Trump exige a empresas globales fabricar en EE.UU. o enfrentar altos aranceles
Durante su intervención en el Foro Económico Mundial en Davos, Suiza, el expresidente Donald Trump instó a las empresas globales a llevar sus procesos de fabricación a Estados Unidos. En un discurso emitido de forma remota desde la Casa Blanca, Trump presentó su firme postura acerca de la producción industrial, afirmando que las empresas que no se sumen a esta estrategia se verán obligadas a pagar aranceles significativos.
El mensaje de Trump fue claro y contundente: «Fabriquen en Estados Unidos o paguen aranceles». Este llamado busca incentivar a las empresas a reubicar sus fábricas en el país, un movimiento que según él podría traer beneficios económicos significativos. El expresidente también prometió unos impuestos bajos para las empresas que opten por trasladar su producción a suelo estadounidense, creando un ambiente más atractivo para los inversores.
Además, Trump destacó que los aranceles impuestos a las empresas que no sigan estas directrices no solo servirían como un castigo, sino que también podrían generar cientos de miles de millones de dólares para el Tesoro estadounidense. En su discurso, enfatizó que esta política es parte de un esfuerzo mayor por revitalizar la economía nacional y asegurar que Estados Unidos mantenga un papel competitivo en el ámbito global.
El discurso se desarrolló en un contexto donde la tendencia de deslocalización ha sido una preocupación constante, con numerosas empresas trasladando su producción a regiones donde los costos laborales son más bajos. Trump, quien se excusó por no estar físicamente presente en Davos debido a su reciente toma de posesión, dejó claro que esta es una de las prioridades de su agenda económica.
El Foro de Davos, un evento anual donde líderes mundiales se reúnen para discutir temas económicos, sociales y ambientales, fue el escenario ideal para que Trump lanzara este mensaje, resaltando la importancia de la producción doméstica en la recuperación económica post-pandemia. Con esta firme posición, Trump pretende posicionar a Estados Unidos como el centro de fabricación global, desafiando a empresas multinacionales a replantear sus decisiones estratégicas y enfocarse en las oportunidades que el mercado estadounidense puede ofrecer.
Con medidas contundentes como estas, el expresidente busca no solamente estimular la economía, sino también reafirmar su compromiso con la prosperidad de los trabajadores estadounidenses y la independencia económica del país.