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Rescatan niños del trabajo infantil en República Dominicana

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Ubicado a orillas del río Haina, el batey Bienvenido es una comunidad marcada por la pobreza y la falta de oportunidades, lugar donde muchos niños y niñas renunciaron a sus cuadernos para cargar una caja de limpiabotas o asumir un trabajo doméstico. Algunos han sido víctimas de las peores formas de explotación.

En el corazón de esta localidad apartada, situada entre San Cristóbal y Santo Domingo, germina un proyecto que ha tomado forma de centro para el acompañamiento, capacitación y educación integral de este segmento vulnerable, cuya zona de influencia también alcanza a Hato Nuevo de Manoguayabo y Las Caobas, en Santo Domingo Oeste.

En la actualidad, 336 niños y adolescentes de escasos recursos participan en los programas y talleres de la iniciativa emprendida por religiosos de la fundación La Merced.
Estas facilidades impactan a 506 familias. Puntualmente benefician a un total de 2,500 a 2,850 personas, según datos suministrados por los administradores de la organización sin fines de lucro. Con las actividades de alfabetización, formación y recreación se procura el empoderamiento y protección de los menores frente al riesgo de explotación y trabajo infantil, además, de mejorar las condiciones de estas localidades.

En su programa de nivelación y reforzamiento, la fundación tiene 92 infantes con edades comprendidas entre 6 a 12 años que participan en las salas de tareas y reciben alimentación dentro de las instalaciones.

Uno de los objetivos del centro es constituirse en un espacio de asistencia integral para menores en condiciones de vulnerabilidad, mediante la integración de las familias en el proceso de sensibilización y concienciación sobre el trabajo infantil.

Su brazo de apoyo llega a adolescentes para quienes se ha diseñado el programa “Empoderado”, que incluye la capacitación en diferentes oficios y prácticas deportivas.
Lo que empezó hace unos 13 años como una salita de tarea a orillas del río Haina, se ha convertido en un proyecto de más de 4 mil metros cuadrados, inaugurado en diciembre de 2019, y levantado gracias al apoyo del sector empresarial dominicano y organismos internacionales. El sacerdote Tomás García Martín-Moreno y la misionera María del Pilar López Rodríguez, en conversación con elCaribe, narran su experiencia y lecciones aprendidas en el acompañamiento de niños y adolescentes en condiciones de vulnerabilidad.

El sueño de sus directivos es que ese espacio pueda replicarse en otras zonas carentes de oportunidades. “Cuando empezamos desde Las Caobas a acompañar a niños que venían con sus cajitas de limpiabotas, nos fuimos dando cuenta en esos encuentros de Navidad, hace ya 13 años, que la mayoría venía de ahí (batey). Fuimos entendiendo que un niño que trabaja siempre sale fuera de la zona donde vive, porque hay menos recursos, menos posibilidades y oportunidades y ellos mismos nos llevaron a esa comunidad”, expresó el padre Tomás.

 

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