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Suenan los tambores de guerra en el PRM ante la inminente exclusión de Faride Raful como senadora del DN

“En política es el único sitio donde se barre para dentro”, y eso lo sabe muy bien la dirigencia del PRM. En este complicado tablero, las fichas deben moverse con mucho sabiduría que calmen los tambores de guerra, que ya retumban en el partido oficialista. 
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Nueva York: Un enorme manto de confusión y preguntas sin respuestas gira en torno a la figura de la senadora del Partido Revolucionarios Moderno (PRM) del Distrito Nacional (DN) Faride Raful. ¿Por qué el PRM no envió a Faride Raful a las primarias y  en cambio, se reservó su candidatura? En la respuesta a esa gran pregunta podría estar la explicación de la inminente salida de la senadora de la boleta oficial de su partido por una reelección, cuyo éxito,  los propios intereses internos del PRM han puesto en duda reflejando que los números no le alcanzan para enfrentarse a la alianza PLD-FP-PRD que lleva a Omar Fernández.

Raful tiene todo el mérito político al llegar a su curul en el Congreso dominicano tras 18 años de predominio de legisladores peledeístas en el Senado después de la barrida que precedió la derrota del PLD y el triunfo de Luis Abinader en las elecciones del 2020.

Desde la Cámara de Diputados, Faride Raful había ganado un sólido liderazgo que fundamentó en sus críticas electrizantes contra las malas prácticas legislativas de los peledeístas, el abuso con los empréstitos, trasiego de dinero, coimas y corrupción legislativa. Sobre eso fundamentó su liderazgo.

Sin embargo, al llegar su partido al gobierno, Faride empezó a brillar por el silencio, probablemente para no entrar en contradicción con su propia organización; lo que de ninguna manera pudo evitar, al enfrentar algunas decisiones internas dentro del PRM que la pusieron en rumbo de colisión con el propio presidente Abinader.

Es probable que Faride haya pagado un precio del que ya no le queda ni el menudo para devolver. Hay muchas especulaciones: desde que Raful  ya no cuenta con la fortaleza de su plataforma política en el Distrito Nacional y un desencuentro con los votantes de su demarcación; hablan de que las altas instancias del PRM tienen los números reales y saben que Faride Raful no podrá mantener su curul ante la alianza PLD-FP-PRD, que lleva a Omar Fernández como su rival; también se rumoran cosas peores que este redactor no pudo comprobar de forma independiente, como una supuesta interferencia de Raful en un posible  intento del PRM de llevar al  exdirector del Instituto Nacional de Tránsito y Transporte Terrestre (Intrant), Hugo Beras, como senador, que pudo provocar el estallido del escándalo de corrupción en que está envuelto;  o que  ya Raful  perdió el apoyo irrestricto del presidente Abinader, etc., etc., etc.

La candidatura de Omar Fernández, hijo del expresidente Leonel Fernández y presidente de la Fuerza del Pueblo (FP), no parece una casualidad, sino más bien una carpintería política fina, que muchos opinadores dicen sin presentar pruebas, que se pudo fraguar en los mismos albores de la alianza soterrada Abinader-Fernández en 2020.

La senadora Faride Raful se ha mostrado intrépida y desafiante y ha ocultado sus preocupaciones por la alianza “Rescate RD”, incluso por la indiferencia de su propio partido. Pero no creo que ignore que ella sabe llegó a su posición como senadora ayudada por los votos de la plataforma política de Leonel Fernández, tras el arribo del acuerdo con la facción que se había desprendido del PLD adherida a Fernández  en 2020, cuyos términos se ignoran todavía.

Todo parece estar consumado, y la inminente salida de la boleta oficial del PRM de Raful  como senadora parece que es cuestión de horas o días. En mi opción, el alto liderazgo del PRM debe estar discutiendo fórmulas que minimicen el impacto de un desencuentro con Faride Raful cuando le comuniquen la decisión.

“En política es el único sitio donde se barre para dentro”, y eso lo sabe muy bien la dirigencia del PRM. En este complicado tablero, las fichas deben moverse con mucho sabiduría que calmen los tambores de guerra, que ya retumban en el partido oficialista.

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