historia está del lado de Putin.
El dramático regreso de Navalny el mes pasado desde Alemania, donde se estaba recuperando de una intoxicación por agentes nerviosos que atribuye a Putin, provocó la mayor ola de protestas en una década. El Kremlin niega su responsabilidad por el ataque a Navalny, y hoy un tribunal de Moscú está deliberando sobre las acusaciones de que violó su libertad condicional mientras recibía tratamiento.
Muchos manifestantes que desafiaron a la temible policía antidisturbios de Rusia dijeron que los impulsaba un sentimiento de injusticia. Lejos de todos apoyaron a Navalny como político, pero ninguno quiso permitir que el Estado se comportara con impunidad. Los rusos también se han vuelto más pobres durante años en medio de las sanciones de Estados Unidos y la Unión Europea desde que Putin anexó Crimea en 2014, y ahora Covid-19 está golpeando la economía. Pero aunque el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, es más crítico con Putin que Donald Trump, y el jefe de política exterior de la UE planea plantear el caso de Navalny durante una visita a Moscú esta semana, todos saben que tienen pocas opciones reales para presionar al Kremlin.
Y hasta ahora, el destino de Navalny no se ha traducido en una masa crítica de descontento en las calles. Encarcelarlo le ofrece a Putin la oportunidad de derrotar al símbolo de la oposición más potente de Rusia antes de las elecciones de 2024, después de que cambió la constitución para permitirse gobernar potencialmente hasta 2036. Muchos rusos jóvenes están impacientes por el cambio después de 21 años bajo Putin. Pero el riesgo ahora es que Putin pueda demostrar que todavía puede aplastar a la oposición pagando poco precio por ello con Occidente. – Anthony Halpin
