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Ruptura amorosa: No es el fin del mundo, ¿o sí?

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Tal como sufrir la pérdida de un proyecto que estaba destinado al éxito, una ruptura amorosa es un momento traumático que puede afectar drásticamente las emociones del que tiene el infortunio de experimentarlo. Este es un proceso amargo que, además de la inquietud emocional, se manifiesta incluso con dolor físico entre el pecho y el estómago, o en palabras llanas, como la sensación de tener el corazón literalmente roto.

Yuderlis (nombre ficticio) comprendió esta pena cuando sufrió lo que define como uno de sus peores momentos: terminar una relación con el que consideraba el amor de su vida. “Yo lo amaba, y creo que los momentos que viví con él siempre van a estar ahí. Recuerdo que cuando discutimos por cuestiones de infidelidad yo solo le suplicaba que no fuera verdad. Muchas veces me cuestioné si podría perdonarlo pero a pesar de los años nuestra conexión sigue vigente”, expresó la joven, con el característico pesar que se puede percibir en la mirada de los dolidos. Yuderlis cuenta que pasó mucho tiempo antes de que volviera a hablar con sus amigos o salir, pues tan profunda fue su depresión que bajó de peso al punto de desvanecerse en medio de una clase universitaria. “Ahí comprendí que tenía un problema”, afirma ella, al recordar el caótico suceso.

Lo que esta joven probablemente ignoraba es que el proceso de una ruptura Santiagose compone de tres etapas fundamentales: en primera instancia la decisión de terminar la relación, luego la fase de negación, culpa y aislamiento y, por último, la aceptación. En palabras de la psicóloga Yrammi Brito, a esta segunda etapa se debe poner especial cuidado. “De no ir a terapia, lo mejor que puede hacer la persona es rodearse de su círculo afectivo para alivianar la carga emocional; también volver a hacer las cosas que había dejado a un lado por la depresión causada por la ruptura.

Este último es un caso más común de lo que se cree. Para ilustrarnos, el joven Ian Herrera cuenta cómo se vio inmerso en un círculo oscuro luego de que la que fue su pareja por dos años decidiera terminar la relación inesperadamente. “No quería levantarme de la cama, incluso llegué a faltar al trabajo por lo mal que me sentía. Parecía que mi mundo había acabado”, admite. Y es que, en nuestro organismo, una depresión post ruptura tiene más peso del que aparenta.

“La depresión tiene carga química en nuestro cerebro, por esto los neurotransmisores (que son los que transmiten la información al cuerpo) se ven afectados. Es bueno que la persona que vive esta situación acuda donde dos especialistas, uno para regular a nivel orgánico lo que sucede en el organismo y el otro para tratarse a nivel emocional”, explica Brito.

Indiscutiblemente, una ruptura es un proceso de duelo al que tanto el que lo sufre como sus cercanos deben poner atención. Los sentimientos de culpa, los cambios en el apetito, sueño y actividad diaria y sobre todo los pensamientos suicidas atentan contra la salud mental y física de la persona. Muchas veces, tal como lamenta la psicóloga, estas se niegan a ir a terapia porque piensan que no es lo suficientemente importante, lo cierto es que cualquier aspecto de nuestra vida que nos afecte de manera que no podamos controlar necesita ser atendido por un profesional.

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