Todos los rehenes vivos se encuentran a salvo en territorio israelí, confirman las FDI.

Durante la guerra entre Israel y Hamás, uno de los episodios más dolorosos y prolongados fue el secuestro masivo ocurrido el 7 de octubre de 2023, cuando militantes de Hamás irrumpieron en territorio israelí y capturaron a más de 250 personas entre civiles, soldados y ciudadanos extranjeros. Aquel día marcó el inicio de un conflicto que se extendió más de dos años y dejó heridas profundas en ambos pueblos. Con el paso del tiempo, algunos rehenes murieron, otros fueron liberados en intercambios parciales, y decenas permanecieron en cautiverio, generando protestas en Israel y una ola de angustia entre las familias que esperaban noticias de sus seres queridos.
Después de meses de negociaciones y de presión internacional, el 13 de octubre de 2025 se produjo un acuerdo de alto el fuego que permitió la liberación de los últimos rehenes israelíes en manos de Hamás. En total, veinte personas regresaron con vida a Israel después de más de setecientos días de encierro. La operación fue coordinada por mediadores de Egipto, Qatar y Estados Unidos, y se desarrolló en dos fases distintas en la zona sur de la Franja de Gaza.
Los rehenes liberados fueron identificados como David Cunio, Ariel Cunio, Eitan Horn, Bar Avraham Kuperstein, Evyatar David, Yosef Chaim Ohana, Segev Calfon, Avinatan Or, Elkana Bohbot, Maksim Harkin, Nimrod Cohen, Matan Zangauker, Matan Angrest, Eitan Mor, Gali Berman, Ziv Berman, Omri Miran, Alon Ohel, Guy Gilboa-Dalal y Rom Breslavski. Todos ellos fueron trasladados a bases militares israelíes para recibir atención médica y psicológica inmediata.
Las imágenes difundidas por los medios internacionales mostraron escenas de emoción y alivio. Algunos rehenes descendían de helicópteros cubiertos con mantas, otros caminaban sostenidos por paramédicos. La mayoría presentaba signos de desnutrición, fatiga extrema y daño emocional evidente. En los hospitales de Tel Aviv y Jerusalén, cientos de personas aguardaban su llegada con flores, banderas y fotografías de quienes aún permanecen desaparecidos. Las lágrimas, los abrazos y los gritos de “bienvenidos a casa” se mezclaron con un silencio profundo cargado de dolor.
El gobierno israelí, encabezado por el primer ministro Benjamin Netanyahu, celebró el regreso de los rehenes y expresó su gratitud a los mediadores internacionales. Sin embargo, también reconoció que varios ciudadanos israelíes continúan desaparecidos y que algunos de los secuestrados perdieron la vida durante su cautiverio. El ministro de Defensa, Yoav Gallant, señaló que el país “no descansará hasta que todos los rehenes, vivos o muertos, sean devueltos a su patria”.
A cambio de la liberación de los veinte rehenes, Israel excarceló a dos mil prisioneros palestinos, entre ellos unos doscientos cincuenta condenados a cadena perpetua. La medida fue recibida con celebraciones en varias ciudades de Cisjordania y con críticas dentro de Israel, donde algunas familias de víctimas de atentados calificaron el intercambio como “un precio demasiado alto”.
Entre los rehenes liberados se encontraban tres menores de edad y cuatro mujeres. Algunos habían sido mantenidos en túneles subterráneos, otros en casas abandonadas y hospitales destruidos en Gaza. Las autoridades israelíes informaron que varios padecían infecciones respiratorias, desnutrición y traumas psicológicos severos. Los primeros testimonios describen condiciones de encierro duras, con escasez de alimentos, falta de luz y vigilancia constante por parte de milicianos armados.
La liberación de los rehenes fue recibida con alivio en Israel, pero también con un sentimiento de duelo nacional por aquellos que no regresaron. Organizaciones de derechos humanos insistieron en que las familias de los cautivos tienen derecho a conocer la verdad sobre lo ocurrido y exigieron una investigación internacional sobre las condiciones de los prisioneros. Al mismo tiempo, líderes árabes y europeos llamaron a aprovechar el frágil alto el fuego para reanudar las negociaciones de paz y poner fin a un conflicto que ha costado decenas de miles de vidas.
En la plaza frente al Museo de Tel Aviv, una multitud encendió velas en memoria de los rehenes muertos. Entre los carteles podía leerse una frase que resume el sentimiento de un país entero: “No todos volvieron, pero ninguno será olvidado”. Mientras tanto, los liberados se enfrentan ahora a un largo proceso de recuperación. Psicólogos del ejército han señalado que la mayoría presenta síntomas de estrés postraumático y dificultades para dormir, hablar o relacionarse.
Israel vive estos días con una mezcla de alegría y duelo. El regreso de los rehenes simboliza una victoria humanitaria y un respiro tras años de horror, pero también deja al descubierto las heridas abiertas de una nación cansada de la guerra. En el fondo, todos saben que ningún acuerdo político podrá devolver el tiempo perdido, ni borrar el miedo que aún late en los corazones de quienes sobrevivieron al cautiverio.
La historia de los rehenes liberados, sus nombres y rostros, quedará grabada en la memoria colectiva de Israel como un recordatorio de la fragilidad humana y del precio que impone la violencia. Y aunque el mundo celebró el retorno de veinte vidas, la pregunta que resuena en cada esquina de Tel Aviv sigue siendo la misma: ¿cuántos más deberán sufrir antes de que llegue la paz?





















