Trump exige cese de bombardeos, pero Israel mantiene ataques mientras se preparan negociaciones en El Cairo

Washington, DC: A pocas horas del inicio previsto de las conversaciones en El Cairo, el territorio de Gaza vive una tensión creciente, pese a la exhortación pública del presidente Donald Trump para que Israel “detenga inmediatamente” sus ataques, los bombardeos y el fuego de artillería prosiguieron en múltiples zonas. Trump afirmó que Israel aceptó una “línea inicial de retirada” y que un alto el fuego entraría en vigor de inmediato si Hamas confirmaba su aceptación, aunque hasta ahora ninguna de las partes ha presentado una confirmación oficial o un cronograma verificable.
Los informes del último fin de semana revelan que no hubo una pausa efectiva en la ofensiva. La defensa civil de Gaza informó decenas de ataques con nuevos muertos en sus filas; medios locales consignaron bombardeos en la madrugada del domingo; y corresponsales internacionales reportaron incursiones terrestres y fuego de artillería incluso en áreas consideradas “seguras”. Todo esto sucede mientras delegaciones diplomáticas se preparan para viajar a Egipto con el objetivo de avanzar en un acuerdo de cese del fuego, intercambio de rehenes y prisioneros, y retiro progresivo de fuerzas.
Desde Jerusalén, el primer ministro Benjamin Netanyahu condicionó cualquier implementación del plan estadounidense a la liberación total de los rehenes, al tiempo que confirmó el envío de una delegación a El Cairo. También expresó su esperanza de anunciar pronto la liberación completa, aunque reconoció que hasta ahora no existe un plazo definido para hacerlo.
¿Se ha detenido la ofensiva?
De acuerdo con las fuentes consultadas, no. Aun con el llamado de Trump, durante el sábado y el domingo se registraron ataques en la Franja. Versiones citadas por la radio militar israelí indicaron una posible reducción “al mínimo” de las maniobras terrestres, limitándose estas a acciones defensivas, pero esa versión no ha sido confirmada por el mando militar israelí. En contraste, los informes de daños y muertes en Gaza sugieren que la guerra aérea continúa activa. En la práctica, parece más un compás de espera táctico que una suspensión real de hostilidades.
La negociación en El Cairo se enfrenta a un dilema clave sobre cómo articular una transición que permita el paso del combate a la diplomacia sin que el conflicto explote en medio del proceso. El plan de paz que impulsa la Casa Blanca contempla una secuencia de alto el fuego, intercambio de rehenes, repliegue gradual y establecimiento de un gobierno transicional bajo supervisión internacional. Pero el punto más difícil sigue siendo el ritmo del retiro y el desarme efectivo de Hamas.
La demanda principal de Israel, que ningún paso se dé hasta que todos los rehenes estén libres, complica la ingeniería del acuerdo. Ese proceso exige un mecanismo de verificación robusto y una logística precisa de corredores seguros, listados de liberación y supervisión internacional, elementos que en acuerdos anteriores fueron progresivos y escalonados.
Egipto ha sido históricamente mediador entre las partes y vuelve a cobrar protagonismo. En El Cairo se buscará un texto puente que permita hacer coincidir la demanda israelí con hitos intermedios que allanen el inicio de un alto el fuego parcial o limitado.
En esta coyuntura, la brecha entre la narrativa política y los hechos de campo es visible. Aunque Trump proclama que Hamas está dispuesto a aceptar el plan de paz y que un alto el fuego puede activarse al momento de confirmarse su aceptación, los continuos ataques presentes en Gaza refuerzan el escepticismo. Organizaciones de derechos humanos y medios independientes ya documentan una escalada sostenida del combate desde mediados del año, con desplazamientos masivos de población, destrucción de infraestructura y un deterioro acelerado en las condiciones humanitarias.
Los próximos días serán decisivos. Hará falta que en El Cairo se acuerde una secuencia mínima viable, un alto el fuego verificable, una primera fase de liberación de rehenes y prisioneros, y condiciones claras para el repliegue. También habrá que monitorear las señales en el terreno, reducción en salidas aéreas, menos bombardeos, menos víctimas, y los mensajes diplomáticos de Israel, Estados Unidos, Egipto y otros actores.
Si esas condiciones no se cumplen, el riesgo es que el proceso se quede en promesas y expectativas truncas. La ofensiva no ha cedido completamente. La negociación arranca con incertidumbre, y el verdadero pulso estará en transformar los discursos en realidades verificables.



















